Un ‘Elixir de amor’ alivia la pandemia
El elixir de amor fue la medicina con que la Ópera de Mazatlán superó la pandemia, la ausencia de este arte escénica por casi dos años se salvó con el montaje de esta obra cómica del italiano Gaetano Donizetti que fue montada por agrupaciones y artistas mazatlecos, un gran orgullo para el puerto hacer está afirmación.
La ópera es una de las artes teatrales más complejas, los elementos que necesita para montarse profesionalmente en un foro demandan un esfuerzo colosal de años, organización, maestros, talento, no cualquier ciudad en México se puede jactar de ello y Mazatlán a lo largo de 30 años de trabajo continuos lo ha logrado, la prueba está en la puesta de Elixir de amor del viernes pasado en el Teatro Ángela Peralta, un trabajo monumental.
El desempeño de la Orquesta de Teatro Ángela Peralta integrada, en buena medida por ex alumnos del CMA, son dirigidos por el director de orquesta Sergio Freeman, formado inicialmente en la Escuela de Música del puerto, tuvo un desempeño profesional, su sonido consiguió crear los momentos emotivos de los que está cargada esta obra que ha sobrevivido por su gracia a lo largo de más de 150 años.
El Coro Guillermo Sarabia, dirigido por Martha Félix fue junto con la orquesta la estrella de la noche, la calidad de las voces y su potencia llenó la atmósfera de la sala. Tan solo 20 voces lo conforman y se escucha como si fueran 50, sus entradas seguras potentes, su musicalidad, la diferenciación clara de cada una de sus cuerdas consiguió que cada una de sus intervenciones fuera brillante y por lo tanto gozosa.
La soprano pata salada Fernanda Osuna con esta ópera evidenció que dejó de ser una promesa en el canto para convertirse en una realidad vocal de la ópera, el papel de Adina le permitió desarrollar toda su potencia y impactar al público porteño.
Con el aria Prendi per mei sei libero, en donde ella, por fin después de tantos malos entendidos, abre su corazón y descubre su amor por Nemorino, llevó su voz a las alturas y envolvió a los espectadores con sus gorjeos, deslumbró los oídos con trinos, escalando notas agudas, llegando a emocionantes alturas en uno de los momentos clímax de la obra.
El sargento Belcore fue interpretado por el talentoso Rodolfo Ituarte, su natural bis cómica y su entereza para estar en el escenario le dio a este personaje un toque jocoso que el público disfrutó, arrancando sonrisas del público.
La correcta y en momentos brillante dirección escénica de Eduardo Tapia, también un talento local, logró hacer fluir coherentemente la sencilla trama de el amor entre dos jóvenes que está rodeada de malos entendidos y de inocentes y por lo mismo, tiernas escenas.
El tenor César Delgado, también egresado del Coro Guillermo Sarabia y del Taller de ópera de Enrique Patrón, no desarrolló la potencia a la que nos tiene acostumbrados, afortunadamente el Aria estrella de la ópera Una furtiva lágrima lanzó la fuerza de su voz para delicia de los asistentes.
La herencia del escenógrafo y carrosista del Carnaval Jorge González Neri (qepd) se vio reflejada en el tratamiento de los colores y la definición de la composición escénica, fue sin duda el que mejor consiguió lograr un equilibrio en las escenografías de ópera montadas en el puerto.
Un gran ausente
El gran ausente en esta ópera fue el maestro Enrique Patrón de Rueda, quien a lo largo de 30 años ha sido el que hizo nacer e impulsar con constancia año con año la ópera en Mazatlán, él fue el que trajo estas artes escénicas a Mazatlán con el Festival Cultural Sinaloa en 1987.
El fue el acicate para crear y sostener a lo largo de los años El Coro Ángela Peralta, El Coro Guillermo Sarabia y la Orquesta del Teatro siempre estuvo asesorada por él para contratar músicos y directores de calidad.
Él ha formado generaciones de cantantes profesionales locales y nacionales en el Taller de ópera que lleva su nombre, si existe la ópera en Mazatlán es gracias a que Patrón de Rueda ha trabajado incansable y pacientemente por crear esa joya para el puerto.