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Cultura

Hechiza la Camerata Mazatlán con ‘Scheherezade, música para mil noches’

Los asistentes al Teatro Ángela Peralta se deleitan con un concierto de cuerdas que dirige el director huésped Sergio Freeman

De diversos acordes y aventuras vivieron los asistentes al Teatro Ángela Peralta quienes disfrutaron del concierto “Scheherezade, música para mil noches” del compositor ruso Nikolái Rimski-Kórsakov, que ofreció la Camerata Mazatlán dirigida por el maestro huésped Sergio Freeman

La historia de una princesa de oriente que intenta salvar su vida contando historias a un resentido y despiadado Sultán fue de lo que los mazatlecos disfrutaron en un concierto que introduce al espectador al misterioso mundo de Las mil y una noches y de una de las mujeres más fascinantes que cabe encontrar en la literatura universal como lo es Scheherezade.

Más de 50 músicos deleitaron a los ahí presentes con los sonidos que emitían sus instrumentos, que los transportaron en una alfombra mágica invisible a esos lugares lejanos donde los genios surgen de las lámparas, los pájaros hablan, las águilas llevan en sus garras a los héroes y los barcos navegan por mares de tempestades.

El concierto dio inicio con la obertura de “El sueño de una noche de verano” de Felix Mendelssohn, seguida de un movimiento del ballet Adagio de Spartacus y Phrygia, del compositor armenio soviético Aram Khachaturian.

La intensidad de la noche continuó después del intermedio con la tercera obra Scheherezade, de Rimski-Kórsakov, que incluyó El mar y el barco de Simbad, La historia del príncipe Kalendar, El joven príncipe y la joven princesa, Festival en Bagdad, El mar y El barco se estrella contra un acantilado coronado por un guerrero de bronce.

Melodías que trasladaron a los asistentes al Oriente, a ciudades con mezquitas de cúpulas en forma de cebolla y calles repletas de gentes con turbante y velos en la cara.

En esta última parte, la solista Nina Farvarshchuka con su magnífico toque de su violín cautivó a los asistentes en el máximo recinto cultural porteño, en tanto que una pareja de bailarines danzaban sobre el escenario al ritmo de la música sublime que se interpretaba.

Un ambiente inigualable, con suspiros de calidad y con el perfeccionismo de grandes músicos, hicieron del concierto un recital inolvidable para los presentes.