"Evangelización, Educación y Cultura: El paso del Señor"
Padre Amador Campos Serrano
Orígenes perdidos en la especulación de quienes buscan ubicar puntos precisos en el inexorable paso del tiempo, la obra divina, en un dejo del ejercicio de la libertad, se había desviado del camino dirigido al encuentro consigo mismo, un afán de buscar su propio camino. Finalmente, perdió la ruta. Dios decide actuar para volver a las cosas a su punto original.
La acción correctivas parce ser el camino indicado en un momento de volver a empezar tras los errores cometidos causantes del caos y la destrucción. Un nuevo comienzo empieza, pero en la dañada naturaleza humana se vuelve a perder el camino, pues hay recurrentes nubarrones internos nublándolo.
Elegir un nuevo grupo es la opción y este se convertirá en un espació humano, en el cual las enseñanzas de una buena nueva protagonizarán la vivencia de la entrega de una fe actuante y total.
Un pueblo en formación será, desde sus mismos inicios, forjado con el temple del testimonio en la prueba, un testimonio creíble, más allá de la adversidad, capaz de reconocer sus debilidades y sus errores para siempre seguir adelante en el testimonio de su viva fe.
Será un pueblo interlocutor con el mismo Dios, llevando un mensaje de Él mismo, superando el peso de sus propias debilidades y limitaciones, al recibir de lo alto la fuerza divina. En un itinerante caminar, el pueblo elegido aprende a saberse escogido por Dios y a reconocer en el paso de su Dios y Señor en los avatares de la historia y en su propio destino.
El paso del Señor se convierte en el paso libertador, se descubre como una fuerza suficiente a pesar de las fuerzas contrarias y las limitaciones, capaces de desalentar todo cálculo de la humana previsiones, porque se alimenta de una fe, capaz de dividir las aguas del mar o de hacer brotar fuentes de agua en la aridez del desierto, pero también exige una entrega total.
El paso del Señor se convierte en un constante paso liberador, pero es también una advertencia del riesgo de alejarse de Él, pues las fuerzas del hombre siempre serán insuficientes.
En la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios, revelado en Jesús, es enviado por el Eterno Padre para culminar este paso de del Señor, ofreciéndose a sí mismo como víctima a fin del pagar el rescate para la liberación de la humanidad.
El Hijo de Dios se convierte en vista a los ciegos, movilidad a los inválidos, fuerza en el desaliento de los oprimidos, multiplicación del alimento, un mensaje libertador desde las profundidades del propio ser para una lucha entregada en el amor al prójimo.
Jesús es el paso del Señor, para conducir en el camino a la vida perdida, a la verdadera vida eterna.