"FACTOR HUMANO: La importancia de ser conspicuo"
Es mejor brillar por méritos que por tonterías.
Rara vez usada, la palabra dominguera conspicuo suele aplicarse a la gente que sobresale por sus cualidades o por sus excentricidades. Más a quienes se distinguen por su conducta y buena reputación.
Un individuo conspicuo cobra conciencia de su valor y poder como persona y se da cuenta y advierte cosas que la mayoría no alcanza a ver ni a sospechar. Se distingue de la masa y deja de seguirla atreviéndose a ir contra la corriente cuando sabe que la gente puede ahogarse.
Dos extremos de conspicuo
Salvador Dalí era genial como pintor y sobresalía por su excentricidad. Fue al metro de París con un oso hormiguero de mascota. Lo contrataron para inaugurar una zapatería en Barcelona, toda la prensa y los curiosos atentos, tomadas las fotos del listón empezó a romper los vidrios del escaparate con su bastón, la gente estupefacta, los dueños le reclamaron y les dijo “¿Querían publicidad? Pues ahora la tienen”.
Benjamín Franklin
Abandonó la escuela a los 10 años forzosamente, pero su mente observadora y sagaz siempre trabajó; como científico le debemos el pararrayos, los lentes bifocales; desde los 23 años fundó 3 periódicos muy exitosos; tenía una cultura enciclopédica, pensaba en beneficiar a la comunidad y no solo a su bolsillo, fundó una estación de bomberos, una biblioteca y fue el fundador de la Universidad de Pensilvania. Promovió la independencia y es uno de los padres de EEUU.
Una anécdota lo pinta. Invitó a comer a un candidato para su periódico para conocerlo como persona, traía buenas credenciales; observó que le puso sal a la comida antes de, al terminar le dijo -lo siento usted no será contratado; el otro atónito le preguntó -Usted le puso sal antes de probarla, como periodista nunca hay que asumir los hechos, debe verificarlos antes de publicarlos.
¿Qué hace a las personas conspicuas?
Seleccionan y disciernen lo que ven, lo que escuchan, lo que leen, a sus amigos. Están atentos a las circunstancias y vislumbran el rumbo de los sucesos: ven lo que muchos no ven.
Para eso distinguen entre la información basura y la auténtica, no están sobre informados, no tendrían tiempo para pensar y ponderar la información. Por eso buscan fuentes confiables, las redes quitan mucho tiempo y causan adicción. Controlan su celular y saben cuándo apagar la televisión si la llegan a ver. Seleccionan lo que reenvían, si ven una noticia sospechosa la analizan para no reenviar “falsas verdades” ni saturar con trivialidades.
Amplían su criterio
Piensan. No se dejan llevar por las emociones como las masas, saben que hay muchos lobos disfrazados de ovejas que promueven el bien común endulzando los oídos, se fijan más en los resultados que en sus palabras, sobre todo observan el lenguaje corporal, esquivan a los que hablan mucho. Estudian para ver si los eventos les afectarán, suelen consultar a otros para tomar decisiones y en sus negocios. Entre más brillantes más humildes.
Ven las cosas en perspectiva
Saben informarse sin depender de las noticias ya que los medios las repiten y cautivan a la audiencia provocando miedo, enojo, sorpresa, indignación, futilidades. No se saturan de información: los desenfoca.
¿Se gana por el estudio?
Entre más educación más racionalidad, pero no es garantía. Hay individuos sobresalientes y empresarios exitosos sin estudios universitarios. Al regresar de estudiar maestrías y doctorados del extranjero suelen propiciar cambios al venir de otros ambientes.
Hay muchos universitarios alérgicos a razonar y a obtener criterio por su propio análisis, acostumbrados a llenarse de información no disciernen lo que aprenden olvidándolo al rato. La carrera se asemeja a la carrera de obstáculos, la meta es pasar las materias siguiéndole la onda al profesor. Muchos han perdido el gozo vivificador del aprendizaje.
Las redes sociales y las masas
Por algo las nuevas generaciones dejaron de ver televisión pero se hicieron adictos a las redes y son manipulados por ellas sin darse cuenta, atrapados en una maraña de contactos, grupos y redes simultáneas, se sienten parte de una comunidad dando “likes” a lo que les gusta, saturando su mente y viviendo en una realidad virtual que no llegan a distinguir, enajenados.
No han aprendido a leer, lo hacen de prisa y sin retener, no saben el nombre de las calles; van a la mesa acompañados con su celular sin conversar.
Lo que esconden las redes
Las redes ganan toneladas de dinero con la información privada de sus miembros, se han usado para campañas políticas, crear y manipular tendencias, cambiar patrones de comportamiento y gustos, influir en otros países, desinformar y desprestigiar. El caso “Cambridge Analytica” puso a la superficie lo que esconde Facebook ocasionando un escándalo internacional tanto que se enfrentó al congreso en EEUU.
Cuando “gogleas” no encuentras lo que existe en la red mundial, hallas lo que ellos quieren que encuentres. Cuando instalas una App aceptas sus condiciones para espiarte. George Orwell se quedó chico con su “Gran hermano”: la red nos vigila y está al acecho lucrando.
La interactividad
Ahora más que nunca leer y estudiar una fuente seria y bien documentada es más necesario ante tanta basura circulando. El reto de los periódicos es reinventarse para dar información sintética y detallada en tiempo real y atractivamente. Lo que ha detonado al internet es una palabra: la interactividad. La gente ya se cansó de ver y leer lo que le ofrecen, quieren participar en el menú.
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