Recorren mujeres las calles como Novias de Culiacán
Decenas de mujeres vestidas de novia, llegaron a la Catedral de Culiacán, Sinaloa para recorrer en un año consecutivo las calles de la capital sinaloense, en un honor a Lupita, la Novia de Culiacán.
Desde las 10:00 horas un grupo de músicos armonizaba el evento, al cual, poco a poco iban llegando mujeres de vestido blanco, velo y ramo, así como curiosos que se interesaban de ver a ‘novias’ bailar al ritmo de la banda sonora.
En entrevista con medios de comunicación, la artista visual María Romero, quien recorre las calles representando a Lupita desde 1996, dijo estar muy contenta de que la ciudad se vista de blanco y se demuestre que los habitantes de Culiacán tienen una cultura de la paz y bienestar.
Comentó que si bien han pasado 28 años desde que inició los recorridos, desde el 2015 se volvió una experiencia colectiva, en el que se invita año con año a las mujeres a vestir de blanco para que Guadalupe Leyva, la Novia de Culiacán, siga presente incluso para las nuevas generaciones.
"Mira, yo cuando descubrí el personaje, cuando lo empecé a leer sentí mucha identificación con el personaje y dije ‘queremos lo mismo, amamos Sinaloa, amamos Culiacán’ y ahora yo lo he tomado para hacer una resignificación” expresó.
Al respecto de los mitos y leyendas, señaló que en apoyo de la Secretaría de Cultura se distribuirán cuadernos para colorear con la verdadera historia de Lupita, que no estaba loca, que no la abandonaron, sino que fue una mujer decidió tomar una misión personal.
Por unos momentos, las mujeres tomaron las calles de la ciudad de Culiacán, como fue con la avenida Álvaro Obregón, una de las vías más transitadas del municipio.
Durante la procesión se regaló el libro La Novia de Culiacán, ni loca, ni novia: misionera, de María Romero, en el que la artista detalla aspectos de Lupita Leyva.
Guadalupe Leyva tenía 45 años cuando vivía con su esposo y cuatro hijos en San Lorenzo el Viejo, al noroeste de Sinaloa. Un día, una gitana le ofreció ayuda a cambio de dinero para que no se enfermara. La rechazó y después lo pensaría como una maldición. Guadalupe perdió a su hija por una infección de tétanos.
En 1949, ella y su familia migraron a Las Higueras de Zaragoza: dejaron sus bienes, recuerdos y muertos en un pueblo arrasado por los deslaves de una lluvia torrencial.
Ya entonces, experimentaba trastornos hormonales asociados a desórdenes mentales. Y tras algunos episodios nerviosos, su familia intentó ayudarla llevándola a sesiones espiritistas.
Ahí recibió la encomienda de la Virgen de Guadalupe de recuperar el Tesoro de la Divina Gracia, misión que comunicó a su familia. Aprendió a leer y escribir, y su hijo Rubén le enseñó sus primeras letras. Y como no la apoyaron en su misión, escapó de casa y logró llegar a la Catedral de Culiacán.
Más de 30 años vivió Lupita en el Hospital del Carmen, cercano a la Catedral a la que acudió todos los días.
La encomienda de la virgen fue precisa: debía vestir de blanco para mostrar la pureza de su alma.
Dos misioneras: La novia y la artista
Encarnada en muchas mujeres, la Novia de Culiacán pervive. Empezó siendo ella misma, Guadalupe Leyva Flores, hasta el día de su muerte, ocurrida el 12 de mayo de 1982. 14 años después, revivió en el arte acción y en el imaginario de la artista visual María Romero, escribió el autor Luis Rius Caso en el libro La Novia de Culiacán, ni loca, ni novia: misionera, de María Romero.
Ella, añade el autor, fue quien le dio el soplo vital a la leyenda, al ritual que rememora, reactiva y da esperanza.
“Me vestí de novia porque tenía miedo de enfrentar la realidad”, dijo la artista pero también pudo haberlo dicho La Novia de Culiacán.
Inspirada en la misionera y al margen de arquetipos reductivos y típicos, la artista multifacética nos invita a recuperar lo que han invisibilizado la cultura de la violencia y los lugares comunes que identifican a Culiacán y México, aquí y en el mundo, añade el autor.
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“Lupita es un personaje icónico conocida por haber abandonado su rol de madre, esposa, de hija, de todos estos compromisos que tenía, por lo que yo me vi muy emparentada con ella, lo que me llevó a ver como artista visual todos los alcances que este personaje tiene, adentrándome en la costura, el bordado, el diseño, en la moda, todo esto para darle un perfil y mayor personalidad a este personaje en el me transformo este día”.
María Romero
Artista