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"VÉRTIGO: 'Estación Zombie: Tren a Busán'"

"Es el cuarto largometraje –pero primero de acción viva- del especialista en animación Sang-ho Yeon (extraordinaria opera prima 'El rey de los cerdos'/2011)."

En esta columna suelo quejarme tiro por viaje de la pésima distribución cinematográfica en esta ciudad: rara vez llega a Culiacán otro tipo de cine que no sea el hollywoodense –y, por desgracia, además, el más malo. 

Pero honor a quien honor merece. He aquí el estreno nacional, insólitamente, de una cinta sudcoreana: Estación Zombie: Tren a Busán (Busanhaeng, Corea del Sur, 2016), cuarto largometraje –pero primero de acción viva- del especialista en animación Sang-ho Yeon (extraordinaria opera prima El rey de los cerdos/2011). 

El porqué de la excepción es obvio: estamos ante una espléndida cinta de género –entre la acción y el horror- que se apropia eficazmente de las reglas del cine hollywoodense, que presume sus influencias más claras sin banalizarlas y que, como el más taquillero cine sudcoreano conocido internacionalmente –El huésped (2006) y El expreso del miedo (2013), ambas de Joon-ho Bong-, no renuncia al agudo comentario social.

Seúl, tiempo presente. El asesor financiero Seok-woo (Yoo Gong) lleva en tren a su pequeña hija Soo-an (convincente Soo-an Kim) a que visite a su madre. Desde las primeras escenas queda claro que el tipo, distante y frío, no es el mejor papá del mundo. Divorciado, la niña es criada por la mamá de él, pues la ex esposa vive en la Busán del título. Sin embargo, cliché  spielbergiano obliga, ya sabemos qué sucederá cuando el peligro estalle: el egoísta Seok-woo no solo aprenderá a ser un buen padre sino que, en el trayecto, entenderá el valor del bien común y, en última instancia, del sacrificio.

Como en el clásico primigenio La noche de los muertos vivientes (Romero, 1968), Yeon no se preocupa en explicar a detalle el origen de los zombis que, en realidad, son más bien hiperquinéticos “contagiados” al estilo de Exterminio (Boyle, 2002) y no lentos muertos vivientes al estilo de Romero. Queda claro que una compañía biotecnológica es la responsable de la creación del infaltable virus –compañía que, por cierto, es apoyada financieramente por la oficina en la que trabaja Seok-woo- pero es toda la información que recibimos. Desde que nuestros protagonistas suben al tren hasta el conmovedor y emocionante final, una perfecta mezcla de acción y el horror es el tono dominante en la cinta.

Como suele suceder en este tipo de filmes, el guión escrito por el propio director Yeon nos presenta a un pequeño grupo de personajes que irán desapareciendo en la medida que van sucumbiendo ante la imparable horda de zombis y/o infectados: además de nuestro protagonistas y su hijita, tenemos el matrimonio formado por el rudo de buen corazón Sang Hwa (carismático Dong-seok Ma) y su también ruda esposa embarazada Sung Gyeong (Yu-mi Yung), un equipo de jóvenes beisbolistas, un par de ancianitas, el conductor del tren, un vagabundo y el auténtico villano de la película, un ojete ejecutivo (Eui-sung Kim) que, por supuesto, resultará más letal que todos los zombis juntos. Aquí, como en las ya mencionadas películas dirigidas por Bong, la alegoría socio-política podrá resultar todo lo obvia que usted quiera pero, también, es muy efectiva: los zombis resultarán ser el perfecto catalizador para despertar los peores impulsos en nuestra sociedad.

Antes anoté la clara deuda que tiene Yeon con respecto a su personaje central: su mal padre redimido al mejor estilo de Spielberg (cf. La guerra de los mundos/2005). También habría que anotar la influencia spielbergiana en las complejas y emocionantes escenas de acción que se van sucediendo, cada una más intensa que la otra, hasta el emotivo final. 

Para acabar pronto: si Spielberg hubiera dirigido una cinta coreana de zombis, habría hecho algo muy parecido a este filme. Y no se me ocurre un mejor elogio que este.

Comentarios: en el blog cinevertigo.blogspot.mx, en la cuenta de twitter @Diezmartinez y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com