La forma de hablar nos proyecta
Oigámonos
Hablar correctamente no significa necesariamente actuar bien, pero al menos revela claridad de ideas, orden mental y cierto dominio del lenguaje. Observemos que nuestro hablar tiene un triple juego: comunica; afecta a quien nos oye, y nos proyecta personalmente. La voz tiene “fondo y forma”.
El oído cuenta mucho. Escuchémonos para ver si desafinamos con quien hablamos, observando a quienes están alrededor para no afectarles.
En el Noroeste de México la gente suele “gritar” al hablar, eso provoca que los demás para hacerse oír levanten la voz, sumado, produce una cacofonía en la sala. Eso tensa.
En una cafetería se reunieron una decena de treintañeras, todas hablaban al mismo tiempo, quien quería hacerse oír gritaba más, sumémosles las risas y exclamaciones; más que una reunión parecía una catarsis emocional. Cuando se fueron, el recinto recobró una grata paz y todos pudimos relajarnos.
En otras ciudades la gente cuida el volumen para no ventilar sus confidencias, ayudando a crear una atmosfera tranquila; los buenos restaurantes relajan, fueron creados para restaurarnos, de ahí su etimología.
No perdamos la elegancia.
La voz transmite emociones, cuando hay estrés o paz lo manifiesta. Un controlador aéreo con su voz tranquila, logró crear confianza en un pasajero que tomó el control de la avioneta aterrizándola... sin saber pilotear, el piloto estaba desmayado.
Cuidemos los oídos de nuestros interlocutores, las palabras disonantes suenan mal, incluso decirlas con gracia requiere tacto, si se abusa salen cebollas y víboras de la boca. También endulzar la voz causa suspicacia.
Un amigo Víctor Castillo nos instruía hace mucho que nombráramos a las cosas por su nombre sin sustituirlas con muletillas, por ejemplo, pásame el martillo en vez de pásame esa “chin...”, eso denota pereza mental.
Algunos al hablar quieren que su interlocutor les adivine los nombres y palabras que ellos no se esfuerzan en recordar. Ampliar el vocabulario y la memoria aumenta la reserva cognitiva, pone a trabajar tu cerebro, así evitas o retardas la demencia senil y a ese alemán famoso... ¿cómo se llama? Jajaja, Alzheimer.
La modulación de la voz importa tanto. Una voz chillona, lenta, ruda o fuerte, afecta el diálogo, y pueden decirnos ¡no me grites que no te escucho!
En un curso empresarial cada vez que hablaba Macías, un locutor, todos volteábamos, su modulación hechizaba. Escuchando el estilo de un jazzista juré que podría ser francés, le mandé llamar y le pregunté si la voz era el mejor instrumento, él me objetó en francés -“No Monsieur, la femme... la mujer es el mejor instrumento, si la sabes tocar bien. ¡Memorable!
El habla es una herramienta del espíritu, las manos de la mente. Quien sabe hablar toca el alma y el corazón de quien lo oye y así persuade. Las mujeres se enamoran por el oído, los hombres por la vista.
Persuadir y saber callar.
Los sonidos cautivan y los mensajes convencen, hagamos un cantar de nuestro hablar, los pájaros nos deleitan con su canto, el mar con sus olas, el viento hace sonar las hojas, incluso el amanecer suena distinto al ocaso. Maurice Ravel describió con orquesta y coros un amanecer sublime. (Ver abajo)
Los silencios son como los descansos en las escaleras. Quizás la escucha activa sea más difícil que hablar bien, implica el arte de saber cuándo y qué preguntar. Frenemos el impulso de estar interrumpiendo.
Sin embargo convence más la manera de ser que hablar, por lo tanto pueden mirarnos y reprocharnos en silencio... lo que tú eres, me impide oír lo que me dices. Fray Ejemplo es un magnifico orador.
Perdón ¿Qué dijiste?
Mejoremos en los universitarios su mala ortografía y redacción. Nos decía una ejecutiva de Nestlé que aún seleccionándolos mucho, ellos batallan para redactar su plan de objetivos porque no saben usar los verbos de acción.
Hay dos claves elementales para redactar y hablar bien: el sujeto y el predicado. El sujeto indica quién o qué realiza la acción o de qué se dice algo. El predicado describe la acción que realiza el sujeto o lo que se dice sobre él.
El “hiba, haiga, echo, hubieron, ira, a parte” y muchas otras “suenan mal”, luego hay que corregirlas. Chatear mucho y leer menos libros afecta.
¿De qué sueles hablar?
La conversación refleja el nivel cultural y mental. Distinguiríamos 3 niveles:
1. Los que siempre hablan de personas o de chismes;
2. Los que suelen hablar de sucesos y cosas; y
3. Los que prefieren hablar de temas y aprender de otros.
¿Puedes mantener un tema y hacerlo interesante más de 10 minutos?, ¿Vas al grano o te pierdes?, ¿Escuchas activamente?, ¿Acaparas?
Hagamos de la conversación un deleite, recuerda: “de la abundancia del corazón habla la boca”.
Ahora ¿Qué mejorarías en tu forma de expresarte?