Juegan con el poder
Javier Chimaldi lo ha vuelto a hacer. Se ha subido a un escenario y se ha apoderado de él, como si todos los escenarios del mundo le pertenecieran o como si él fuera una pieza más de un teatro eterno.
Acompañado de José Arturo Chávez, el Josar, un joven que promete construir su propia carrera en los escenarios mazatlecos, Chimaldi protagonizó “De a cuarta y quemón”, una obra de teatro del dramaturgo Ramón Perea.
Dirigidos por Manuel Rochín, Chimaldi y Josar se transformaron en un Gobernador y un ingenuo ciudadano que por azares del destino se ven obligados a compartir unos momentos que los transformarán para siempre.
El ciudadano llega hasta la oficina del Gobernador y lo espera para hacerle una petición, busca recuperar el espacio perdido en una escuela, donde era maestro y amaba trabajar con los niños.
El Gobernador, flotando en el poder y la arrogancia, descubre al joven maestro y su primera reacción es llamar a su seguridad, ante el temor de sufrir un atentado, pero luego se calma cuando escucha que el joven votó por él y lo ayudó a llegar al poder.
Poco a poco, el Gobernador se calma y se da cuenta que el joven es diferente, lo escucha y termina siendo cautivado por el alma inocente y casi infantil del joven maestro.
En un momento de su encuentro, el Gobernador y el joven maestro terminan jugando a las canicas en el suelo, saltan una cuerda y también pelean como dos críos.
Pero es quizá en el momento en que los dos utilizan unas marionetas de un rey y un conejo cuando el Gobernador se da cuenta el poco tiempo que le dedica a sus hijos y de cómo la vida se le ha escapado como agua entre los dedos, al dedicarse completamente a los juegos de poder.
“De a cuarta y quemón” es un jalón de orejas para todos aquellos que vivimos atrapados en la velocidad de la cotidianidad, mientras la vida se nos escapa sin darnos cuenta.
La obra fue presentada el jueves a las 19:00 horas en el Museo de Arte, donde arrancó los aplausos de los asistentes.