Desde hace pocos lustros sucede un fenómeno que está afectando tres capacidades intelectuales fundamentales: 1) La atención, 2) La reflexión y 3) La retención.
¿Las causas?
Una, la sobre información que recibimos por los chats, los correos, internet y la TV. La prueba ¿Qué tanto recuerdas de todo lo que viste y leíste hoy? ¿Qué tanto recuerdas lo aprendido en la universidad? ¿Qué comiste antier?
Otras, la mente no está donde estamos, no reflexionamos lo que leemos, hay mucha basura, y no retenemos lo que parecía interesarnos. Impresiona el tiempo dedicado a ver el celular, a leer notas, a entretenernos con las pantallas... para tan poco provecho. Además distrae mucho ese nuevo ‘chupón mental’.
Sin duda estamos más enterados pero no más fortalecidos intelectualmente, el celular se ha convertido en un apéndice cerebral, sin él mucha gente no sabe cómo sumar, ubicar una dirección, acordarse de algo o hablar o escribir fluidamente.
Poner atención
Quien pone mucha atención por el simple hecho de mantenerse enfocado se vuelve más inteligente, el vocablo inte ligere, leer dentro, lee la realidad que está atendiendo, entre más capte más intelige, de tal suerte que quien no pone atención se vuelve tonto en ese momento. Si falla la captación de la información el razonamiento del mismo será incompleto o erróneo, con más razón la argumentación y la decisión.
El refrán antiguo “por falta de un clavo se perdió la herradura, por falta de la herradura se perdió el caballo, por el caballo se perdió el capitán, por el capitán se perdió la batalla, y todo por un clavo”.
En una maestría en Dirección de Negocios en la UAS que echamos a andar en 1996 el Dr. Severiano Avena, finado, otros y su servidor, observé que muchos profesores agobiaban a los alumnos porque los ponían a leer demasiado, entonces me di cuenta de algo muy interesante: que el aprendizaje no es directamente proporcional a la cantidad de lectura, o sea... que no por leer mucho se aprende más.
Un alumno director de una empresa, ya mayor, pidió ayuda de un psicólogo para sortear el primer trimestre y logró un 10 en toda la maestría, admirable la humildad de pedir ayuda y de saber cómo resolver un problema donde muchos se ahogan. Entonces ¿Qué provoca el aprendizaje? Una serie de condiciones...
Activar la mente
La principal condición es la mente activa, la mejor manera de activarla son las preguntas, ellas son la llave para abrir y poner a trabajar la relojería interna. Pregúntate ¿Con qué intención leo esto? ¿Voy al grano en cada párrafo? ¿Lo distorsionas sin darte cuenta? ¿Lo estás disfrutando? ¿Lo conectas con tu experiencia? ¿Cómo y cuándo lo aplicaré? ¿Le ayudaría a otros? estas preguntas trazan directrices que dirigen la mente al momento de leer. En realidad la dirección de negocios empieza dirigiendo la propia mente.
Además se puede aprender más de lecturas cortas, de conferencias, de charlas, que de cursos enteros. Incluso algunas marcaron nuestra vida.
En mi postgrado en una sesión de contabilidad para empresarios de solo 75 minutos me sorprendió muchísimo que ahí aprendí más que con tres semestres llenos de ejercicios y de exámenes en la carrera. ¿Cómo fue posible? Que el expositor en vez de llenarnos de información como se acostumbra, se dedicó a preguntarnos y teníamos que responderle con el sentido común. Ese esfuerzo intelectual fue la clave. Se aprende cuando lo captado se reflexiona, se atan cabos y “caen veintes” y la prueba de ello es cuando lo repetimos con nuestras palabras sin distorsionarlo ni reducirlo.
Ahí mismo como profesor a los 25 años preparé una de mis primeras sesiones llevándome 11 horas para 75 minutos de clase, antes de entrar un amigo me preguntó el tema y le respondí como las condiciones personales influyen en la percepción de las personas, él me replicó entonces “¡Ahh, se trata de que cree el león que todos son de su condición!” en efecto le dije; en ese momento me di cuenta que él ya lo había captado al explicármelo a su manera y tan contundentemente, solo porque había activado su mente antes de empezar la clase. Si en cada evento obtuviéramos frases equivalentes bien lo recordaríamos después. Preparémonos antes de asistir con preguntas y con la mente abierta.
Si antes de dar una clase tu abuelita puede entenderte el tema entonces estás preparado para darla. La mente pasiva solo ‘cacha’ las frases sin discernirlas y las coloca en la memoria de corto plazo, puede estar atenta en el momento pero como no asocia, ni analiza, ni abstrae, no concluye ni concreta, el aprendizaje servirá para responder el examen o como mero entretenimiento y distracción como sucede con el celular.
Aprender es un placer delicioso y además nos mantiene jóvenes y alertas.
paulchavz@gmail.com