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Con la batuta de Alexandre Da Costa

Rinde la OSSLA tributo a Tchaikovsky

Da Costa, también violinista, interpretó en el concierto la Serenata melancólica, que se replica este domingo, a las 12:30 horas en el Teatro Pablo de Villavicencio
15/02/2025 16:19

La Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes rindió un homenaje a Tchaikovsky, con obras del compositor ruso del Siglo 19, en el tercer programa No. 3 de la primera parte de la Temporada 2025, esta vez con el maestro Alexandre Da Costa como director huésped y como solista en el violín.

El programa, que se replicará este domingo 16 de febrero a las 12:30 horas en el Teatro Pablo de Villavicencio, inició con la Obertura de la famosa suite El lago de los cisnes, en una gran interpretación, breve pero intensa y muy aplaudida, tras la cual el director salió del escenario para regresar luego con su violín Stradivarius Di Barbaro de 1727 y su arco Sartory.

Antes de acometer la Serenata melancólica para violín y orquesta, explicó cómo una herida en el dedo (el principal de los cuatro con que toca el violín) estuvo a punto de arruinar su participación como solista, pero al final se impuso –tras una “discusión filosófica” con otro músico- su ánimo de tocarla, aun con el riesgo de suspenderla en cuanto el dolor lo impida.

“Si les gusta, dijo, será un acto heroico, pero si no, es culpa del dedo”, bromeó entre las risas del público. Sin embargo, seguramente gustó porque la respuesta del público fue más que favorable, muy aplaudido, incluso con ovaciones.

Siguió con el plato fuerte del programa, la Sinfonía No. 4 en fa menor, opus 36, cuyo inicio con una fanfarria se interpreta como el toque de llamada del Destino (visto como la fatalidad), tema al que el mismo autor atribuyó la composición

Estrenada en 1878, se considera que la obra tiene paralelismos con la Quinta Sinfonía de Beethoven, dedicada también al Destino desde sus primeras 4 notas. Y la fanfarria, que se repite tras los momentos más felices, como el tema musical dominante y recurrente a lo largo de la pieza a lo largo de sus cuatro movimientos, cada uno explicado por el autor en una carta a un amigo:

Primer movimiento: “¡Es el Destino, es ese poder inexorable que obstaculiza el impulso hacia la felicidad!”. Segundo movimiento: “Qué triste pensar cuánto ha sido, cuánto se ha ido... Sin embargo, es dulce pensar en la propia juventud”. Tercer movimiento: “Caprichosos arabescos revolotean por la fantasía como si uno hubiera bebido vino...”. Cuarto movimiento: “¿Sigues diciendo que el mundo está empapado de dolor? No. Regocíjate en la felicidad de los demás, y todavía será posible para ti vivir”.