Impacta ‘Bonsái’ con sus impresionantes coreografías
La fuerza de movimientos corporales ante el incesante golpe de los tambores que realizaron los integrantes de la Compañía Danza Joven de Sinaloa impactó al público que se dio cita para presenciar Bonsái.
En lo que fue la apertura de los festejos del 25 aniversario del Museo de Arte de Mazatlán, los asistentes disfrutaron de tres coreografías que realizaron los artistas en honor a José Limón.
La exhibición artística de danza contemporánea efectuada por la Compañía Danza Joven de Sinaloa, tuvo como escenario las instalaciones del recinto, que lució lleno.
“Bonsái” dirigida artísticamente por Carlos Zamora y Edylin Zataráin, cuenta con una combinación de poesía y movimientos físicos de danza.
Los artistas efectúan 3 obras de diferentes coreógrafos que hacen una metáfora de la función del bonsái, con la vida misma.
Las coreografías hablan del ser humano, sus relaciones, sus duelos, sus puntos de quiebre, sus diferentes velocidades de habitar la realidad, y como un bonsái, es el resultado de cortes, directrices, estímulos, alimentos y sustratos, que van dando una intrincada forma entre nuestra naturaleza y la caprichosa y artística visión de un jardinero con millones de nombres.
La primera coreografía denominada Una tormenta, en la cual se expresa el dolor y el ensueño de una mujer que va despertando a una nueva realidad, diferente a las promesas del pasado y renaciendo, atravesando sus infiernos interiores para poder cantar dulce y profundamente, un final a ese arroyo de lágrimas y añoranzas que solo se detendrá dejándolo fluir.
Posteriormente, los presentes disfrutaron de un ser mitológico, El fauno; caracterizado por su lascivia, que habitaba en los campos y selvas junto con las ninfas y que se representa con figura humana de orejas puntiagudas, cuernos y patas de cabra.
Tres bonsáis y en ellos tres artistas que dibujaban su significado propio: libre, acompañado por una musicalización que fue clave para adentrarse a la esencia de la danza presentada, entre el sonido del agua simulando el lavar la hermosa planta y la narración y movimientos de los artistas capturaron el interés de los presentes.
El incesante golpe del tambor y el sonido que acompañaron los movimientos corporales que realizaron los artistas fue un claro gritó de esperanza, de que la sangre no sea derramada, sino que por el contrario fluya, se encuentre con todos los ríos posibles y así produzca belleza y luz.
La fuerza y cadencias en lo movemos efectuados cautivaron al público que permanecía a la expectativa de lo que vendría alrededor de la principal pieza de la velada el bonsái, un pequeño árbol que con delicada fortaleza se comparte.