"Juanito, el soldado de guitarra y pelo largo que dejó más que su arte: siempre estuvo para ayudar"
CULIACÁN._ A Juanito, el percusionista Héctor Cuén el “Compaye” lo define con palabras de Fernando Delgadillo: un soldado de guitarra y pelo largo.
Un aficionado a la historia del comandante Ernesto "Che"Guevara, de Fidel Castro o de Simón Bolívar, un trovador que tomaba las canciones de Silvio Rodriguez, de Joan Manuel Serrat o de Joaquín Sabina, las modificaba, les metía su magia y terminaba haciéndolas suyas.
“La magia de Juanito son sus versiones, tú vas a escuchar a Sabina, Serrat, a Silvio, pero no son sus versiones, porque Juanito se las apropia, se adueña de sus rolas y es algo muy singular en él; entonces, tú vas a escuchar a Silvio, pero no la versión de Silvio, es 'Juaniteada', por decirlo así”, dice Héctor.
El Compaye, quien por 11 años ha compartido escenarios con Juan Jiménez, recuerda cómo Juanito se puso la camiseta por muchos antes de perder la batalla contra el coronavirus la tarde de este miércoles y así fue desde que lo conoció.
“A Juanito yo lo conocí por ahí del 2007, porque un amigo me llevó ahí al San Remo. Obvio, como Sabinero que es uno, encantado con las rolas”, recuerda Héctor.
“Y lo estuve viendo, en el café Riquer después de que salió del San Remo, yo tocaba con otra banda, y ya después le abrieron en el Peor para el sol; yo recuerdo que yo tocaba en Las Ventanas, en ese entonces, y de Las Ventanas me iba al Peor al 'after' y a 'echar el palomazo'... después Juanito me pidió que si le podía echar la mano con el cajón, los fines de semana, y ya son 11 años de echarle la mano los fines de semana”.
Juan Jiménez nació el 27 de marzo de 1970 en la Ciudad de México. El Compaye no recuerda muy bien cuándo ni por cuánto tiempo, pero radicó en Oaxaca un tiempo antes de venir a radicar a Culiacán a los 15 años.
Pero para muchos, la leyenda de Juanito comenzó en un sótano acondicionado que fue el bar San Remo, en el céntrico hotel San Francis, ubicado por la calle Mariano Escobedo, entre la General Domingo Rubí y Juan Carrasco.
Unos años después llegó como la estrella principal de las tardeadas de fin de semana en el café Riquer, un negocio ubicado frente a la plazuela Antonio Rosales, con un pequeño templete de concreto y pared pintada de amarillo y rojo.
“Mucha gente que lo viene siguiendo desde el San Remo, otra gente que lo conoció en el Riquer y muchísima más de ahí del Peor para el Sol, que se declaró fan fan de su trabajo...”, recuerda.
“Cuando inicié con Juanito hicimos 'química', en la parte de cómo lo seguía (con el cajón peruano), creo que esa química que hicimos también le da mucha vibra a lo que él también hace, y ahorita se nota con la respuesta de la gente, eso de que cómo nos hablan para preguntar por su salud, han aportado económicamente para los gastos de hospitalización”.
Otra parte importante en la vida de Juan Jiménez es que no sólo se limitó a alegrar a las personas con su guitarra y su particular tono de voz, sino en la nobleza de su carácter y más aún con sus acciones.
“Juanito se ha dedicado no solo a compartir su trabajo, su arte, sino que también ha ayudado mucho a quien ha necesitado”, recalca.
Una vez ayudó al hijo de un empleado de su bar Peor para el sol, quien estaba enfermo de gravedad. Los procesos de la actriz y cantante Itzel Navidad y de un amigo cercano los hizo aportando su tiempo y talento para conseguir donaciones.
Durante la cuarentena, muchas personas en el encierro pudieron disfrutar de la música de Juanito y el ambiente del Peor para el Sol con la organización de por lo menos dos conciertos en los que pedía donaciones.
“... pero esas donaciones no eran para él, era para el staff del bar, para los meseros, para los de la barra; yo tenía mi trabajo y él tenía el apoyo de Francis (esposa de Juanito), que también tenía trabajo y todo esto, lo que pedía donaciones fue para apoyar a los muchachos de ahí del bar, darles algo, porque él les estuvo pagando un tiempo con el bar cerrado, pero con las transmisiones en vivo se ayudó un poquito a los muchachos para que tuvieran algo ahí”, señala.
“Es un ser humano de un gran corazón, una muy buena persona, siempre ha estado para ayudar...”.
Juanito acudió a una presentación privada el 1 de diciembre en el quinto piso del edificio Eldorado; durante la velada, se le comenzó a cerrar la garganta.
Unos días después comenzó a sentir el resfriado y picazón en la garganta hasta que el 8 de diciembre comenzó a sufrir la falta de aire.
“Nos cayó muy de sorpresa, porque fue algo que se empezó a sentir un poquito mal de la garganta, como un resfrío y de un día para otro empezó a tener dificultad para respirar, hasta que cayó al hospital”, lamenta.
“A partir de ese día estuvimos platicando diario y me empezó a decir que batallaba un poquito para respirar y así fue gradualmente”.
El 17 de diciembre, Juanito fue ingresado al Hospital Civil por las complicaciones, y niveles de oxigenación bajos; se mantuvo delicado pero estable hasta la noche del 22 de diciembre, cuando los médicos valoraron intubarlo.
Juanito soportó la noche, pero a las 9:00 horas de hoy 23 de diciembre tuvo que ser intubado, debido a que ya no reaccionó de manera positiva, hasta que dejó de existir después de las 13:00 horas. Descanse en paz.