Cuánto nos ha dado la ciudad de los tres ríos, la ciudad de las maravillas. Cuánto nos ha quitado la ciudad de Guadalupe Leyva, José Limón, Gilberto Owen, A. E. Quintero, de César Cañedo, de Inés Arredondo, de Amparo Ochoa, de Veneranda Bátiz, de María Teresa Zazueta... cuánto nos sigue dando y cuánta deslumbrante belleza nos falta por ver, y de cuántas otras ocurrencias seremos testigos. Extraños, no. Leí una novela que describía la ciudad de donde soy, no pude terminarla por la intromisión que sentí al ver cómo alguien más se atreve a develar un amor odio que sólo corresponde a quienes pertenecemos a la tierra, sólo quien la ha vivido y padecido, quien se ha agraviado con sus vejaciones y llorado a sus muertos le toca reclamarle y gritarle que dejó de ser esa ciudad que describió Óscar Liera y todos sus hombres y mujeres de bien que cargan con sus pecados al igual que con el desprecio ajeno. Ciudad que se niega a fenecer y que hace frente con talento nato y que sigue dando hombre y mujeres que bien bailan, cantan, tocan, cocinan, siembran, escriben y pintan, hombres y mujeres de bien que brillan y triunfan, igual que lloran y se conduelen... y florecen y crean y construyen un universo propio, una mirada, una propuesta libre y genuina como sólo puede hacerse en el arte.
En eso pensaba cuando la vi a ella al leer su queja y su martirio. La vi caminar con su capa roja de terciopelo y su corona con alas. Me adentré en su mundo, le seguí los pasos y a la par descendí del cerro a la ciudad de Calvario, ¿su reino? Un reino de escombros, en descomposición, que muestra sin tapujos a cuanto ser encuentra en el camino. “¡Cómo se atreve!”, va diciendo a todo aquel que la cuestiona y la enjuicia. Rodeada de cuervos y seguida por un lobo continúa su paso lanzando dardos al viento, implacable, llega y aparece, Torna Tormento. Un ser mitológico con alma atormentada que divaga entre apariciones. Quienes la ven de lejos y desconocen su esencia le rehúyen por pensarla loca, desquiciada, pero Torna Tormento está curtida de otras pieles y bajo ellas se esconde una fragilidad otorgada a los seres más sensibles, aquellos que detienen el paso para recoger nidos del suelo y dar de beber a los pájaros; así apacigua su alma. Lo que no perdona Torna Tormento es el engreimiento y la falta de compasión. Es por eso que ha bajado a Calvario y ha decidido sacudirle las entrañas, recordándole la autodestrucción de la que ha sido capaz, aventando dardos y vociferándole las injusticias. En su andar por Calvario reconoce a sus iguales, a seres que vienen de otros tiempos y conocen sus sentencias. Visitante asidua a una taberna, mantiene diálogos ensalzados con el cuervo de la barra; el cuervo de cuervos, ese que lo ha visto todo, mas su morada es la lápida de un cementerio. Allí conoce a los hermanos Tirano y Esparto, encargados de hacer las fosas de los muertos. Dotada como es de saberes mundanos, hace trueque pasional con uno de ellos a cambio de hurgar las tumbas.
Crear es un acto de libertad, dijo la maestra Eugenia Revueltas, que todas las voces expresen su auténtica y pura belleza. La ciudad de Culiacán ha parido un nuevo río, se trata de la escritora Río Turbulento, heterónimo de la artista Rosa María Robles, quien lanza su primer libro Dardos de hielo (Felina, 2023). Destaco la bien lograda ironía que provoca el tizne y en la que viven todos los tiznados, la silenciosa sabiduría de El sabio desconsuelo, las imágenes alucinantes, la delicadeza y ternura de los dardos que le escribe a ella —sabrás de quién se trata— y toda la metáfora y niveles de lectura que tienen sus Dardos de hielo. Enhorabuena y éxito en el camino emprendido por las aguas de tu río que ya suena por tu querida Culiacán, valiente Río Turbulento.