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"CINE"

"VÉRTIGO 'La última ola'"

"Este cuarto filme de Roar Uthaug es una sólida cinta spielbergiana de desastres."
02/09/2016 09:27

Ernesto Diezmartínez

La última ola (Bolgen, Noruega, 2015), cuarto largometraje de Roar Uthaug, es una sólida cinta spielbergiana de desastres. Estamos en Geiranger, un pueblito costero noruego que básicamente vive de sus turistas que llegan de todas partes a disfrutar de los escenarios idílicos, dignos de tarjeta postal. 

El geólogo Kristian Eikjord (Kristoffer Joner), en su último día de trabajo -ha aceptado una nueva chamba en una compañía petrolera- ve signos ominosos que señalan que las majestuosas montañas Akerneset que rodean Geiranger sufren movimientos que podrían provocar derrumbes que, a su vez, causarían un devastador tsunami.

La bronca es que nadie le cree a Kristian, en parte porque el tipo tiene fama de obsesivo -su mujer Idun (Ane Dahl Torp) tiene la esperanza que al estar lejos de las montañas él finalmente podrá concentrarse en ella y en sus dos hijos, el adolescente Sondre (Jonas Hoff Oftebro) y la niñita Julia (Edith Haagenrud-Sande)-, en parte porque su jefe (Fridtjov Saheim) no quiere ahuyentar a los turistas en temporada alta, cual el alcalde ojete de Tiburón (Spielberg, 1975).

Uthaug construye durante 47 minutos una atmósfera de auténtico suspenso -nosotros sabemos del desastre inminente, Kristian lo intuye también, pero el resto del pueblo y sus turistas no-, de tal forma que cuando el tsunami llega y todos tienen sólo 10 minutos para llegar al lugar más alto posible para evitar ser ahogado por la enorme ola de 80 metros, el espectador está suficientemente enganchado como para sentirse emocionado de verdad. A estas alturas del juego, para rizar el rizo spielbergiano, Kristian tendrá que ¿por vez primera? ser un verdadero padre, dispuesto a todo para salvar no sólo a su esposa, sino a su distante hijo adolescente, quienes están atrapados en el hotel en donde ella trabaja.

Como en su no tan lejano debut, el buen slasher-film Escalofrío (2006), Uthaug demuestra aquí que sabe manejar los resortes del género, en este caso del cine de desastres. Más allá de los funcionales efectos digitales -tan efectivos como en cualquier cinta hollywoodense-, tiene emocionantes escenas de acción bajo el agua, algunos giros dramáticos inesperados y un desenlace que, por un momento, parece que irá por un camino distinto al esperado, casi herético. Al final de cuentas, no sucede así: la influencia spielbergiana termina ganando la partida. Y qué bueno que sea así.

Comentarios: en el blog cinevertigo.blogspot.mx, en la cuenta de twitter @Diezmartinez y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com