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Puesta en escena

Presentan una muy corta canción para una larga crítica de cuatro párrafos

‘Canción con cuatro acordes’, de Manolo Díaz, invita al público a la reflexión sobre el amor en su presentación en Casa Haas

“Hoy yo pienso perder

No me importa si pierdes o empatas ya me acostumbré

Sé y lo sabes también

Ya he perdido como mil batallas

Mil y una están bien

Si te quedas te daría mi amor

Mas mi amor no te va a detener

Me dijiste que todo es mentira y mentira seré

Y me dices que me irá mejor

Y el mejor ya me empieza a doler

Lo dijiste y no sé si es correcto más pretenderé

Que sorprende que todo esté peor y lo peor yo seré

Imposible me suena mejor,

pero yo no logré componer

Una historia que valga la pena y que te haga volver

Y repites que me irá mejor

Y el mejor ya me empieza a doler

Lo dijiste, yo sé que es mentira y te pienso creer

Que sorprende que todo esté peor y lo peor yo seré”.

¿La canción anterior parece triste y sincera? Quizá las palabras escritas por sí solas no basten para emitir su juicio. Afortunadamente para usted, puede escuchar el conmovedor comienzo de Un muy largo ensayo para una canción con cuatro acordes, en el podcast Quiero ser un robot, de Manolo Díaz.

¿Le parece una triste y sincera canción de amor? Si le pareció tan triste y sincera como a mí, bienvenido. Hemos caído directo en las manos de un cantautor nada fiable que cuenta una falsa comedia romántica. Tan falsa que se quisiera que fuera verdad.

¿Cómo no se va a querer que tenga un final feliz aquel que ofreció un traguito de tequila al iniciar su ‘ensayo’? ¿Cómo no encariñarse con un pobre amenizador artístico de eventos gastronómicos que toca sus canciones en un bar de Mazatlán los miércoles para recuperar a su mujer amada?

A simple vista, Un muy largo ensayo para una canción de cuatro acordes parece una sencilla comedia romántica con final triste, contada en medio del ensayo de una canción romántica de cuatro acordes.

La obra funciona como una versión extendida de cuando los músicos cuentan la historia detrás de sus canciones, solo que la historia es inventada, el personaje hace todo menos ensayar y la canción no es lo que parece.

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Al comienzo, el dramaturgo orilla a creer que la canción es de amor: “Si te quedas te daría mi amor / Mas mi amor no te va a detener”.

El personaje cuenta que compuso la canción después de terminar con su ex novia, y como ella no quiere verlo, se puso a tocar en un bar que frecuenta para que escuche su canción por coincidencia, pero ella no va los miércoles, así que un día, el alcohol le da el valor necesario para cantársela fuera de su casa, se reconcilian y la historia termina en final feliz como en las comedias románticas.

Pero la voz de la ex novia interrumpe el final feliz para decir que es falso. Y se dice la voz porque el diálogo de la joven se lee, pero no se acuerpa.

La interrupción de la ex novia recordará al oído atento el verso “Me dijiste que todo es mentira y mentira seré”, de la canción inicial, y a partir de este momento, la historia se va desmantelando en diferentes versiones de mentiras ‘felices’ hasta llegar a la ‘triste’ versión definitiva, que revela la intención oculta de la canción del inicio: “Pero yo no logré componer / Una historia que valga la pena y que te haga volver”. Si la ex novia ya no volverá, y “las canciones se escriben por algo, pero se cantan a alguien”, ¿a quien se cantará esta canción de cuatro acordes?

Aristóteles considera a la canción como la menos importante de las seis partes cualitativas de la tragedia y resulta interesante que en la obra de Manolo la canción sea lo más importante, el texto es propositivo por las capas de su estructura y el imaginario del Mazatlán inventado e intertextual que el autor impregna en todas sus obras, pero a nivel de puesta en escena se queda en lo que Mauricio Kartun llama “el cuentito”.

La dirección y actuación cumplen, pero no están a la altura del texto dramático, la escenografía estorba al actor o no se resignifica. El peso de la obra recae en la interpretación versátil de muchísimos personajes construidos en cuerpo y voz como caricaturas vivientes que, acompañadas de los efectos de sonido construyen gags.

Lo conmovedor es la música por la claridad, simpleza y pertinencia de su ejecución.

Se percibe un oficio autodidacta y un discurso accesible y generoso. Sería interesante ver la poética narrativa de Los Patasalada/Díaz de Teatro reflejada en sus puestas en escena, que sean tan generosos en su plástica, acústica, o escenotecnia como lo son en su texto, pero esto es una mera exigencia. Porque visto a simple vista, el montaje da lo que promete. Más importante aún, invita a ir al teatro a los que sí gustan que representen el cuentito.