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De libros, lectura y ediciones

La tendencia a lo digital es para llegar a más lectores, coinciden

En el conversatorio Triálogos, Juan Esmerio Navarro y Jesús Ramón Ibarra comparten su experiencia como lectores, editores y escritores
21/08/2024 02:39

Una reflexión en torno a los libros, desde su inicio como lectores, su profesión como editores y como escritores, compartieron el poeta Jesús Ramón Ibarra y el narrador Juan Esmerio Navarro durante el programa Triálogos, Triálogos 3 de 3 “Rituales, Lenguas y Prácticas”, moderado por Adalberto García Santana.

En el Centro Sinaloa de las Artes Centenario, los escritores recordaron anécdotas sobre sus inicios con los libros e hicieron un panorama en torno a éste en el estado.

Jesús Ramón Ibarra, ganador del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, comentó que leer es como iniciarse en una conciencia crítica a partir de lo que va cayendo en tus manos, en su caso fueron historias y poemas que lo hacían estarse cuestionando permanentemente sobre las respuestas que te va ofreciendo el libro o el autor determinado.

Recordó que se inició en la lectura de manera accidental, porque sus padres compraron diversas colecciones a personas que pasaban vendiendo por las casas.

Juan Esmerio Navarro, narrador, poeta y editor, originario de Mazatlán, compartió que en 40 años de vida como lector, hubo una época en la que para tener libros tenía que ir a buscarlos a la Ciudad de México.

“Este tránsito de ir a comprar libros a la Ciudad de México, en Mazatlán había una librería, en Culiacán estaba la de cristal y ahora se pueden encargar en Mercado Libre, hemos evolucionado en algún aspecto e involucionado de otro modo, todo esto tiene que ver con la lectura”.

La suya fue una suerte de chispazo, en un verano se enteró de que estaban impartiendo un curso, y decidió tomarlo.

“Ahí nos sugirieron lecturas y formamos una red lectora que duró muchos años y que sigue en la actualidad, somos un grupo de amigos que nos prestamos libros y nos los regresamos, nos regalamos libros, tengo un amigo al que le gusta Pier Paolo Pasoliniy lo que encuentro se lo compro y le regalo”.

$!El conversatorio se llevó a cabo en el Centro Sinaloa de las Artes Centenario.
El conversatorio se llevó a cabo en el Centro Sinaloa de las Artes Centenario.

La charla fue llevada por el historiador Adalberto García Santana, a quien le compartió que la otra parte de su relación con los libros tiene que ver con el proceso de edición.

“Y no hablo de trabajar aquí en el ISIC, sino editar de una manera muy cómoda, por allá a mediados de los 80, me tocó hacer una revista donde yo lo único que hice como editor fue llevarnos originales a una empresa donde ellos armaron todo con tipos móviles,

García Santana citó a Borges cuando decía que otros se van a dar gloria de los libros que han escrito pero que él se siente orgulloso de los que ha leído y en ese sentido, dijo esto se relaciona con lo que Juan Esmerio comentó sobre el proceso de editar y les pedí ahondar al respecto.

Ibarra compartió que en una plática con Juan Esmerio, amigos por casi 40 años, surge la nostalgia, momentos muy sustanciales de cómo se fueron formando como lectores, la apertura de las bodegas del Fondo de Cultura Económica al 95% de las librerías del país estaban rematando los libros que se habían quedado rezagados en el inventario, los hechos puntuales en casa cuando se iniciaba en la lectura hasta llegar a la necesidad casi biológica del contacto con el libro.

Es algo aparentemente muy sencillo, comentó, pero es mucho más complejo de lo que parece.

“La presencia de los libros en la vida de uno, la fascinación por entrar por primera vez a una librería Gandhi por ejemplo en 1988, las librerías de viejo, hay una hay una fascinación y es demasiado compleja. Yo creo que podríamos pasar horas platicando sobre la presencia de los libros”.

Juan Esmerio llegó muy joven a Culiacán y se volvió editor, comentó Adalberto.

“Ya era editor, pero sin ensuciarte las manos, hacíamos un periódico allá y nuestro trabajo Humberto Trujillo, Nino Gallego, Juan José Rodríguez, nos juntábamos un día a la semana, juntaban materiales y lo entregábamos al tipógrafo, no corregía, no diagrama, no diseñamos, ni siquiera dábamos el orden de los textos como un compilador propiamente”, recordó Navarro González.

“Pero es importante esa transición de ser lector, editor ejecutivo que no te ensucian las manos, a entrar ya con rudeza a editar un libro, ahora afortunadamente los paquetes de diseño permiten tantas cosas, pero antes era tipografía que se pegaban, una mesa de luz, un foco abajo, una lámpara de arquitecto, un cúter, y era pegar para evitar un huérfano, una viuda, un callejón, entonces, pero sí hay un shock, es como el capitalismo salvaje porque nos tocó corregir libros de Historia y pues ahí es muy rudo la corrección sobre todo porque eran libros de estadísticas, de gráficas, de pasteles, plagados de notas a pie de página”.

Recordó libros de Juan José Rodríguez y de Élmer Mendoza, y libros que hacían con editores externos que contrataban.

Luego surgieron los suplementos y en los años 80 diversas revistas literarias que daban cabida a muchas obras de escritores.

Destacó revistas como Textos, Trópico de Cáncer, La Revista en una época dorada, en la que surgieron muchos poetas y narradores, muy interesantes y consolidados, alrededor de los cuales se dieron estas revistas.

“Eran proyectos muy interesantes, ahorita realmente yo creo que todo debe apuntar hacia lo digital, únicamente con un fin el de llegar a la mayor cantidad de lectores”.

Sobre su producción poética, Jesús Ramón Ibarra destacó que ha habido personas fundamentales para su formación, el maestro José Santos Torres Delgadillo, quien quería que fuera narrador y puso en sus manos muchísimas lecturas, y Ricardo Hernández Echavarri cuando creó un taller de poesía a finales de los años 80.

En contrapartida, agregó, trataba de establecer conversaciones con el taller o el grupo de Inés Arredondo que estaba en Mazatlán, más o menos en el período en que conoció a Juan Esmerio.

Comentó que su primera publicación fue justamente en 1990, Paraíso disperso, y actualmente tiene siete libros.

“No soy un tipo que trabaje rápido, que publique cada año. Hay chavos, de 30 a 35 años que tienen 14 libros de poesía. Soy más bien muy paciente con este proceso, muy puntilloso al momento de corregir, quisiera en algún momento hacer narrativa, pero implica otra voluntad, ocupa tiempo, espacio, entrar en una vida un poco más ralentizada, establecer ciertas rutinas y no he podido”.

Juan Esmerio compartió que está por publicar una segunda novela que tiene que ver con la inmigración asiática a Sonora y sueña con volver a escribir poesía.

“Yo creo que escribir poesía es como otra cosa, es decir, cuando escribes narrativa, tienes esta obsesión por publicar que te lean y la poesía no te esos exige niveles exteriores de adrenalina, te exige una adrenalina interior muy fuerte, pero eso no”.