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"COLUMNA"

"La Ruta del Paladar: Los tacos dorados de La Pícara"

"Gracias al empeño de su nieta, Lupita Sentíes Soria, se prepara el platillo con absoluto respeto a la tradición"
21/01/2019 11:53

Julio Bernal / Delia Moraila

Afuera, el gentío arremolinado. Pero ella, incólume, no abriría la puerta hasta concluir el capítulo de Los ricos también lloran. Era un lujo, pero lo valía. Estaba segura de que los comensales continuarían allí, a la espera de que saciara su pasión por el drama donde Verónica Castro representaba a ‘Mariana’, la muchachita callejera que había sido rescatada por una familia notable. Pero también se podían esperar otras cosas en la bravía colonia Tierra Blanca, como la noche aquella en que a un cliente no le pareció que la cenaduría estuviera cerrada, en tanto no diera fin la telenovela, de modo que a lo Jorge Negrete sacó pistola y balaceó el negocio. Tal furor llegó a provocar Regina Soria Guerrero, la mujer que alcanzó la fama por la sabrosura de sus tacos dorados.

 

Cenaduría La Pícara, en Obregón 1864 norte, colonia Tierra Blanca, en Culiacán.

 Desde su fundación, han pasado 76 años y aún es posible degustar la sazón de ‘La Pícara’, apodo con el que llegó a conocerse, gracias al empeño de su nieta, Lupita Sentíes Soria, quien ahora está al frente de la cocina y prepara el platillo con absoluto respeto a la tradición, de la misma forma como lo sirvió su abuela por primera vez, en 1943, luego de establecerse en Culiacán, tras haberse mudado de Guanajuato a Sinaloa.

 

Si hubiese un término para definir los tacos dorados de Regina Soria, ha de ser el de sobriedad, absolutamente desprovistos de ostentaciones que velen la originalidad culinaria de su autora. En ellos están su gracia y sencillez, el sabor primigenio, el aroma de los recuerdos.

 Los tacos dorados de La Pícara no llevan crema y tampoco queso espolvoreado. El crujir de la esbelta tortilla frita estalla en la boca y te remonta a la época de las hornillas, con ese dejo campirano de la manteca de cerdo.

No se preparan en rollitos, sino con un doblez, acariciados, dentro, con una sutil porción de carne deshebrada de res. De allí el apodo, que por cierto no era de su agrado. El caldo para acompañar se ofrece a temperatura ambiente y no deviene de la cocción de la proteína, sino de jugo de tomate con un toque de acidez, seductor, con un guiño rojizo, casi transparente.

 Los tacos dorados de La Pícara contienen un topping de tiras de repollo, con ese sabor característico que le da fuerza al conjunto del platillo. Sobre pedido, podría haberse agregado cebolla curtida, pero nosotros quisimos honrar el gusto de Regina Soria. A su manera. Y con salsa de chile de árbol.

 Y justo vivimos un momento con los sabores de las viejas cocinas de Culiacán, experimentamos el placer de las cenadurías dotadas con el hechizo de la buena vecindad, por aquellos días en que la vecina abría las puertas de su casa y medio Cristo a la redonda se encantaba con las tostadas y las gorditas, con los tacos y el pozole. Pero además fue como degustar sobre la línea histórica de nuestra gastronomía regional, porque no es muy común que abunden sitios que, a rajatabla, veneren la receta de la abuela, tal como lo hace Lupita Sentíes Soria, orgullosa de su origen, de la distinción por la posibilidad de recrear un platillo como hace 76 años, sobrio, porque sabe que, menos, es más.

 Si a usted le asiste el placer de la cocina con perfumes de épocas remotas, de respetable estatus por la contribución de Regina Soria a los caprichos del paladar, visite la Cenaduría La Pícara, en Obregón 1864 norte, colonia Tierra Blanca, en Culiacán. Y es todo.

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