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"Mazatlán"

"Evangelización, Educación y Cultura: El pueblo y la familia de Jesús"

"Su caminar lo dirigen por el sendero de la esperanza, destinados a engendrar la Promesa Divina, para que el mundo tenga vida y la tenga en abundancia"
22/12/2020

Padre Amador Campos Serrano

Cansados por el largo recorrido, los jóvenes viajeros llegan al poblado, los curiosos contemplan atraídos con interés, fijando su atención en las diferencias encontradas en ellos, disolviéndose este interés al alejarse los recién llegados, para continuar sus habituales ocupaciones.

Entender a Dios, en medio de las limitaciones de la comprensión humana, que nos llevan, muchas veces, a chocar entre nosotros mismos, es vivir el efecto de la comprensión del amor, aceptando lo que a simple vista no se debería aceptar y ante la propia responsabilidad del amor, que no hiere, ni destruye lo que se ama, acepta el divino plan, esa fue la actitud del José, el Varón Justo.

La controvertida imagen del Pueblo Elegido se puede visualizar, en su significado, en la del caminar de estos viajeros, desde su origen como pueblo allá en las riveras del lugar, entre ríos, a donde volverían después como cautivos avanzando.

En Egipto tendrían su primera infancia como nación, de donde partirían ante la posible amenaza de extinción, volviendo a su propia tierra de Canaán, donde finalmente serían sometidas ante el demoledor dominio de los romanos.

A Egipto escapó la singular familia y de Egipto regresó, repitiendo el antiguo estigma en el asesinato de los infantes, la pretendida argumentación de buscar un bien necesario para evitar el sufrimiento de los mayores, encontrando el fácil camino de eliminar a los más débiles, el sacrificio infantil, ahora, incluso, antes del nacimiento, se ha extendido a través de la historia, haciendo caso omiso que entraña el divino misterio de la maternidad.

En el ánimo del esposo se acumulan sentimientos, mientras uno a uno se han desarrollado los acontecimientos, guardados en el recinto de la memoria, desde aquel momento cuando conoció a la compañera de su vida, su esposa, eligiéndola para compartir con ella su vida, una comunidad de amor en donde se bendeciría el nombre de Dios.

José no entendía la situación de su amada María, solo entiende que ella será madre, sin ninguna intervención de su parte, reconoce la nobleza sublime del don de la maternidad y, aunque en su interno ser se siente desangrar, su decisión elige no condenar, prefiriendo cargar con la injusta condena de verse señalado como el responsable, en una sublime ofrenda de infinito amor.

El divino ángel le habla de lo inexplicable del misterio, por el cual su esposa, al aceptarlo, también sufre, invitándolo a sustraerse del temor, pues la voluntad del Todopoderoso es superior y el hijo de María, su esposa, contra toda lógica también su hijo será, así lo ha dicho el Señor.

El caminar de la familia de Nazaret, sintetiza el caminar del heroico pueblo elegido, portadores en una naturaleza mortal, un misterio de eternidad, muy a pesar de errores y limitaciones, dirigen su caminar por el sendero de la esperanza, destinados a engendrar la Promesa Divina, para que el mundo tenga vida y la tenga en abundancia.

José y María, la familia de Dios entre nosotros, en su difícil caminar, son portadores, en vasijas de barro, del tesoro divino para enfrentar la soberbia causadora del todo mal, dando a luz a quien estará destinado a ser signo que causará contradicción, ¡Dios entre nosotros!