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Con obras basada en mitos y leyendas

Ofrece la OSSLA concierto memorable

El sinaloense Eduardo Parra, presenta El venado, basada en ritmos de la tradición yoreme

Un memorable programa ofreció la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, en el penúltimo de su Temporada de Primavera 2024, el cual tuvo como tema De Mitos y leyendas, con el que atrapó la atención y los aplausos del público con una serie de piezas, entre las que destacó, por su contemporaneidad y cercanía, una del compositor sinaloense Eduardo Parra, Venado, basada en las tradiciones indígenas de la región.

Lalo Parra, culiacanense de nacimiento, bibliotecario de la OSSLA desde siempre y compositor, tuvo su momento de gloria cuando el público aplaudió la pieza, en la que recrea la tradicional Danza del Venado con un habilidoso uso del ritmo y de sonidos como las sonajas, y en alguna parte, algunos acordes de la melodía.

Al final de los aplausos, el maestro Eduardo García Barrios, director titular de la OSSLA invitó al autor a subir al escenario, donde recibió los aplausos y ovaciones de sus coterráneos en lo que fue sin duda una gran noche para este reconocido músico, quien ya ha estrenado otras piezas con la OSSLA.

El concierto, que se llevó a cabo en el Teatro Pablo de Villavicencio, abrió con una pieza del muy joven Ludwig van Beethoven, Obertura de “Las criaturas de Prometeo”, del único ballet que compuso, basado en el mito de Prometeo, quien fue castigado por robar el fuego sagrado para darlo a los humanos. En la pieza ya se nota el ímpetu y la turbulencia que caracteriza a este genio de la música universal.

Siguió con la Obertura de Fausto, de Emilie Mayer (1812-1883), compositora alemana quien también destacó como escultora. Pero, como otras muchas mujeres que creaban arte, no fue difundida como debiera porque se consideraba que crear era solo ejercicio de hombres, pero que creó una pieza muy enérgica, que retoma al Fausto, de Goethe, quien vendió su alma al diablo a cambio de volver a la juventud. La pieza, que actualmente se toca cada vez más, fue muy aplaudida.

Luego, Una noche en la árida montaña, de Modest Mussorgsky, con la orquestación que le hizo su amigo Rimski-Korsakov para disipar un poco la oscuridad del original, y que recrea la leyenda de los muertos y demonios que salen a retozar la Noche de San Bartolomé, o noche de Walpurgis, y que habla de nuestros miedos más profundos.

Continuó con el Preludio a la siesta de un fauno, del francés Claude Debussy, un hito en la historia de la música en la que recrea con gran sonoridad y con libertad plena un poema de Stephane Mallarme, en torno a esa criatura mitológica, la naturaleza, las rutas secretas del sueño y sus atisbos a la vigilia. “Salió mejor la música que mi poema”, dicen que exclamó Mallarme al escucharla.

Luego siguió El venado, de Lalo Parra, y cerró fuerte con Sensemayá, de Silvestre Revueltas, basada en el poema del cubano Nicolás Guillen, rica en ritmos negros para recrear la leyenda de la gran serpiente que se roba a los niños pequeños de las aldeas y que la gente vence al ritmo de la invocación “mayombe, bombe mayombé”. Una pieza fascinante que fue de lo más aplaudida.

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