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Factor Humano

La serpiente que se devora a sí misma

FACTOR HUMANO
01/03/2025 11:48

Un estado que atenta contra el bien común atenta contra sí mismo y se vuelve insostenible, se mantiene abusando del poder, con la milicia y la policía aliados con los narcos.

El orden personal

Una de las cosas más profundamente desconcertantes es atentar contra el amor propio dañándose a sí mismo. Y esto es más frecuente de lo que parece. El amor auténtico ordena los afectos, los sentimientos, el subconsciente, la conducta y la autoestima. Nos lleva toda la vida aprender a amarnos ordenadamente.

El amor sin orden desordena. Hay prioridades en el amor, amar a nuestro Creador y a los demás como a uno mismo. Amarse a sí mismo parece tan sencillo pero requiere orden en el corazón y virtud. Amar es buscar el bien a uno mismo como a los demás, las mascarillas en el avión debe ponérsela primero la madre y después a su niño.

El rendir cuentas de nuestra vida a alguien superior nos fuerza a rectificar nuestra conducta, si no, el hombre se vuelve el ombligo de sí mismo; esto desentona con quienes convive; justo el amor, el servicio a los demás, nos conecta, motiva y le da sentido a la vida. Para salvar la vida de su hijo una madre hace lo imposible.

$!Delincuentes eligen al gobierno.
Delincuentes eligen al gobierno.

El orden social

Estos principios enunciados también se aplican en lo social solo que magnificados. Una sociedad de personas que sirven y se ayudan subsidiaria y ordenadamente, obedeciendo a una autoridad legítima consentida entre ellos, bajo una ley común para corregir y castigar las desviaciones: progresa.

En la manera que se organizan para optimizar el bien común crean una sinergia, es decir lo obtenido entre sus interacciones es mayor a la suma de sus partes. Esto explica por qué unas empresas y países progresan más que otros. Así mismo el desorden de las partes, gobierno, sociedad y empresas, atrasan.

4 formas de desorden

Mejorar el gobierno detona la mejora de un país; cuando el ejemplo, bueno o malo, viene desde arriba contagia a los de abajo, por eso las escaleras se limpian desde arriba: cuando se quieren barrer. El mal ejemplo acelera el desorden.

Este desorden lo vemos de 4 maneras: 1ª cuando el gobierno se beneficia a sí mismo en detrimento de la sociedad y de las empresas; 2ª cuando el gobierno se desenfoca de su misión de gobernar por intentar volverse empresario y acaparar empresas, peor si no funcionan bien; 3ª cuando se debilita por no saber gobernar por incapacidad y desorden interno y 4ª cuando el gobierno atenta contra el bien común y empeora cuando actúa como los delincuentes. Ahora suma la 3ª con la 4ª y el caos está garantizado. Sumar incapaces con delincuentes no lo soporta nadie.

¿Delincuencia?

La añeja corrupción es un ejemplo de una serie de delitos: robar en despoblado, masiva e institucionalmente, dilapidando enormes recursos públicos, el dinero de la sociedad y de las empresas, que debería ser usado para promover el bien común, disfrazado en grandes obras. Con una enorme ventaja que los delincuentes no tienen: controlar el poder y manipular las leyes para protegerse.

Cuando el gobierno permite, es rebasado y peor, se asocia con los criminales, el gobierno pierde legitimidad y convierte el bien común en un mal común. Se pervierte, convirtiéndose en un paria es vez de un benefactor de la sociedad.

Efecto multiplicador

Esto es muy grave porque al descomponerse el gobierno la sociedad también se descompone y crece el ejército de delincuentes, están correlacionadas. De pronto se mata porque se pone de moda y el gobierno lo facilita con la impunidad.

Una sociedad que tolera y es indiferente al mal gobierno es reprochable: ha perdido su capacidad para exigirle cuentas al gobierno: es un derecho cívico ser bien gobernado. La descomposición familiar y social suma al mal común y a la infelicidad.

Las empresas que dan gato por liebre, que abusan de sus precios, los bancos que abusan de sus comisiones y tasas de interés, los malos y caros servicios, abonan al mal común.

Una solución

Bukele en El Salvador transformó el caos y la violencia en paz y trabajo, la multitud de presos en vez de vivir como parias encerrados trabajan en fábricas que producen bienes y servicios masivos.

Para esto se necesita voluntad política, valores morales, mano de hierro para aplicar la ley pareja y no ser cómplices de los delincuentes. Sorprende cómo un presidente usando bien el poder hace milagros. Nos urge aquí.

Las mejoras y “las empeoras” vienen de arriba y empiezan cuando los ciudadanos empoderan a un candidato valioso para que gobierne vigilando las trampas. Esto pronto será imposible en México. Los ciudadanos están perdiendo su poder sin darse cuenta debido al miedo reinante y a su pasividad por impedir el mal gobierno.

Egoísmo depredador

También restan las asociaciones y cámaras empresariales que doblan las manos ante el gobierno y dejan de exigirle al preferir su bien particular sobre el bien común. El mal gobierno fomenta el egoísmo depredador.

La demanda de las drogas dificulta que la oferta se achique, el fentanilo provocó que los narcos sean terroristas, es una locura matar a los clientes que sostienen el negocio pero crecen los entusiastas que se animan.

La droga enloquece a quienes la distribuyen, las consumen y a los gobiernos que la facilitan. El gobierno delincuente es una serpiente que se devora a sí misma.

La solución vendrá de los ciudadanos unidos que no solo marchen sino que actúen masivamente para poner a alguien digno con un buen equipo alrededor. Recobremos la autoestima nacional.