¿Qué significan las frutas y las flores en el altar de muertos? Conoce más sobre estas tradiciones
Cada año, la ofrenda del Día de Muertos cuenta con distintos alimentos y comidas que son tradicionales de México: entre los platillos se encuentran el mole, el dulce de tejocote, o bebidas como el tequila y el tradicional pozol.
Estos forman parte de las ofrendas más tradicionales, aunque los platillos pueden variar dependiendo de la región de México y los gustos de la persona a la que se dedica la ofrenda.
Lo que rara vez cambia, son las frutas, pues se aprovechan las que se encuentran disponibles esta temporada:
Tejocote: pueden encontrarse naturales o en forma de dulce.
Guayabas
Cañas
Calabazas: también es tradición prepararla en dulce o en tacha
Mandarinas
Maíz
Jícamas
Las frutas son la ofrenda que nos provee la naturaleza, y colocarlas en la ofrenda es una forma de rendir un tributo a la tierra que nos alimenta:
Además de su valor simbólico, en la época prehispánica el Día de Muertos coincidía con la fiesta de las cosechas, por lo que colocar frutas era una forma de agradecer por los alimentos recibidos.
En las ofrendas tradicionales se colocan mazorcas. No sólo representa la cosecha, también representa a la humanidad: según leyendas mayas, los dioses formaron al hombre de maíz, el cual regresa a la tierra al morir.
Además de los platillos, según las creencias que existen en torno al Día de Muertos, las almas toman la esencia de los frutos para tener energías y volver a su lugar de descanso.
Cempoalxóchitl: la flor de 20 hojas
El cempasúchil es una flor endémica de México y Centroamérica y debido a que su color que era comparado con las distintas tonalidades del Sol, diversas culturas mesoamericanas les dieron un uso ritual, medicinal y decorativo.
El vocablo náhuatl cempoalxóchitl significa “20 flores” o bien, “flor de 20 pétalos”; sin embargo, también era conocida como expujuj para los mayas y apátsicua para los purépechas.
La flor de las festividades prehispánicas
En las culturas mesoamericanas, el cempasúchil no sólo se utilizaba durante las fiestas nahuas de muertos, el Miccaühuitontli (fiesta de los muertos pequeños) y el Huey Miccaühuitl (fiesta de los muertos grandes): esta flor también formaban parte de distintas celebraciones prehispánicas, como los festejos de Huey Tecuilhuitl (la gran fiesta de los señores), que tenían como protagonista a Cihuacóatl, diosa madre:
“Acabada esta ceremonia [que hacían en honor a Cihuacoatl, durante la fiesta Huey Tecuilhuitl] salían todas las mujeres y mancebas que tenían, con el cabello tendido y cercenado por encima de las cejas y sobre él unas guirnaldas de rosas amarillas grandes, que ellos llaman cempoalxóchitl”.
El cempasúchil y el Día de Muertos
La flor utilizada para distintas festividades prehispánicas trascendió hasta nuestros días como un ícono del Día de Muertos debido a distintas razones: en primer lugar, porque su siembra a finales de junio coincide con su floración a principios de noviembre.
En esta misma época del año se celebraba el Miccaühuitontli y el Huey Miccaühuitl, fiestas prehispánicas dedicadas a los muertos que coincidían con el final el ciclo agrícola y que tras la Conquista, se fusionaron con las celebraciones del calendario cristiano del Día de Todos los Santos y el Día de Fieles Difuntos