|
Columna

La ventaja de ser irracional

Si somos racionales ¿Por qué actuamos irracionalmente?
FACTOR HUMANO
10/12/2022 13:48

Se ha inculcado en algunos sistemas educativos que la racionalidad es la óptima manera del ser humano. Esto suena muy razonable ¿Pero lo es realmente?

¿Somos racionales?

Si nos observamos nos percatamos que no somos racionales del todo, incluso teniendo razones para actuar de una manera concreta, pues esas razones y motivos no siempre son claros, ni racionales, ni confesables y son movidos por impulsos, sentimientos, por algo que se sale del control.

En otras palabras hacemos cosas que no quisiéramos hacer y no siempre hacemos y decimos lo que queremos. O sea, la razón no siempre acompaña a las acciones y el intelecto se equivoca. ¿Entonces de veras somos racionales?

Cuesta reconocer la irracionalidad de nuestra conducta y más dar cuenta de ella, y esto no viene de la razón... viene del orgullo, de la presunción, y ambas tienen más sustento imaginado que real.

En cambio confesar y desahogar lo que hacemos mal requiere un acto de humildad ya que la humildad acerca a la verdad y la verdad está contenida en el ser de las cosas y no en la imaginación. En otras palabras es racional confesar nuestra irracionalidad... ¿A ver cómo está eso?

Pues simple: si no tuviésemos razón no nos daríamos cuenta de los errores. Una cosa es no tener intelecto y otra distinta no es hacer buen uso de él. Gracias a la razón detectamos la incongruencia.

¿Quién soy yo?

De las infinitas verdades existentes, las propias son las más difíciles de detectar y de reconocer. Para empezar no domina en nuestro ser interior la verdad: domina una ilusión del Yo, una creencia de quien somos. Si nos viésemos con suficiente claridad y acierto seríamos mejores.

Hay un misterio en descubrirnos, un velo lo cubre y la imaginación lo suple. Basta ver cómo reaccionamos ante lo que no nos gusta y nos dicen, cómo nos sentimos habitualmente, cómo buscamos querer y ser queridos. Cómo gastamos energía, tiempo y dinero en tener cosas, en preocupaciones y dramas innecesarios por acomodar el mundo a nuestra imagen y conveniencia.

Enfrentarse a la conducta propia puede resultar incomprensible y desconcertante, pero ahí está; en cambio enfrentarse a uno mismo puede dar miedo y es difícil ¿Acaso tememos encontrar a quien se detesta? Ese Yo supuesto es una proyección, no una realidad. Conocernos es diferenciar a ese Yo que la conducta puede manchar y que el orgullo puede opacar.

Decía Karen Horney la neurosis “vive entre dos alternativas de orgullo y de odio a sí mismo, de modo que una herida en el orgullo precipita en las profundidades una herida de sí mismo”, esa confusión conduce a una falsa identificación del Yo que atrapa en la medida en que permanezca en el error. Justo por eso la verdad nos libera y la mentira atrapa.

Parejas razonables

En la medida en que una pareja acepta su irracionalidad y de algún modo “pactan” cómo manejar sus desacuerdos, sus caprichos, su egoísmo, sus momentos, y van comprendiendo y asimilando que estos no son una amenaza ni significan que el otro no los quiere realmente, en esa medida reducen sus conflictos y llevan más en paz la fiesta.

Esperar amor incondicional frustra. Entre otras cosas porque uno mismo no puede garantizarlo siempre. Justo reconocer ese egoísmo, comodidad, perversidad e imperfección ayuda; el amor honesto se basa en la realidad. Suponer, criticar, machacar, distancia y separa. Mejor reconocer la propia imperfección y partir de ahí en igualdad. Eso nos hace mejores. Además perdonar esos defectos y ofensas aumenta el amor y lo cimienta en la humildad. La debilidad se convierte en fortaleza cuando se asimila y se perdona.

La sombra

Carl Jung insistía que cada uno de nosotros tenemos que amar nuestra “sombra”, esa parte oscura “caracterizado por rasgos y actitudes que el Yo consciente no reconoce como propios”. “Es...aquella personalidad oculta, reprimida, casi siempre de valor inferior y culpable”. Pero “muestra también una serie de cualidades buenas, a saber, instintos normales, reacciones adecuadas, percepciones fieles a la realidad, impulsos creadores, etc.”.

“El inconsciente lucha por mostrarse, pero es reprimido continuamente por el ego”. “La sombra personifica todo lo que el sujeto no reconoce y lo que, sin embargo, una y otra vez le fuerza, directa o indirectamente”. (C. G. Jung, Los Arquetipos)

Se manifiesta en lo que continuamente estamos criticando de los demás, en lo que nos irrita, decía Erikson “entre más te conozcas a ti mismo, más paciencia tendrás por lo que ves en otros”.

Imposible mejorar si uno mismo no se acepta con sus sombras y vacíos, al final la irracionalidad permite amarnos y amar con más realismo.

Agregaba Jung “lo que niegas te somete y lo que aceptas te transforma”.

Somos seres racionales pero abrazar nuestra irracionalidad es abrazar nuestra humanidad. El abrazo propio y al otro lo sana.