Óscar Jared Álvarez Otáñez nació con la música en el alma
Por Eduardo Niebla Álvarez* y Rodolfo Díaz Fonseca*
“Nací con la música en el alma, no solamente porque vine al mundo el 22 de noviembre de 1973, día en que se celebra a la Patrona de los Músicos, Santa Cecilia, sino porque provengo de una larga fila de creadores artísticos”, dijo el reconocido trombonista Óscar Álvarez Otáñez.
La savia musical corre por las venas de Óscar. No se trata de un músico aficionado o improvisado. Su familia ha cobijado a una gran constelación de artistas; su bisabuelo, Don Ramón Álvarez, tocaba en el pueblo de Tacuichamona el cornetín (especie de trompeta sin émbolos o pistones) en el Siglo 19.
Su abuelo paterno, Don Pedro Álvarez Martínez, originario de también de Tacuichamona, destacado maestro de música en la ciudad de Culiacán, tocaba el saxofón y el clarinete; su abuelo materno, Don José Otáñez, tocaba la trompeta; y, su padre Rogel Álvarez Lizárraga, a quien acompañaba desde los 14 años para trabajar como ayudante en la Banda Culiacán, tocaba el saxofón y clarinete.
En ese tiempo, Óscar cursaba el segundo año de la educación preparatoria y se interesó por aprender a tocar algún instrumento musical.
Intentó inscribirse en la Escuela de Música, pero su padre estuvo en desacuerdo porque había prometido cursar la carrera de ingeniería industrial.
En tercero de preparatoria, aún sin el consentimiento de su padre, logró inscribirse en la Escuela de Artes José Limón, de Difocur, contando con la dirección de dos excelentes maestros: Manuel “El Chino” Flores y el trombonista Alejandro Mijares, ambos ya fallecidos.
El camino de la vida no es siempre recto o directo. Óscar se inscribió en la Escuela de Música para estudiar clarinete, pero la demanda para aprender a tocar ese instrumento era muy alta, por lo que el maestro Mijares le sugirió otros instrumentos de aliento (oboe, corno francés, barítono, fagot), pero Ernesto Monzón lo derivó hacia el trombón e, incluso, lo apoyó con una boquilla y toda su experiencia.
Una pequeña dificultad fue que en Difocur tomaba clases de trombón de vara, mientras que en la banda usaban trombón de émbolos o pistones, pero cuando hay vocación y ganas de aprender cualquier obstáculo se allana.
Óscar cursó dos años en Difocur, después se inscribió en la Escuela de Música de la UAS en 1996 y tuvo como maestro al gran mentor Manuel Altamirano. Consolidar la vocación no es tarea fácil y sencilla. El dominio del instrumento requiere mucho esfuerzo, dedicación y sacrificio. El padre de Óscar había sido muy claro: “o destacas como trombonista o le buscas por otro lado”. Por consiguiente, estudiaba el trombón y practicaba día y noche.
Su primera oportunidad se la ofrecieron en la Banda Culiacán, donde por ser principiante le pagaban solamente el 50 por ciento del sueldo. Estas pruebas sirvieron como acicate para que redoblara sus esfuerzos y fortaleciera su voluntad para luchar por alcanzar el 100 por ciento.
Ahí compartió la sección del trombón con Ernesto Monzón, quien más que compañero se convirtió en gran amigo que le transmitió toda su experiencia.
Uno de sus más caros sueños era tocar en la Banda Tierra Blanca, dirigida por el mejor trombonista de ese tiempo en la ciudad de Culiacán, Tomás Sandoval, quien lo invitó a integrarse y a desenvolverse más profesionalmente.
Por fin, en diciembre de 1996 se hizo realidad una de sus metas más acariciadas: tocar en la Banda El Recodo de Don Cruz Lizárraga. En efecto, el representante musical Miguel Ramírez le llamó y lo invitó a integrarse en enero de 1997.
El 14 de enero de 1997 fue su primer concierto. Subió al escenario con emoción y nerviosismo, y suplió al excelente trombonista Roberto Lizárraga, “El Güero Colorado”, quien ya descansa en paz.
Aquel adolescente de 14 años que traía tatuada la música en el alma, ha ya madurado. Su vasta experiencia musical la ha permitido pisar escenarios de todo el mundo: Estados Unidos, Japón, Australia, Alemania, Francia, Italia, Rusia, Marruecos, Sudáfrica, Guatemala, Nicaragua, entre otros países y continentes. Y lo mejor, asegura, está por venir.
Óscar Jared Álvarez Otáñez
Nació en Culiacán, Sinaloa, el 22 de noviembre de 1973.
Sus padres son: Rogel Álvarez Lizárraga y Delia Josefina Otáñez Osuna.
Hermanos: Jael Guadalupe, Inna Teresa, Rogel y Janeth.
Está casado con Selene Judith Camarena López y sus hijos son Óscar Jared, Marlon Gael, Valeria Giselle Camarena.
Estudios: En el kinder Dr. Baltazar Izaguirre Rojo, su primaria la cursó en la Sócrates y Juan Escutia; la secundaria en la Federal No. 4 y la preparatoria en la Emiliano Zapata de la UAS.
*Eduardo Niebla es escritor y Notario Público
*Rodolfo Díaz Fonseca es columnista de Noroeste, autor de la columna Ethos.