"Expresiones de la Ciudad"
El otro día una señora de edad y alguien más joven se detuvieron frente a la Casa de la Cultura de la UAS.
Iban quién sabe a dónde, pero el colorido del Nacimiento expuesto en el portal les hizo detener el paso.
Luego de recorrerlo a detalle, la señora de edad le pidió al alguien más joven que le tomara una fotografía con el celular. Se acomodaba la mujer al costado donde se alzan las figuras de María y José, cuando cayó en cuenta que faltaba el Niño Dios en el pesebre, que en la cajita de madera nada más había rama de musgo.
“Es que lo ponen hasta la noche del 24”, explicó el chavalo, mientras hacía encuadres con la cámara del teléfono.
“Es lo común durante el día y por las noches”, había dicho Jorge Luis Hurtado Reyes la ocasión del encuentro para saber más del Nacimiento de la UAS, esto es, que de forma intermitente había visitas familiares para apreciar esta tradición mexicana y universal en épocas de diciembre.
Incluso en aquella sesión de fotografías no faltó quién pidiera oportunidad para hacerse retratos, aprovechando que en ese instante sí estaba el Niño Dios en su sitio, lindo de su madre, a pedimento de este periodista y sus ocurrencias.
¿Pero quién es el perseverante capaz de desatender un rato la fiesta de Navidad hogareña, en mera noche del 24, con tal de que el Niño Dios aparezca en el pesebre, precisamente como apunta la tradición?
De manera invariable, año tras año, ha sido Jorge Luis Hurtado, un hombre de convicciones sin esquinas, y un compañero universitario con mística de servicio.
Si fuera otro el caso y distinto el personaje, posiblemente cabría decir que ese hombre es un tozudo y que no le importa el malestar de la esposa y de los hijos, tampoco que la cena se enfríe y que le vale un cacahuate si mira o no a Santa Claus con sus regalos de fantasía, con tal de que el Nacimiento de la UAS luzca como debe, justo en el instante de la medianoche.
Pero nada de eso; antes al contrario, la pasión de Jorge Luis Hurtado es la misma pasión de sus hijos y de la esposa: la comparten, la festejan, han hecho de ella una forma de vida, y por eso tanto y tantas veces se les mira trabajar en equipo.
Son una familia de la cultura. Y pues en familia y con la ayuda de amigos -por supuesto que también con apoyos institucionales- pudo alzarse el Nacimiento en el portal de la Casa de la Cultura, que ahora luce fastuoso y a diario es visitado por abuelos, padres, hijos y nietos.
Y es que casi no se miran Nacimientos en la ciudad, desde que la Navidad se convirtió en brillos y gorditos barbones a la puerta de los almacenes comerciales.
La simbología navideña casi ha dejado de lado la representación plástica del Nacimiento de Jesucristo, sobrepasada por árboles iluminados y esferas multicolores. Por el lado de la UAS se celebra de las dos formas: en la explanada frente al edificio central se irgue majestuoso un fantástico árbol navideño, mientras que en el portal de la Casa de la Cultura atrae el Nacimiento de Jorge Luis Hurtado.
Es, en sí, una concepción artística de parte de su creador, guardando en esencia lo que apunta la historia bíblica sobre el advenimiento de Jesús; es decir, infaltable la escena con las figuras que habrán de adorar al Niño Dios la noche del 24, como María, José, el arcángel Gabriel, y los animalitos para dar calor con sus alientos.
Este es el cuadro central de toda la composición, porque en la visión de Hurtado pareciera dibujarse una pastorela mexicana, pues lo primero a reconocer es un establo, que viene a ser el de los pastores que en su momento habrán de seguir la estrella de Belem.
Luego se levanta la escena de los Tres Reyes Magos, y sobre sus cabezas (habría que tener buen ojo para advertirlo) hay una paloma blanca, representación del Espíritu Santo.
A lado está el cuadro principal del Nacimiento; y a su izquierda, visto de frente, el Luzbel de todos los infiernos, el diablo malo que en toda obra intenta evitar el Nacimiento de Jesucristo, o el hecho de que sea adorado. Por eso la sugerencia de que el montaje del señor Hurtado asemeja una pastorela.
La propuesta, al fin, junto con el árbol navideño que se levanta a unos cuantos metros, es uno de los modos con que la Universidad Autónoma de Sinaloa celebra la época decembrina, una manera de generar paisajes que alienten la paz y la armonía social.
Es el saludo universitario, un lenguaje simbólico mediante el que dice a todos: ¡Feliz Navidad y próspero año 2016! Y punto.
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