Lo que haces a otros te lo haces a ti, o sea, nuestros actos y omisiones tienen rebote y regresan multiplicados.
¿Qué es lo que realmente vale?
Querido lector hoy tocamos un tema imprescindible porque nos afecta a todos y a quienes más queremos, vivirlos nos da una profunda satisfacción, abandonarlos un enorme vacío que no puede ser suplido con nada. Quien los vive se vuelve sabio.
Y no solo eso, los valores son los bienes universales y atemporales que nos hacen mejores personas y forman una personalidad coherente e integrada socialmente. Decía Sócrates “quien conoce lo recto actuará con rectitud”, en la práctica del mal hay una ignorancia y malicia.
A fin de cuentas la malicia es un autoengaño, una ilusión de sí mismo y de las cosas, las tentaciones prometen lo que NO ES, lo que se esfuma y deja un vacío y esto desata una dialéctica de mejora o empeora individual y social. Uno escoge enderezarse.
El bien social
Una sociedad mejora cuando sus habitantes se tratan como semejantes y empeora cuando se ven como enemigos. La mala conducta reiterada hace que el individuo se vea a sí mismo como a un extraño y a los demás como instrumentos, con indiferencia o como enemigos.
A todos nos duele que nos usen pero duele más dejarse usar y peor aún envilecerse. El mal reiterado divide a la persona interiormente por los conflictos que le provoca y lo desvincula socialmente.
Las conductas individuales afectan para bien y para mal el tejido social, el ambiente desde luego influye, socialmente estamos interconectados como un organismo vivo. El ejemplo de alguien nos beneficia y su maldad nos perjudica, la indiferencia enferma a la sociedad y mata las relaciones.
Ningún sistema de vigilancia puede controlar las conciencias, el mal repetido deforma la conciencia al justificarse trastocando los valores. Decía el filósofo Gabriel Marcel que si la conducta no está a la altura de mis valores, bajaré los valores al nivel de la conducta.
Cuando alguien suele despreciar los valores se devalúa a sí mismo, puede llegar a ser un des almado, por ejemplo al abusar, traficar con niños y vender sus partes. Ni siquiera los animales pueden rebajarse tanto, lo visto hoy supera la imaginación de la locura humana, al perderse los valores se pierde todo.
¿Realmente importan?
Los valores pesan en todo nuestro ser, en nuestra conciencia, sentimientos y ánimo querámoslo o no, abandonarlos después de practicarlos mucho tiempo empeora, más valdría no tenerlos, obligan moralmente.
Hablar de valores no es romanticismo, ni de aburridas clases de moral, es hablar del vacío que dejan al perderse, de las crisis y el dolor que provocan, de la infelicidad al confundirlos. Luego intentarán llenar esos vacíos y dolor vanamente con bienes, autos, drogas, alcohol, sexo, euforia y violencia, empeorando más las cosas.
¿Prosperar?
En lo social cuando las interacciones positivas superan a las negativas la sociedad prospera. Pero cuidado: se puede prosperar arruinando a otros.
Unos se enriquecen al envenenar a otros, los comerciantes al dar gato por liebre, los gobernantes al corromperse desobedecen la ley y así entra el caos, los países al vender armas y crear guerras extranjeras, Hiroshima y Nagasaki nos recuerdan que el precio que se paga supera los límites del horror.
Las caravanas vienen de la miseria y de la explotación de otros países. El egoísmo a expensas de los demás se paga muy caro tarde o temprano.
La ingenuidad
La gente abre las puertas a la descomposición social ingenuamente al ver películas que destruyen sus valores, al permitir que entren ideologías extrañas de género y de mediocridad en los libros que leen, en las amistades de los hijos, al consentir el mal ejemplo de otros, al perder la fe en Dios y desacralizar la vida favoreciendo el aborto, la eutanasia y la cultura de la muerte, al dejarse comprar por dádivas, apoyando gobernantes que siembran el odio, la mentira, aliados con los narcos. La narco cultura acelera la destrucción de valores y de un país. Solo los valores y la unión pueden detenerlo.
¿Y yo qué?
Plantéate cómo puedes mejorar la sociedad donde vives, ella reclama tu participación urgentemente. Creces cuando colaboras y recibirás más a cambio, esperar que otros resuelvan nuestros problemas es infantil.
Historia real
Un rabino de Polonia fue llevado a Siberia por los rusos, esto lo salvó del Holocausto nazi; sufría con los trabajos forzados con 5 horas para dormir caían agotados excepto uno, sacaba debajo de su colchón una ropa y se ponía de pie erguido haciendo gestos, el rabino lo observaba rezando en silencio, una noche le preguntó qué hacía, le respondió “soy un general francés y para no perder mi identidad me pongo mi uniforme para recordarme quien soy”.
Al recuperar los valores vuelves a ser tú mismo. Siéntete digno de ti.