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Literatura

‘Detrás de una buena vida, siempre hay libros’, asegura Élmer Mendoza

El escritor sinaloense dictó la charla Cómo los libros cambiaron mi vida, en las actividades del 30 aniversario del Programa Nacional de Salas de Lectura
07/02/2025 12:54

La lectura, asegura el escritor sinaloense Élmer Mendoza, le dio los elementos necesarios para estar en el mundo, pues siempre lo movieron a ser y hacer algo más.

“Detrás de una buena vida, siempre hay libros”, aseguró durante la charla Cómo los libros cambiaron mi vida, que ofreció en la Sala de Formación Lectora, del Instituto Sinaloense de Cultura, a propósito del 30 aniversario del Programa Nacional Salas de Lectura.

Ante un grupo de lectores, el escritor aseguró que siempre hay un libro que produce los mejores momentos y todos los seres humanos tenemos derecho a ello. Incluso, dijo, uno debe buscarlos siempre, porque siempre hay otro libro.

“Hay libros que son la marca de uno, uno de los míos es Veintemil leguas de viaje submarino, de Julio Verne.

Y si se topan con un libro malo, comentó también, a lo largo de la conferencia, algo bueno ha de tener, como uno, que sus hijos le regalaron, en el que encontró una frase que aún recuerda: “La belleza es poder”.

“Siempre hay libros con grandes revelaciones de uno, de lo que uno quiere ser”.

Mendoza compartió que cuando nació, en el Hospital Civil, su madre tuvo un parto difícil, e incluso solía decirle que desde que estaba embarazada, fue problemático. Creció en la Col Pop, un barrio negro, en el que tenían que aprender otras cosas para sobrevivir, como saber defenderse, a usar las manos, los pies.

“Ahí crecí, también jugué basquetbol”, comentó mientras tomaba su libreta de apuntes que en la portada decía Julio Verne, veinte mil leguas de viaje submarino, y compartió cómo esta novela llegó a sus manos.

En el vallado había un Centro Municipal, donde jugaba básquet, había un mercado, una oficina de registro civil, y una vez vio que había libros y se acercó, y una chica le prestó uno de Bernardo J Gastélum y al día siguiente lo devolvió porque no lo pudo leer, pero a la chica que se lo prestó le impactó que lo regresara y entonces le prestó otro, el de Julio Verne

“No saben, fue un descubrimiento, porque no tenía que ver con las novelas de vaqueros, aunque era el mismo esquema, es algo muy diferente, creo que toda la gente que sus hijos, nietos, tienen derecho a ese descubrimiento”, consideró.

“Fue la primera novela seria que leí, porque antes leí cómics, novelas de vaqueros, de detectives y en el barrio alguien compraba uno y se lo prestaba a todos. Todos trabajábamos, una vez trabajé de ayudante, yesero y aprendí en casas había dos yeseros que leían igual y aprendí muchas cosas, el valor de la amistad, en grupos de trabajo, eso fue lindo porque muchos años después fui a dictar en una conferencia y la conocía toda porque había participado enyesado las paredes”.

El contratista, compartió, lo corrió.

“Me dijo; ‘tienes que aprender otras cosas’, y a lo largo de mi vida ha habido momentos y personas que me dijeron eso: ‘tienes que aspirar a otras cosas’, y personas que me decían eso, eran que se iban a morir, un maestro de la primaria también me lo dijo”.

En la prepa Tec de Culiacán, recordó, había sólo un libro que no era técnico, y él fue el único alumno que lo leyó.

“Ahora como promotor de lectura partimos de la tesis de que hay un libro que nos dan algunas revelaciones que tienen que ver con nuestra vida cotidiana, larga o corta, que al final de cuentas, los libros ayudan a enriquecer el camino por donde uno transita, y eso puede ser a la edad que sea”, aseguró.

“Porque como promotor de lectura inicié a personas que son mayores que yo, gente que nunca había leído, conmigo leyeron su primer libro y no podían creer lo que sentían y experimentaban, lo que estaba pasando”.

Hace 30 años, añadió, él participó en la creación del programa Salas de Lectura, promovía la lectura en el Instituto Sinaloense de Lectura, y mucha gente no lo sabía.

“Igual que ahora, puedo estar impartiendo una charla en Chiapas o Baja California, sobre lo que hacemos en Sinaloa para promover la lectura y a veces los de Sinaloa ni cuenta se dan que tenemos un trabajo muy largo, de mucho amor”.

Reconoció que su cabeza está dividida en varios gajos y uno de ellos está por los libros de ficción que ha leído, y por otro lado los libros científicos, que son parte de su vida.

“Es maravilloso poder, a partir de un instrumento que está al alcance de todos, pero no todos utilizan, que son los libros, pueden modificar, voltear una vida y pueden crear la esperanza suficiente, la fuerza suficiente para decir ‘Yo puedo, no me voy a quedar en la Col Pop’

y me fui a estudiar al Politécnico en la Ciudad de México, no puedo negar que tuve becas, pero con lo que yo trabajaba pude reunir para los boletos de autobús para irme, y luego una tía que vivía en Tlalnepantla y dijo está bien que llegue a mi casa y ya ven cómo somos los sinaloenses, llegué con un amigo... nos recibió a los dos”.

Entonces, fue líder de estudiantes cuando se quedaron sin lugar en la universidad, y lograron que se inscribieran 100 alumnos más, posteriormente hicieron un movimiento para conseguir becas, con reuniones con directivos para explicarles su necesidad. Al final, otra persona le pidió parar con esos movimientos, bajo amenaza, por lo que en adelante lo único que hizo fue reuniones para clubes de lectura.

La charla estuvo llena de anécdotas, de autores que ha conocido y que lo han influenciado, de libros, de consejos, de tomas de decisiones como cuando tuvo que elegir entre seguir siendo científico o escritor.

“El hecho de tener una historia lectora, ¿qué hubiera sido?, si no hubiera sido lector, mejor me quedo de yesero”.

Hoy, Élmer Mendoza es un autor traducido a 12 idiomas, el más reciente que acaban de firmar es al búlgaro. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores.