Rememoran la vida y obra del poeta Miguel Ángel Hernández Rubio
La de Miguel Ángel “Mike” Hernández es una poesía que alcanza su expresión cabal en la lectura en voz alta, apuntó Ernesto Lumbreras.
Durante la presentación del libro Tiempo de gitanos, un proyecto de antaño por rescatar su obra y que publicó el Instituto Sinaloense de Cultura, a través de la Dirección de Literatura, dentro del Festival de Primavera 2021, Arturo Castañeda Dueñas, a través de Facebook.
Participaron además Luis Alberto Navarro y Jesús Ramón Ibarra, director de Literatura, quien dio la bienvenida a los comentaristas y señaló que Miguel Ángel Hernández falleció prematuramente en 2010.
Lumbreras recordó que el poeta también fue músico, guitarrista y cantautor, y un autor que hizo a un lado sus trabajos como prosista para dedicarse a picar piedra en las arenas de la poesía.
“El que anda entre poetas a rimar aprende y Miguel Ángel se decantó por la poesía, un género muy en correspondencia con su estilo de vida, con la intermitencia, la trashumancia, la disciplina y la indisciplina, el buen oído”, destacó Lumbreras.
El también poeta, que fue su alumno en el Taller de Poesía “Elías Nandino”, que coordinó Miguel Ángel en Guadalajara, donde radicaba, destacó que su obra es una poesía que tiene oído, sabe de métrica, sabe utilizar la rima externa, la rima interna, la aliteración, la consonancia.
Celebró que la iniciativa de editar su obra se haya hecho realidad, con tres títulos que Miguel Ángel escribió y recordó que lo conoció en los 80 como narrador y aspectos de la época del taller de Nandino.
“Realmente era un personaje que intimidaba a quienes estamos habituados a la cortesía, a los protocolos, por lo que escucharlo despotricar al revisar algún texto, era realmente intimidatorio”.
“El que anda entre poetas a rimar aprende y Miguel Ángel se decantó por la poesía, un género muy a tono con su estilo de vida, pero lo recordamos como un músico, guitarrista y cantautor, que dejó a un lado trabajos como prosista para dedicarse a picar piedra en las arenas del verso”.
Aseguró que no fue sorpresa que Mike ganara el premio de poesía en Mazatlán y que publicara su primer libro en la colección “El ala del tigre”, de la UNAM.
“Ahora que leo la compilación de los tres libros, hay un salto categórico con su último libro, el que no le tocó ver en vida, ‘Declaración de Principios’, donde está su propuesta más plena”.
Luis Alberto Navarro habló del temperamento del poeta.
“Tenía una gran coraza, pero un gran corazón; cuando se daba se daba, cuando no, ni jota. Fueron siete años de vernos a diario a las 7 de la tarde, para que lo invitara a la botana, con trago por supuesto, porque no traía lana”, dijo.
“De ese tamaño era el Mike, yo lo vi llorar, y porque se murió no digo que era el mejor ni el peor, pero en sus crónicas, en sus cuentos, de ahí partía para hacer sus poemas, porque el Mike vivía las historias, sus crónicas”.
SU HOJA DE VIDA
Miguel Ángel Hernández Rubio fue un poeta y narrador nacido en Durango (1956), pero se crio y radicó en Los Mochis, Sinaloa. Publicó poesía y cuento en suplementos y revistas, y además fue coordinador del Taller de Creación Literaria Elías Nandino.
Fue autor del libro “Caja vacía de cerillos”, editado por la UNAM en 1991, año en que ganó el Premio de Poesía Clemencia Isaura, en los Juegos Florales del Carnaval de Mazatlán. Falleció el 24 de enero de 2010 en Guadalajara, Jalisco.
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