Esperar que otros nos resuelvan los problemas es irresponsable, hay una responsabilidad ciudadana: tomemos el toro por los cuernos como los dueños de México.
Una cara espera.
Esperar que otros vengan y nos resuelvan nuestros problemas es una ilusión que nos ha salido muy cara, aunque otras regiones aumentan sus exportaciones y prosperan, muchas zonas del país siguen atrapadas en la violencia esperando que las cosas mejoren, pero entendámoslo: así no mejorarán.
Esperar que pase el tiempo, que dejen de matarse las bandas, de robar autos, de asaltar comercios, no resolverá la violencia aunque lleguen tropas nuevas y las anteriores se vayan a otros lados para dar una sensación de firmeza.
Desconfianza institucional
En el país como en Culiacán, el toque de queda voluntario nocturno, es un síntoma de la falta de confianza en las autoridades, porque si confiáramos de verdad la vida vespertina y nocturna se reavivaría junto con la economía. Igual en otras regiones.
Muchos comerciantes esperan recuperarse en la temporada navideña o salir a flote, pero si no se reactiva en enero aparecerían más negocios cerrados, de prolongarse detonará una masa crítica que podría desalentar la economía regional y estatal que afectará a otros estados. Aún es tiempo de tomar decisiones estratégicas oportunas.
¿Crisis provocada?
Hay elementos que hemos sustentado anteriormente para creer que esta crisis económica es provocada en parte, entre otras por las prioridades del presupuesto: la pobreza, la ignorancia y la desinformación facilitan los votos y la permanencia de la 4T, incluso la violencia hasta cierto nivel.
Pero los brotes inéditos de inseguridad donde había paz rebasan al gobierno además de su complicidad e ineficacia, que lo está obligando a tomar nuevas medidas.
Nuevas reglas del juego
La violencia no solo está matando a tantísima gente, está matando la economía y el bienestar familiar y social. No dejemos que mate nuestra iniciativa ciudadana ni la capacidad de emprender.
Asimilémoslo: basar nuestra prosperidad y seguridad en la Pax Narca es una ilusión. Así como fundamentar una sólida economía con el dinero del narco. Una ilusión que nos está saliendo muy cara con los negocios cerrados, el desempleo creciente, la inflación provocada por las extorsiones, cobros de piso y los asaltos en las carreteras.
Y lo que viene más al caso: esperar que los gobernantes nos resuelvan el problema. Para resolverlo se requiere de 4 partes: la interacción de los gobernantes, del ejército, del sistema judicial y de los ciudadanos coordinados y con transparencia para que la sociedad sepa los avances reales.
Trabajo en equipo.
Nosotros no podemos ni queremos tomar las armas para defendernos... de otros ciudadanos armados que deciden ingresar al bando de mal hechores. Ciudadanos al fin. Hay organismos privados como Construyendo Paz, Súmate y otros que combaten esta descomposición social seriamente a largo plazo invirtiendo de su bolsa por una sencilla razón: les duele cada asesinato y desaparición.
Esperar que sólo las otras 3 partes nos resuelvan el problema es irresponsable. En efecto, los ciudadanos tenemos la responsabilidad de facilitar con nuestras buenas acciones, con organismos privados y empresariales, de abonar y de exigirle al gobierno el bien común y de quitarlos si no funcionan. El bien común es común. No es exclusivo de unos cuantos.
¿Voluntad política?
Agrava la solución de la corrupción ver que los gobernantes y políticos se están blindando contra la justicia a toda prisa concentrando el poder. Es decir, protegiéndose de la ley protegen también a sus cómplices, restando.
Nada suple la voluntad política, pero ya llegó el momento en que la simulación tan arraigada ya es insostenible. Hasta los mismos narcos publican qué gobernantes, políticos y del ejército están coludidos porque les daña a ellos por inclinar la balanza.
Un súper secretario de seguridad tampoco lo garantiza si continúan las complicidades y si estamos viendo que “el que manda vive enfrente” como le decían al que suplió a Calles.
¿Cómo exigirles a los generales que solo obedecen órdenes de militares? O ¿Pedirles a los políticos que combatan a sus cómplices? ¿Acaso los ciudadanos estamos exentos de tanta violencia y complicidad? Por supuesto que no.
El dinero del narco
Ha seducido por décadas a muchos ciudadanos como un encantador de serpientes, una serpiente que nos está mordiendo con su veneno de silencio e impasividad, esperando que otros, los gobernantes y parte del ejército, no pueden ni quieren resolverlo de fondo porque tienen su secretos.
Con tanta inteligencia militar, con tantas cámaras en las calles, es imposible que circulen, se armen y proliferen, que no sepan donde viven los jefes ni cómo se organizan, que permitan, al menos en Culiacán un promedio diario de 20 vehículos robados, una cantidad industrial si sumamos las cifras por semana, imposible deshacerse o esconder tantos vehículos en sólo una semana, lo peor es que esto se ha repetido años atrás. Nos sorprende el silencio de las aseguradoras también.
Una guerra sin cuartel.
Enfrentamos una guerra donde las líneas del frente no están definidas porque están en todos lados ni se distinguen claramente quienes son los enemigos. Todo está revuelto, en medio estamos los ciudadanos de bien como un sándwich.
La solución en parte tiene que venir de arriba o de más arriba: del norte. Los presidentes y gobernantes no son intocables.
La justicia desde los EEUU vendrá porque les duele y afecta a ellos, no tanto por nosotros y será bienvenida. Pero no resuelve nuestra tarea ciudadana de quitar a los corruptos e incapaces que están matando a nuestra gente y a nuestros negocios.