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Columna

Un dolor que puede evitarse

Lo bueno del mal es que despierta las conciencias. Y justo esto es lo que nos está pasando ahora
FACTOR HUMANO
23/04/2022

Escribía otro tema cuando la noticia de la aparición del cuerpo de una muchacha de 18 años que ha conmovido a Monterrey, a la nación entera y a personas de otros países, cautivó mi atención y más la declaración de los padres dolidos e indignados ante el hallazgo.

Escuchar las palabras que salen de un corazón desgarrado ante la fatalidad y ante la ineficiencia y o complicidad de las autoridades para buscar a su hija desaparecida desde el día 9 y encontrada el 22 de abril, aparte de otras muchachas desaparecidas últimamente en ese mismo estado, merece que nos apliquemos para que esto se reduzca y no se queda en protestas estériles.

Las marchas no resuelven nada en el fondo, ejercen sí una presión temporal y son desahogos masivos. Esos mismos reclamos ante el gobierno de la sociedad, de los periodistas llenos de miedo cuando matan a los suyos, no han impedido parar las cifras mortales y la de los desaparecidos que aumentan generando más angustia.

Hay una realidad: Mientras las mujeres marchan los feminicidios aumentan.

Saber exigir cuentas

Los mexicanos tenemos que aprender a exigir cuentas a los gobernantes de una manera más eficaz y proactiva unidos, pues ellos mismos se protegen.

La sociedad apenas empieza a despertar de su letargo ciudadano, que es tanto que pareciese que para tomar conciencia requiere de un tsunami de más violencia y de las mentiras y malas gestiones de sus gobernantes.

Lo bueno del mal es que despierta las conciencias. Y justo esto es lo que ocurre.

La separación del binomio gobierno y sociedad ha provocado un gobierno autista que simula gobernar y proteger a la sociedad y una sociedad permisiva y esquizofrénica con doble moral. Por un lado permite y tolera el mal, por otro lo reclama cuando se ve afectado cuando le duele directamente con gritos y reclamos de justicia que el tiempo borra infructuosamente.

La violencia nos duele cada vez más ¿Quién no ha sido víctima de ella directamente?

Pero seamos más honestos y vayamos más a fondo. Es un hecho que la población mexicana “tolera” el narcotráfico facilitando el lavado de dinero, la juventud los emula con sus corridos, aspiran a ser como ellos y lo más importante: fomentando la demanda de enervantes consumiéndolos.

Entre más demanda más se empoderan. Reduzcamos entonces la demanda estando cerca de nuestros hijos.

La eterna corrupción de los políticos les abrió las puertas, “los abrazos” parecen ser un sello.

La alianza gobierno narcos y la permisividad de la sociedad está destrozando al país. Reconozcámoslo y seamos honestos. No se trata de solo echar culpas y de reclamar que las autoridades cumplan e impartan la justicia, cuando desde arriba ellos mismos no ponen el ejemplo.

El narco es un cáncer social que descompuso terriblemente al país. Malamente la piel se nos ha vuelto más gruesa. Pero cuando se trata de los hijos, más de las hijas, la sociedad rasga sus vestiduras indignadas. Y tiene razón.

Bukele en El Salvador sorprende al mundo porque al fin ha puesto mano dura a los Maras, alentados desde afuera para desestabilizar, en realidad son terroristas, con una estrategia los está reduciendo.

Esa mano dura no se ve por aquí y hace mucha falta.

¿Qué hacer directamente?

Ocupémonos de lo más cercano: nuestros hijos. No seamos permisivos con ellos, investiguemos a donde suelen ir, que hacen, ponerles límites de horarios, ir por ellos, asegurarse, no dejarlos libres como el viento, que tengan responsabilidades.

A las mujeres hay que enseñarles a vestir recatadamente, a no abusar del alcohol y enseñarles a beber, imposible que compitan con los hombres, y sobre todo a hacerse respetar, una mujer que inspira respeto suele ser respetada. Investiguemos a sus amigos ¿Lo son realmente? ¿Conoces a sus familias? ¿A sus pretendientes? ¿Sus redes sociales? ¿Estás seguro dónde andan?

¿Cómo les hablas? La violencia empieza con las palabras. ¿Platicas con ellos, te cuentan sus cosas? esto es fundamental, la comunicación y la confianza abren sus corazones y facilita que los ayudemos, lo necesitan.

Muchos funerales terminan donde no se pudo o no se quiso impedirse a tiempo un camino que se fue torciendo gradualmente ¿Para qué correr ese riesgo y ese terrible dolor de conciencia que no se quita con nada?

Los valores morales si no se respetan cuestan infelicidad y roban la paz. El dinero, ni los autos de lujo los suplen ¿Para qué aparentar?

No se puede negociar con el mal: lo que está mal está mal y punto. Por otro hay que favorecer las virtudes, la responsabilidad, que compartan tareas en casa, la hora en que se despiertan y se acuestan, que no se aíslen en sus redes sociales.

Un hogar luminoso da buenos frutos, aunque existe el libre albedrío.

paulchavz@gmail.com