Recibe Fernanda Trías el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz en la FIL de Guadalajara

En Mugre Rosa, Fernada Trías explora la vida en una ciudad azotada por una plaga misteriosa, y la hizo antes de que existiera la pandemia de Covid-19. Y esta novela la hizo ganar el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz.

Al recibirlo, de manos del rector Ricardo Villanueva Lomelí, la autora uruguaya aseguró, que aunque parezca premonitoria, está basada en una pesadilla que ha tenido de manera recurrente.

“En ella sigo hablando de literatura, del proceso creativo de esta novela que se originó en una pesadilla recurrente, durante años todas las noches soñaba con una onda expansiva de contaminación que a veces adquiere la forma de una explosión nuclear y otras de una nube silenciosa terminaba por envolverme, y venía el momento de la huida, correr, buscar refugio, sumergirme bajo el agua”.

En el acto, estuvieron además Raúl Padilla López, presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Anibal Cabral, embajador de Uruguay en México, Marisol Schulz, directora de la FIL y los integrantes del jurado Ave Barrera, Andrea Jeftanovic y Eduardo Antonio Parra.

Al dar la bienvenida, Schulz felicitó a Trías por este reconocimiento concebido por Milagros Palma en 1993, para reconocer el trabajo de las mujeres escritoras del mundo hispanohablante.

Recordó a ganadoras anteriores como Elena Garro, Margo Glantz, Gioconda Beli, pero especialmente a quien hace 10 años lo recibió, Almudena Grandes, cuya partida “nos ha llenado de tristeza en el inicio de esta feria donde siempre la hemos recordado con cariño como la gran amiga que fue”.

El año pasado, por la pandemia, la FIL se llevó a cabo en el ámbito virtual y la ganadora Camila Sosa recibió el premio a distancia, pero agradeció que este año la autora esté presente.

Reconoció la trayectoria de Trías y dijo que su obra ganadora, Mugre rosa, es un libro necesario, intenso y pertinente.

Al leer el acta del jurado, Ave Barrera comentó que la novela desarrolla atmósferas enrarecidas e imágenes inquietantes, que la trama despliega un mundo en catástrofe y la urgencia del cambio climático y de fondo la denuncia de la industria alimenticia.

“La prosa de Fernanda, precisa y elegante, es capaz de mirar con valentía el vacío, y trata con ternura temas centrales como la enfermedad, incertidumbre, empatía y dolor”.

Fernanda Trías compartió que cuando se disponía a viajar a una de las primeras ferias de libro presenciales recibió esta noticia.

“Tenía un bolso colgado del codo, un café en una mano, un sándwich en la otra y el teléfono apretado entre la oreja y el hombro bajo el bullicio de los parlantes”.

“¿Por qué será que los momentos inesperados se reciben con tanta calma? Tal vez porque su condición de inesperados los vuelve irreales, fantasmáticos y por eso mismo necesitamos una y otra vez volver a narrarlos, como si quisiéramos confirmar su existencia.

Ante el público que se reunió en el Salón Juan Rulfo de la FIL y que siguió la ceremonia a través de Facebook, la autora comentó que tuvo una premonición y que ya la han llamado “bruja”.

“Ya me han dicho que predije la pandemia, acaso al escribir mugre rosa habré conjurado la pandemia con la misma fuerza con que soñé este premio”.

Señaló que ella, al igual que la protagonista de Mugre rosa no sabe qué busca cuando revive el pasado, qué señales y grietas en el tejido del tiempo, qué intenta atrapar en las redes de la memoria esculcando ese instante preciso en que algo que no era, ya estaba empezando a ser

“Tuvo algo de fantástico en el amplio sentido de la palabra y fue justamente porque era real, lo mismo ocurrió con el mundo distópico de Mugre rosa que en pocos meses pasó de existir únicamente en mi imaginación, a ser alcanzado por la realidad: tapabocas, hospitales colapsados, encierros voluntarios y obligatorios, noticias falsas, control sanitario, miedo, confusión, cuerpos que se acumulaban en las calles, cifras”.

La crítica chilena dijo que mugre rosa es una novela de la distancia, la que nos separa de la catástrofe, de las personas que se han amado y de la muerte y preguntan sobre la obsesión sobre los finales y los comienzos, porqué la obsesión en que todo podría haberse evitado cambiando de rumbo.

“No conocemos la distancia que nos separa de la próxima catástrofe, personal o colectiva, pero sí conocemos la velocidad en la que avanza ese vehículo implacable que es el tiempo. Si cada generación piensa su propio apocalipsis, yo pertenezco a la que está protagonizando el terror climático. Un terror que asume la forma de un punto difuso en el tiempo después del cual no habrá retorno”.

Aseguró que a pesar de lo premonitoria de la novela, esta no se trata de un activismo ambiental, sino de literatura basada en una de sus pesadillas más recurrentes en donde el consumismo ha llevado a la humanidad a acabarse cada vez más, y con alarmante velocidad, los recursos naturales con los que se poseen.

Entonces, agregó, la pregunta no es por qué escribir una distopía, una ciencia climática, sino cómo no escribirla... hemos llegado al momento en el que el clima de la historia y la historia del clima entraron en resonancia y pasaron a confundirse

Más que un análisis de la realidad, dijo, la mugre rosa son los olvidados por el Estado y sus congéneres. Son los cuerpos enfermos, los que se resisten a aglutinarse, los portadores del virus que a lo largo de la historia han llevado distintos nombres, VIH, SIDA, Covid.

Y temas como el miedo y el encierro, que ha abordado a lo largo de su literatura, en esta novela pretendió ir más allá: el encierro obligado, el terror del exterior.

Agradeció este premio otorgado a mujeres que, dijo, seguirán trabajando para ‘desbiologizar’ la literatura y democratizar la letra.