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"COLUMNA"

"FACTOR HUMANO: El arte de ver y de sentir"

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FACTOR HUMANO
24/10/2020

Ante la tribulación presente necesitamos quietud y paz para aumentar las defensas y calmar el espíritu. Hay un remedio a la mano: gozar la belleza circundante cotidiana.

Caricias para el alma

La verdad calma la mente, los temores viven en la imaginación, cuando dejamos de suponer el temor se calma. El pensamiento excesivo nos saca de la realidad.

Asimismo lo bello nos reconforta y vitaliza, nos conecta. Un momento de belleza vale el día, repitiéndolo frecuentemente viviríamos más y mejor.

¿Qué tanto disfrutas lo que te rodea? El punto es ¿Te conmueve? Si no, algo traemos. Olvidamos que la felicidad está contenida más en las emociones que en otras cosas.

Pulir los sentidos

Bello es lo que place a los sentidos armonizándonos. Por ellos también entra la verdad, primero con la sensación, después con la percepción y luego con la abstracción.

Al tomar conciencia de este proceso intensificamos nuestra experiencia estética como la caricia de un beso. Y eso sana. Entre más entendemos lo bello más sentimos su gozo.

¿Sabemos mirar?

Una imagen vale más que mil palabras, ve estas dos imágenes:

 ¿Cuál te gusta más? Es el mismo tema en la misma mesa, detecta que elementos la hacen más bella. El punto ¿Sabemos enfocar lo que cotidianamente vemos? Esto requiere de una disposición que al hacerse hábito aumenta la capacidad para descubrir lo bello donde aparentemente no existe.

Aprendiendo a mirar, a escuchar, a palpar, a sentir, a oler, abrimos la puerta a sensaciones inéditas esperándonos. Empieza saboreando un vaso de agua.

Distraídos y saturados

Gozar de lo simple tiene su gracia: requiere también atención. Estamos distraídos, no estamos donde estamos y, por otro, vivimos saturados por las pantallas y excesos.

La saturación exige más estímulos externos porque se pierde la capacidad para gozar con los normales, atiborrado, cayendo así en un círculo vicioso.Ejemplo, el azúcar es más adictivo que la cocaína y afecta las mismas zonas del cerebro, por eso cuesta dejar los refrescos y satura el gusto como el chile, dificultando saborear otras cosas. Además la tristeza y la pérdida de sentido incitan su consumo para “endulzar” la vida, por eso la afición a los carbohidratos y la obesidad. Además la ansiedad es insaciable.

La inconsciencia

Al comer viendo TV se pierde la conciencia de los sabores de cada bocado, siempre el primero sabrá mejor que los siguientes porque los receptores se van saturando con la cantidad, por eso “de lo bueno poco”.

La atención en cambio acentúa los sabores, con la concentración gozamos más el momento y nos salimos del tiempo. Los sentidos se educan cuando cobramos más conciencia de la diversidad de sensaciones captadas, así nuestra percepción se ramifica a medida que las detectamos.

El Input - output

Hay otra condición para que la realidad y lo bello entren y nos besen la frente: el silencio interior. Al callar la continua voz de pensamientos logramos algo: permitimos que entre más lo externo, el input. Quien siempre habla o está pensando está en un continuo output, le entra menos lo que sucede afuera. Es como un vaso vacío o lleno de algo.

Esos chicos que van a la playa con su música a todo volumen, bebiendo, charlando, lo disfrutan sin duda pero no permiten que el mar, el sol, las aves, las olas, la arena, les cuenten su historia. Traen su vaso lleno y no se dan cuenta porque así viven.

Saber contemplar

Cuando contemplamos una flor nos conectamos con ella de una manera sutil pero real, ella nos brinda su belleza, nosotros la atención, pero aquí viene lo extra: la flor sabe que la vemos y goza al ser mirada y del deleite que sentimos.

En ese diálogo vamos descubriendo y comprendiendo sus secretos. La esencia de la contemplación no es la pasividad: es establecer una conexión inteligente. De ahí surge la sorpresa que va de lo sensible a lo abstracto.

Aristóteles

El sabio griego no se dedicaba a escribir opiniones sino a una misión más alta: a describir la realidad. Me ha intrigado su profunda y diáfana capacidad de observación siendo el padre de las ciencias ¿De dónde sacó tantas cosas tan abstractas e invisibles de la realidad circundante, distinguirlas y explicarlas verazmente?

Partiendo de lo inmediato de la flor: su color, olor, textura, luego su forma, tamaño, a lo que les llamó accidentes; para llegar a lo abstracto, lo metafísico: la sustancia que sostiene sus peculiaridades, los accidentes, y más allá: su esencia, lo que la hace entendible, sintetizarla y diferenciarla.

El salto a lo metafísico

Hay que mirar con los ojos educados y contemplar con la mente abierta yendo de lo físico a lo metafísico. Ahí está la realidad en su modo más diáfano e inefable. Cuesta trabajo desmaterializar las ideas, entre más detalles más nos perdemos. Ejemplo, las conversaciones suelen ser narrativas, una secuencia de sucesos sin síntesis. Basta ver cómo se da una ubicación para observar cómo la mente está entrampada en la inmediatez cotidiana inconsciente.

Necesitamos llegar a la esencia distinguiendo lo que es con lo que parece. Esto reclama más claridad de ideas que otras cosas. Por eso hay sabios sin estudios y eruditos confundidos. Verifiquemos que lo percibido sea cierto y que lo cierto coincida con otras ópticas, entonces captamos lo verdadero.

paulchavz@gmail.com