"Inga, una pasión por la vida y el arte"
Así como a los personajes a los que dio vida en el teatro, decididos y algunas veces rebeldes, así debe ser la mujer de hoy, que tiene todo a su alcance y es cuestión de que se decida a ser feliz, expresa la maestra Inga Pauwells.
“Las mujeres de hoy tienen todo al alcance de la mano, no es como varita mágica, no, pero es cuestión de que decidan: voy a ser feliz, estudiar lo que quieren, trabajar en lo quieren”, indica.
“Si no pueden vivir con el hombre que les parece irracional, que se separen y ya, no es aquella cosa como impositiva ,-que si estabas casada te tenías que quedar casada el resto de tu vida, te fuera como te fuera. La mujer de hoy tiene el mundo al alcance de la mano”.
En el Día Internacional de la Mujer, la actriz de teatro y promotora cultura habla de la educación que recibió en su infancia, de cómo creció escuchando expresiones como “siéntate bien”, “no hables recio”, “no te rías a carcajadas”, “no coquetees”; que había que usar el chal para entrar a una iglesia. Era puro no a todo, agrega.
“Yo me pintaba desde joven. Además tuve una cosa buenísima, que trabajé desde los 14 años, salí de contabilidad, era una carrera de mientras me casaba”.
Hoy, en el umbral de sus 80 años, que los cumple el 21 de marzo, no tarda ni un segundo en responder qué es lo mejor que le ha pasado en su vida: haber tenido a sus hijos
Inga, Leo Francisco, Anneliese y Hilde María.
“Y lo que me sirvió mucho porque entendí a mis papás, ay si le hubiera hecho caso a mi mamá, el si hubiera no existe...”, expresa.
Recuerda como si fuera el momento del nacimiento de cada uno, el gozo de arrullarlos en su regazo, abrazarlos, de verlos tan vulnerables...
De las mujeres que dio vida en el teatro recuerda a Adela, de la obra La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, quien pese a vivir con una madre protectora, hace más o menos lo que quiere, hasta cierto punto.
Le gustó ser una pordiosera en la obra El triciclo, de Fernando Arrabal, porque hace de su vida lo que quiere, va y viene, ¿a qué le guarda? A nadie y a nada.
Después de hablar del personaje que hizo en Las Juramentaciones, añade que también le encantó su rol debut como actriz. Amanda, del Zoológico de Cristal, del dramaturgo Tennesse Williams,fue un personaje rico para actuarse, refiere.
Sin duda, Inga es un personaje salido del teatro, con gran personalidad, llena de anécdotas, amenidad y sencillez, que basada en su experiencia de vida, considera que es importante que la mujer estudie, que tenga una meta en la vida, trabaje y gane dinero.
“Que seas un personaje común y corriente, eso es importantísimo, y acuérdate que la libertad económica es lo que nos da libertad para pensar, hacer, y decir...“.
También recomienda a las mujeres dedicarse a algo más que a las cosas que cotidianamente hacen, como escribir, aprender a tocar algún instrumento musical, acudir a un taller de literatura, para que cambien su forma de ver la vida, que se sumerjan a otros contextos.
"No es lo mismoestar atochada en la casa, a saber qué pensaba Borges de la política argentina. Es bonito no ver por un hoyito, sino tener una ventana de cuando menos 180 grados, no es crítica para esas mujeres, es una voz que las alienta a buscar otros intereses en su vida".
Escucharla hablar de pasajes de su vida es sumergirse a escenarios de otros y de este tiempo.
Inga es una mujer que amó hacer teatro desde que descubrió este arte a finales de los 50, y es una consigna que tiene por filosofía: hacer bien lo que haga.
Así lo refiere cuando se le dice lo que Óscar Liera pensó de aquellos cuentos que escribió hace cerca de 30 años, compilados entonces en el libro Piel color de luna, editado por la UAS y que recientemente reeditó el Isic.
No se siente la escritora dentro de la literatura, como lo escribió el fundador del Taller de Teatro de la UAS, conocedor de las posibilidades de Inga como narradora.
"Es como pretender algo que no, es como una mentira porque ha sido como regalado para mí, no es algo que yo haya estudiado literatura, nada, lo único que hice fue leer toda mi vida. No me siento escritora", señala.
En su niñez y juventud leyó con voracidad desde Selecciones, sucesos, los periódicos, Las 20 mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, mucha literatura inglesa y alemana a través de Herman Hesse, leyó a escritores de los 50 del Siglo 20, y que aún le gustan.
Por ello, un día reflexionó: "Bueno, si he leído tantos y tantos libros que tengo en casa y otros que me han robado, tengo que empezar a escribir".
"Y me acordé de un caso que yo había presenciado hace muchos años, y de ahí surgió el primer cuento -La última tapia-, luego el segundo... entonces yo se los enseñé a Óscar Liera y me dijo 'órale, adelante', y cuando terminé los ocho me dijo 'de una vez hay que publicarlos'".
Esta actriz y narradora, de quien Rodolfo Arriaga se refiere como una mujer tranquila, ecuánime, transparente y generosa, en el umbral de sus 80 años se siente como una siembra, pues es el "riego" de los reconocimientos, de los abrazos de sus hijos, sus amigos, los que le han dado aliento en estos últimos días.
Así la hacen sentir hechos como el haber encontrado a un alumno al que le dio clases de teatro y hoy es director de un grupo en Guamúchil, o por la emoción vivida durante el reconocimiento por una vida dedicada al arte, realizado por la UdeO, donde fue maestra. Y ahora la reedición del libro de cuentos que escribió hace casi 30 años, lo que para ella fue una sorpresa.
También la revitalizan, sin duda, comentarios como el del poeta Jesús Ramón Ibarra, que se refirió a ella desde su forma de llevar la conversación, como una mujer que se mueve por el sentido común y por una pasión por la práctica de vuelo que es la vida.
"Creo que este libro encenderá a esa Inga escritora que late en su interior y que tiene muchas cosas por contarnos, hablo de Inga como uno de los secretos mejor guardados de la literatura sinaloense", añadió en la presentación de Piel color de Luna.
Pauwells ya no hace teatro, pero piensa seguir escribiendo, así, con la misma exigencia como estructuró cuentos como El tejedor de sueños, Piel color de Luna o La otra cara.
Hoy tiene el tiempo para dedicarlo a narrar, y con más facilidades que cuando usaba la máquina Underwood que era de su padre, de teclas duras que hacía sonar por las noches, a un lado de su cama.
Recuerda cómo batallaba para estructurar una frase, si no le gustaba, la hoja salía volando del rodillo. Era y es exigente para narrar.
"Las cosas que hago trato de hacerlas bien, y si lo hago es porque me gusta y porque estoy emocionada", comentó la maestra.
"Yo no me siento lo suficientemente buena escribiendo, no siento que valen mucho, por eso, porque como no estudié...".
Quien es ávida lectora de Borges, García Márquez, y otros, entre ellos escritores españoles, ya tiene empezado un primer relato del que será su segundo libro.
Y de la emoción que siente por sus planes, también habla su mirada, su sonrisa, y la mano que extiende a su interlocutora como sellando esa promesa que se hace a sí misma de seguir escribiendo, para ya no ser el secreto mejor guardado de la literatura sinaloense.
INGA PAUWELLS
1956 se inicia en el teatro La Escalera, bajo la dirección de Roberto Hernández.
1968 es cofundadora del Seminario de Actores.
1986 se integra al Tatuas.
1993 la UAS la reconoce por su disciplina y amor al teatro.
2000 el Tatuas la distinguió por ser iniciadora dle teatro infantil en Sinaloa.
1997 recibió el Reconocimiento a la Labor Artística y Cultural.
2015._ Recibió un reconocimiento en el Encuentro de Solistas y Duetos.
En días pasados fue homenajeada en la UdeO, donde impartió clases de teatro, por una vida dedicada a las artes escénicas.