"Tchaikovsky y Enrique Patrón de Rueda"
Cuando Enrique Patrón de Rueda era un niño de 8 años vivía por la calle Venus, casi esquina con Constitución, en ese Mazatlán de poco tráfico en el que los niños caminaban y jugar en las calles.
Cerca de su casa, en Venus e Izaguirre Rojo, estaba la Academia de Danza Lupita Castro; todas las tardes ese rumbo se llenaba de niñas y jovencitas, a él le gustaba escuchar el bullicio de las voces infantiles y se paseaba por la acera.
Una tarde que pasaba por los ventanales de la academia se quedó paralizado escuchando una música emocionante, dramática, un sueño que se convertía en sonidos, fue la primera vez que escuchó la música del Pax de deux del Hada de Azúcar del ballet El Cascanueces. Quería escuchar más, en sus oídos resonaba la melodía. Hipnotizado se quedó sentado en una banca de la academia, nunca lo olvidó, quedó en su memoria emotiva.
Años después supo que el autor de esa música celestial era Priot Ilich Tchaikovski y por varios años consecutivos dirigió en el foso del teatro de Bellas Artes, cuando se acercaba la Navidad, El Cascanueces. También la ha dirigido en Mazatlán y en otras partes del mundo.
El pasado viernes, Enrique Patrón de Rueda repitió la experiencia teniendo bajo su dirección a la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, en el programa dedicado Tchaikovsky Espectacular. Esto en la Velada de las Artes, concierto que enmarcó la entrega del Premio Mazatlán de Literatura a Guillermo Arriaga por su libro El salvaje.
“Cuando lo escuché por primera vez no tenía conciencia de nada, era un niño muy pequeño, fue una experiencia, puramente emoción, sensaciones nada más. Me conmovió y quería que se repitiera eso que sentía, quería seguir escuchado música así”, compartió.
“Otra vez, en Carnaval, mis papás nos llevaron a Guadalajara y pedí permiso para ir al Cine Diana, pasaban una película rusa del ballet La Bella Durmiente, que tiene música de Tchaikosvky. Me quedé a verla dos veces y mi mamá le había hablado a la policía para que me buscaran, un drama. A mí se me fue el tiempo, no sentí el que pasó, así me fue. Con esa experiencia quedé prendado del ballet y de la música de ese compositor ruso”.
Patrón no solo ha interpretado la música del compositor ruso, también conoce su vida.
“Tchaikovsky fue un personaje muy atormentado por sus negaciones de sí mismo, además su familia no lo dejaba ser músico, lo obligaron a estudiar leyes, le tocó ser contemporáneo de Los Cinco (Borodin, Musorski, Rimski-Korkov, Cui y Balakiam) no lo aceptaron como compositor por su vena romántica, lírica, y él sufrió mucho por ese rechazó, no lo respetaban”, mencionó.
“Ese sufrimiento se escucha en su música, sus sonidos se meten por las venas de la audiencia, hasta sus escenas de alegría tienen un toque agridulce de dolor, cuando llega al clímax de su obra con la Sinfonía Patética te das cuenta de ese lenguaje lleno de espinas. Él está en el peldaño de los genios de la música junto a Beethoven y los demás”.
Un romántico empedernido
Los contemporáneos de Tchaikovski no le dieron reconocimientos porque se inclinaba por el romanticismo, explicó Patrón de Rueda.“Su música va dirigida con certeza al corazón, es un compositor muy ruso con un toque nacionalista, pero está muy conectado con todo el mundo, por eso es que su obra es tan universal”, compartió.
“Siempre me he quedado con ganas de hacer más obras de Tchaikovsky, sus ballets no se montan completos en México porque son obras monumentales, me gustaría abordarlos completos, solo se montan fragmentos o su Concierto para violín y orquesta”.
Confesó que en esta ocasión no podía decidirse por esa obra o por el de Piano y orquesta.
“Estos conciertos te dan la oportunidad de entender a un compositor y poderlo construir, interpretar con una orquesta y dárselo al público", señaló.