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Mañana se cumplirá una semana del Jueves Negro en Culiacán, que ha causado tanta polémica y, sobre todo, división entre la gente, que ha utilizado las redes sociales para incendiarlas con comentarios, tanto en pro como en contra, sobre la controvertida liberación de Ovidio Guzmán López. Todos somos expertos desde nuestras cómodas trincheras. Hay quienes dicen que con esa medida se evitó la muerte de muchos inocentes, pero nada de eso hubiera sucedido si como tanto se ha dicho, el operativo hubiera sido planeado, organizado y efectuado de manera inteligente, sin dejar posibilidades al aire. Por eso se llaman servicios de inteligencia, que en Estados Unidos o algunos de Europa, los ciudadanos ni se percatan que se está llevando a efecto un operativo de esa naturaleza bajo sus narices, hasta que sale en las noticias. Sobre si estuvo bien o fue una señal de debilidad del Gobierno es como atizar el fuego, ya que cada quien tiene sus opiniones al respecto, muy encontradas, pero lo que sí quedó sin ningún resquicio de duda es que solamente se confirmó lo que ya se sabía desde hacía muchos años. Con lo que no estuvimos de acuerdo fue con la actitud del Presidente López Obrador, quien en su mañanera, en lugar de inspirar tranquilidad o algo de aliento en su mensaje, salió a su estilo: a echar bronca a la prensa fifí y a sus adversarios, los conservadores, como por enésima vez los llamó, polarizando aún más a la sociedad, a tono con su política ambigua, pues mientras hace un llamado a la población a unirse, él mismo se encarga de separarla etiquetando a los que no piensan como él o no están de acuerdo con su ejercicio del poder. Sobre lo que Alfonso Durazo dijo en la rueda de prensa del día siguiente no era novedad, ya que desde que estaba el safarrancho en todo su apogeo, todos comentábamos de lo precipitado de esa acción por parte de Gobierno, además de que su declaración estuvo contradictoria. Por su parte, Estrada Ferreiro, el Alcalde de Culiacán, dijo que eso fue una circunstancia ¡“equis”! Y para estar a tono con sus altos mandos, el Ayuntamiento de Mazatlán hizo lo propio, difundiendo un boletín en el que avisaba que había reforzado la seguridad en accesos y salidas de Mazatlán el día del “culiacanazo”, sin nos permiten esta expresión. Asimismo, informaba que El Químico estaba en Playa del Carmen en el primer Encuentro Nacional de Centros de Atención y Protección al Turista, pero que se mantenía atento a todo lo que se registraba en la capital sinaloense. Hace dos semanas, en este espacio, hicimos la observación que cuando ocurre algo, el Alcalde está en otra parte, pero eso sí, “al pendiente”. Luego, el comunicado siguió con esto: “En Mazatlán, donde se rompen las olas, la ciudad del Carnaval, las actividades económicas, laborales y habituales transcurren de manera habitual”; inmediatamente después de leerlo, nos quedamos con cara de “what?!”. Sacar a colación los dos lemas de esta administración en un comunicado de esa naturaleza nos fue inaudito. Es cierto que se trata de infundir calma, pero tampoco de banalizar una situación; se trata a fuerzas de posicionar lo que ahora llaman marca en la arenga política, como si la política fuera un producto comercial. “Donde se rompen las olas”; la cabeza se rompió a quien se le ocurrió esa frase tan trillada. En Hawai, Australia y Sudáfrica, allá sí que se rompen las olas. “La ciudad del Carnaval”, cuando Río de Janeiro ostenta ese título por antonomasia a nivel mundial porque decir su nombre es sinónimo de Carnaval y viceversa. Triste para nosotros, pero es la verdad. Si en Mazatlán, la presentación del tema carnavalero y candidatos es el preámbulo para darse una idea de cómo va a estar la fiesta en febrero, pues entonces lo que vimos el sábado 12 de octubre nos anticipa un Carnaval nada por cumplir. Desde que nos enteramos del nombre, Somos América: Pasión, Alegría y Esperanza, pensamos en un festival escolar con ese título tan “sesudo” y también que sería el Carnaval del danzón, la rumba y la samba; eso fue lo que vimos, un festival de escuela con una serie de bailables consecutivos. Entre los bloques para presentar a los candidatos, se presentaban alrededor de cuatro coreografías, según representativas de cada país de Latinoamérica. Decimos según, porque escuchamos canciones que han sido éxitos actuales que no son la música tradicional de esos lugares, así como el vestuario, que la mayoría no era el típico del país que representaba, sobre todo el último número, que sonó más a rock and roll y las camisas de los bailarines no eran típicas de ningún punto de América del Sur, pues los estampados eran los que se usaban en la época hippie de los 60. Y otra observación, se debería llamar Somos latinos, ya que Estados Unidos y Canadá no figuraron en el programa, cuando ocupan una gran parte del territorio continental y son sus dos potencias. Al principio, una multimedia que ni al caso, aunque los galeones en la proyección, imaginamos que se debieron a que fue el Día de la Raza, con una voz en off que más bien parecía de anuncio y no la de un narrador de historias, sin matices y siempre en el mismo tono. En los monitores aparecieron los carnavales en orden cronológico, con su nombre y año, por lo que fue obvio adivinar que veríamos al final de la lista “Carnaval ¿2020?”; así ocurrió y después estuvo proyectado constantemente en una supuesta pantalla de agua que ni lucía al fondo del escenario más escueto que hemos visto en alguna presentación del tema. Nunca entendimos el personaje que predominó sobre el escenario, imagen de este Carnaval, en mallones que daban la apariencia de estar grafiteados con unos rostros inexplicables pintados y el resto del atuendo era a base de retazos multicolores deshilachados. Cuando aparecieron las reinas actuales, cada una por separado, saludando al público, este personaje salió caminando atrás de ellas, también saludando al público, pero como imitando de manera chusca a las reinas, en alusión a que así saludaban ellas, lo que se vio como si fuera burla. Ahí están las transmisiones por si gustan verificar. Una vez más, confirmamos que esta dirección de Cultura se siente arriba de su ladrillito, pues lo que jamás habíamos presenciado en todas las presentaciones que hemos asistido fue un servicio de meseros para llevarle bebidas, principalmente, a quienes estaban en primera fila de la zona VIP, a directivos de Cultura. Tanto que señalaron a la administración pasada como elitista y ahora, mírelos a ellos. Claro que no podía faltar, en toda esta comparsa mal hecha, el Alcalde Luis Guillermo Benítez Torres, que eso sí, nunca se pierde estos eventos, al igual que la presidenta de DIF Mazatlán, Gabriela Peña Chico, quienes al final se pusieron a mover al ritmo de la música junto con los bailarines que bajaron del escenario, mientras el resto del público, o sea el pueblo, hasta atrás y separado por vallas. Una presentación desangelada, sin emociones, ni clímax, sin una historia fantástica, equis, que es inadmisible con todos los recursos tecnológicos que hay para eso. No le llegó al público y mucho menos atraparlo, pues ni cuenta se dio cuando se dio el nombre del Carnaval al final, porque no supieron generar esa expectativa que se logra captando la atención. No saben cómo hacerlo. Para prueba, nos tocó estar sentados junto a una mamá que llevó a dos pequeños y el que tenía sobre su regazo nos dijo que ya estaba aburrido con los bailes, mientras el otro estaba con una cara de “ya sáquenme de aquí”. Al día siguiente, esa mamá nos comentó que cuando se retiraban de la presentación, ambos hijos le pidieron que no los volviera a llevar a eventos tan enfadosos como ese. La vox pópuli es que los niños dicen la verdad y con ese comentario infantil, esto puede ser el termómetro del Carnaval que viene.
Lo que ya viene es la Tarde de Casino del Club de Leones, a partir de las cuatro de la tarde de este viernes 25 de octubre, en sus instalaciones, que organiza su Club Filial Centenario. El donativo es de 250 pesos e incluye carta para jugar bingo, participar en una tómbola de regalos con cortesías de hoteles y restaurantes, además de disfrutar de merienda, servicio de café y refrescos. También con el boleto hay oportunidad de ganarse un regalo sorpresa y más obsequios. Hay más informes al 994 9340 y al celular 669 153 2255. Lo recaudado se destinará a la compra de despensas para repartir en comunidades vulnerables para su cena de Navidad. Ayudar a los otros es un ejemplo que debemos practicar.