Los había olvidado y, por lo mismo, cuando suenan los acordes de la mítica partitura que Bill Conti escribió para Rocky (Avildsen, 1976), el derechazo recibido fue más contundente de lo que esperaba. Hasta ese momento, Creed II: Defendiendo el legado (Creed II, EU, 2018) había funcionado, mal que bien, como otra secuela más de Rocky. Acaso mejor actuada, no mal realizada, pero sin ningún elemento particularmente destacable: el típico palomazo de fin de semana.
Sin embargo, por un momento, aunque sea por unos segundos, cuando suena la música de Conti y vemos al heredero del extrovertido y fallecido campeón de pesos completos Apollo Creed, Adonis (Michael B. Jordan), enfrentarse a Viktor (Florian Munteanu), el monstruoso hijo del boxeador ruso de infausta memoria Ivan Drago (Dolph Lundgren, por supuesto), es difícil contener la emoción. Estoy consciente que esto se debe, más que nada, a la larga historia que conocemos de los personajes y, sobre todo, a la historia que compartimos con ellos. Y es que Creed II es, claro, la secuela de la muy superior Creed: Corazón de campeón (Coogler, 2015) pero también la continuación tardía pero inevitable de Rocky IV (Stallone, 1985).
El guion, escrito por el propio creador de la saga, Sylvester Stallone, en colaboración con el debutante Juel Taylor, avanza previsiblemente de principio a fin, pero no carece de algunas capciosas vueltas de tuerca. Por ejemplo, en esta ocasión, el “Rocky” de la historia –es decir, el modesto retador que no tiene nada que perder- es el villano, el ucraniano Viktor Drago, mientras que el campeón demasiado satisfecho de sí mismo y, al mismo tiempo, confundido porque no sabe bien a bien qué significa estar en la cima del mundo, es nuestro protagonista, el carismático Adonis Creed.
También hay otro elemento argumental bien desarrollado: tanto el propio avejentado Rocky (Stallone, en tono menor, casi subactuándose) como su resentido rival Ivan Drago y el nuevo y confundido campeón Adonis, tienes asuntos familiares que resolver, por lo que las peleas en el ring tienen una carga melodramática extra, pues hay broncas entre padres e hijos (biológicos o no), desafíos que un nuevo padre tiene con su hija recién nacida, y hasta asuntos pendientes entre un hijo de pocas palabras y su distante madre que lo abandonó cuando niño (nada menos que una reaparecida Brigitte Nielsen).
Al final de cuentas, Creed II, dirigida con eficacia por el cineasta indie Steven Caple Jr., funciona como una buena entrada de la saga de Rocky, iniciada en 1976 y continuada a través de otras seis secuelas, entre ellas la mejor de todas, la ya mencionada Creed: corazón de campeón. Es cierto que para todos los involucrados no es un logro menor haber mantenido viva esta serie comenzada hace más de 40 años, aunque uno se queda con la sensación que, después de esta película, no hay muchos otros caminos que recorrer. A menos, claro, que Stallone tenga planeada la despedida cinematográfica de su personaje, con algunas peleas de Adonis como telón de fondo. Conste que yo lo dije primero… y preparen los kleenex.
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