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Columna

¿Camino a la dictadura?

Arrastramos una seria contradicción: hemos dejado la política a los políticos sabiendo que ellos no gobiernan para la ciudadanía, sino para ellos mismos.
FACTOR HUMANO
02/04/2022 14:28

Participar sirviendo

La impasividad nos está costando mucho: nos ha estancado por décadas en el subdesarrollo y por otro, ha pavimentado el camino a las dictaduras. Eso ha sucedido en Cuba y en Centro y Sudamérica.

Fidel se eternizó en el poder. Otros usaron la simulación de la revocación del mandato para extenderse: Chávez 14 años, Maduro lleva 9, Evo duró 13, Los Kirchner se extendieron en Argentina hasta la fecha, Ortega en Nicaragua 22, Lula en Brasil 8, Correa en Ecuador 10 años.

Castillo en Perú se tambalea por las corrupciones que le han encontrado y poner a exguerrilleros como funcionarios, habrá que ver a Boric de Chile en su desempeño.

Todos ellos son populistas, la nueva forma de disfrazar el socialismo trasnochado, siguiendo al Foro de Sao Paulo, México incluido, que tiene una serie de directrices para instalar exitosamente el socialismo en casi toda América Latina.

La gente huye desesperada de varios de esos países que cruzan por México, pronto tendremos una mezcla de nacionalidades y culturas ajenas, establecidas aquí.

¿Qué debemos de hacer los ciudadanos comunes para mejorar nuestra forma de gobernarnos y sacar lo mejor de nosotros?

El gobierno mejora cuando participa gente capaz, comprometida en servir y se trabaja usando el consenso, o sea, la participación razonada y respetuosa –la esencia de la democracia- para resolver los conflictos inherentes al acto de gobernar, dada la suma de intereses tan distintos de los ciudadanos.

El arte de gobernar es en gran parte el arte de resolver conflictos racionalmente sin crear divisiones ni violencia. “Más precisamente la política es una forma particular de afrontar aquellos conflictos que deben resolverse democráticamente” (Imanol Zubero, El País, 2004).

Pero hay problemas:

Tenemos una democracia incipiente, empezó a cobrar fuerza en el 2000 y aun la gente no sabe cómo se mastica. Para muchos solo significa ir a votar en las elecciones, y muchos otros no creen en su voto vendiéndolo por baratijas.

El pueblo espera un salvador que le resuelva sus problemas permaneciendo pasivo y distante.

El número de los desencantados y molestos crece, dados los pésimos resultados, pero no saben pasar de las diatribas a la participación. Muchos se están organizando en grupos activos, abundan.

Las grandes marchas no han cambiado nada, solo desahogan pero son más numerosas.

Se necesita participar de acuerdo a las posibilidades de cada uno donde se encuentre.

Las redes sociales desinforman deliberadamente para engañar y muchos no tienen conciencia de lo que realmente está pasando en el país, especialmente los jóvenes atrapados en ellas que no leen las noticias.

Sucede algo incomprensible en las encuestas: al que preside se le reprueba en sus resultados pero se aprueba su persona.

El problema es que ataca a las instituciones autónomas que favorecen la democracia lo cual pone en jaque seriamente al país. La revocación del mandato tiene un fin: acrecentar y blindar su poder a toda costa.

El costo de oportunidad, lo que se deja de gastar en prioridades más urgentes, es carísimo.

La militarización crece donde abunda el presupuesto, no va a ser fácil reubicarlos porque se acostumbrarán al dinero gastándolo sin rendir cuentas claras. Las dictaduras no fuesen posible sin los militares comprados.

A pesar de la creciente Guardia Nacional la violencia, las masacres son imparables, más virulentas y más despiadadas y lo peor: sucede entre vecinos.

Éramos una nación pacífica. México encabeza 8 de las 10 ciudades más violentas del mundo, totalizando 18 de 50 (Forbes)

El narcotráfico, el lavado de dinero, la corrupción, la política centrada en sus propios intereses, la concentración y sumisión del poder al presidente, la falta de justicia, la impunidad, la pasividad ciudadana y la ignorancia, han sido el caldo de cultivo de la creciente descomposición del país.

¿Para qué sirve la política?

Resulta clave en estos momentos tan críticos responder esta pregunta y dejarla de ver como suele verse: como algo malo de lo que es mejor mantenerse alejados por ser dominio de bribones y corruptos, salvo muy honrosas excepciones.

Excepciones de valientes, cada vez más numerosos, levantan su voz en el congreso pero el sistema los sigue ahogando por la sempiterna mayoría levanta-dedos incondicionales al que gobierna en turno, aplaudiéndole en esas trágicas decisiones que nos retrasaron por décadas traicionando al país.

De eso estamos ya muy cansados. Fueron 8 décadas de una dictadura de un solo partido que gobernó a su antojo y que Vargas Llosa llamó “La dictadura perfecta”. “Es la dictadura camuflada; tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido.” (El País, 1990)

Evitemos otra dictadura que amenaza ser peor.

¿Crees que la historia se está repitiendo?

paulchavz@gmail.com