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Columna

La belleza citadina importa mucho

No todas las ciudades son realmente bellas. La belleza de una ciudad suaviza y agrada el espíritu gratamente
FACTOR HUMANO
06/08/2022 12:55

¿Mazatlán bello?

¿Sería igualmente bello Mazatlán si la mayoría del malecón estuviese como en la “zona dorada”? ¿O lo que realmente lo hace bello es poder contemplar el mar, las olas, las playas, su aroma y su horizonte por kilómetros?

Una tía escogió Guadalajara para vivir al contemplar las jacarandas floreciendo en mayo, a los tapatíos les encantan los árboles gigantes en sus calles, no los tumban porque “echan basura” por sus hojas como sucede en colonias que deberían estar arboleadas para protegerse del inclemente sol.

Tampoco la CFE los deja crecer porque hacen corto, sin embargo en la CDMX adoran los árboles y los cables de luz están forrados para evitar percances. Sería más barato usar cables forrados que estar podándolos y dejarlos crecer embelleciendo la ciudad.

El contacto con lo natural hace más bella una zona, las colonias ricas suelen estar rodeadas de vegetación, orden y limpieza, las pobres de basura y hacinamiento. Una calle uniforme y decididamente fea es la Francisco Villa en Culiacán en su totalidad.

Una de las avenidas más bellas del mundo es Reforma, desde el Bosque de Chapultepec kilómetros arriba se disfruta del bosque en ambos lados de la amplia avenida, por su naturalidad es más bonita que los Campos Elíseos parisina que tiene lo suyo.

El contacto con lo natural descansa y alegra el espíritu, todas las ciudades bellas guardan un respeto y armonía con su paisaje natural, Vancouver, Sídney y San Francisco destacan por su armoniosa bahía, siendo su parte más destacada; la de Acapulco es bellísima pero la saturaron de hoteles en ambas lados de la costera que impiden la vista, salvo una parte.

El conflicto entre la explotación excesiva de los espacios, mezclado con el mal gusto, la avaricia, los malos gobernantes y el comercio ambulante, afean las ciudades. Altata empieza a peligrar.

En N.Y desde 1857 han respetado el Central Park impidiendo que la ciudad devore sus 4 km de largo y 800 m de ancho sumando 340 ha., más grande que Mónaco. Una enorme tentación para avariciosos sin escrúpulos en otros países.

Los parisinos cuidan los inmensos jardines abiertos que rodean la Torre Eiffel respetando sus 24.5 ha. Desde el otro lado del Sena la vista es amplia, esplendida y hace horizonte. Por algo es la ciudad más visitada del mundo, si tuviesen gobernantes “tropicales” eso estaría lleno de vendedores.

¿Qué hace irresistible París?

Su espléndido Urbanismo. Aprovecharon magníficamente los recodos del Sena con sus bellos puentes, la vista puede perderse en ambos lados haciendo horizonte, esto da un remanso de paz a los caminantes con sus bellos palacios. Lo opuesto a las tensas paredes verticales de los rascacielos de NY que se ve bonita desde el mar, el río y desde arriba, adentro: el caos citadino.

En París puede levantarse la vista y ver de lejos, esto agradada; los edificios tienen la misma altura rematados de techos azules y esquinas amplias con camellones en ambos lados, el concepto de boulevard lo crearon para embellecer y hacer más funcionales los paseos, algunos tienen arboles distintos. La ave. Reforma está influenciada por estas avenidas boscosas y por el Paseo de la Castellana de Madrid, los madrileños bailan en sus camellones.

La transformación

París era una desordenada urbe medieval hacinada, en sus estrechas callejuelas no pegaba el sol, la mortandad infantil era altísima, Peter Süskind en “El Perfume” relata el olor nauseabundo al caminar.

En 1789 el Conde De Wailly proyectó parte de su embellecimiento y funcionalidad. Napoleón contribuyó con monumentos como el Arco del Triunfo. Pero el gran reformador urbanista fue Napoleón III encargándoselo a Georges Haussmann en 1852.

Fue la renovación urbana más ambiciosa de la historia. Destruyeron el 75 por ciento del tejido original de París, incluso trabajaron de noche, creó grandes plazas, un sistema de drenajes, el Bosque de Bolougne es mayor al de Chapultepec.

A Haussman le debemos esa uniformidad, esa magnífica proporción entre los trazos y amplitudes que mejoran la vista, su transporte, esos espléndidos bulevares arbolados y esa magnífica arquitectura de sus uniformes edificios.

Por supuesto salvaron callejuelas medievales, al caminar se disfruta su encanto y antigüedad. El “Metro” vendría después. Entonces se vería como se ve hoy Dubai.

Las capitales europeas conservan los edificios viejos primorosamente, eso las hace muy atractivas, en Venecia se navega por la historia.

Es difícil encontrar vestigios antiguos en Culiacán, destruyeron el camellón arboleado de la Obregón para hacerlo como una avenida gringa. Los Parques de las Rivieras embellecen nuestra convivencia y cambiaron nuestra faz.

Son espléndidos Zacatecas, S. Miguel de Allende, Guanajuato, Taxco, porque conservan sus viejos atributos. No los destruyen para hacer estacionamientos o vender los terrenos: una barbaridad imperdonable.

Conservemos nuestra bella identidad, es nuestro regocijo.