Brinda Cecilia Fuentes confesiones a libro abierto en la FeliUAS
MAZATLÁN._ La mañana del 6 de diciembre de 1993, Rita Macedo visitó a su hijo Luis de Llano en su oficina, le dijo que estaba ahí para despedirse. Horas más tarde, se quitó la vida. Dejó escritas sus memorias las cuales no concluyó.
Veinte años después, a fuerza de superar el golpe, su hija Cecilia Fuentes Macedo, y media hermana de Luis de Llano y Julissa, se dio a la tarea de ordenarlas y editarlas, para finalmente plasmarlas en el libro Mujer en papel: Memorias inconclusas de Rita Macedo.
La obra se presentó en Mazatlán, en el arranque de la Feria del Libro FeliUas 2022, en donde se contó con la presencia de la escritora Cecilia Fuentes.
Estas memorias, no solo retratan a una mujer que llegó a los sets de extraordinarios cineastas de la Época de Oro del cine nacional como Luis Buñuel, José Luis Ibáñez e Ismael Rodríguez, sino que narran anécdotas de su convivencia con figuras icónicas de los círculos artístico e intelectual de su tiempo, a la vez que revelan a una Rita que por momentos se llenaba de melancolía y cuyas circunstancias la orillaron a vivir en solitario todos los triunfos y fracasos en su vida personal.
Ante un nutrido público que se dio cita en el Polideportivo de la UAS, manifestó que durante el desarrollo de este libro, fue descubriendo quién fue su madre, Rita Macedo, así como a su padre, el famoso escritor, Carlos Fuentes, experimentando una terapia con cada una de sus cartas, que si bien no pudo publicar todas, sí las leyó al público.
“Fui descubriendo a unos papás que no conocía y eso me dio un poco de coraje, porque no conocía a los papás con los que crecí, pero es importante revivir a mi mamá, porque fue una señora muy chingona, cuando piensas que a su edad hizo todo lo que hizo, que murió sin recibir el reconocimiento que se merecía, porque mucha gente ni siquiera sabía que estaba casada con mi papá (Carlos Fuentes)”, manifestó la escritora.
Resaltó, es una historia interesante, la cual refleja el México de la gente poblana del cine mexicano y los chismes de todos esos ídolos que todos creen que son de una forma, y al leer el libro, se enterarán de otras cosas bonitas, nada feo, con chismes bonitos, anécdotas, que su mamá quería contar, como una manera de “desnudarse”.
“Lo que quería mi madre era ‘encuerarse’ frente a todos, que la vieran tal cual era, y al mundo en el que creció lleno de mojigatería que no le correspondía, así como el mundo del cine en el que se desarrolló, con todo lo que no es lo que ustedes pueden creer de dorado, cayendo en un mundo muy falso”.
Entre anécdotas y otras experiencias, el público conoció poco a poco la vida de Rita Macedo, como la vez que conoció al grupo The Rolling Stones en Venecia, rodeándose así de gente menos esperada, recibiendo en casa a figuras como Jim Morrison, a quien calificó como un “Simpático peludito” quedando encantada con su poesía.
Cecilia recordó entre risas, él como deseaba tener una mamá normal, una que le llamara la atención por no hacer la tarea, o porque llegó tarde a la escuela, entre otras actividades, buscando ese regaño, la nalgadita, siendo ella misma la que se imponía el castigo buscando disciplinarse, pero que aún así, su niñez fue divertida, creciendo entre los teatros y los foros.
Fuentes compartió que a su mamá la metieron al cine a fuerzas, que vivió en unos internados espantosos, donde su madre la trataba horrible, pasando hambre y frío, saliendo de ahí con la condición de que se casara con Luis de Llano Palmer, con quien tuvo dos hijos, a los que dejó con sus abuelas, para irse a realizar su carrera de cine, donde le fue bien, pero no era lo que le gustaba.
“Mi madre se la pasaba muy mal entre los desprecios de actores como Pedro Infante o el Indio Fernández, todos unos machos tremendos, por lo que harta de ese mundo, empezó buscar nutrir su inteligencia y cultura, descubriendo el teatro, siendo ella de las primeras en traer el teatro de Broadway a México junto a Ernesto Alonso, agregando después a Manolo Fábregas como socio, con producciones que nadie ponía en México, porque eran obras muy sofisticadas para el país”.
Durante su charla, también recordó a Bertha Macías, su abuela mazatleca, mamá de Carlos Fuentes, de la que dijo no saber mucho, haciéndose cargo de tres hijas, fue secretaria, hasta que llegó a Relaciones Exteriores a trabajar, una mujer muy adelantada para su época.
“Yo crecí más con mi abuela que con mis papás, porque ellos siempre estaban de viaje. Mi abuela estaba loca, me dejaban sola con ella pensando que me ponía a rezar todo el día, y no, me enseñaba a jugar dominó, canasta, a beber, y a fumar. La abuela murió queriendo ver volar un helicóptero, y ya no lo logró, hacíamos muchas travesuras juntas”.
La escritora expresó el cariño que le tiene a Mazatlán, lugar donde vino a grabar con Televisa la novela Gabriel y Gabriela (1982) con una producción que duró dos meses, donde lo más duro que le tocó experimentar fue el calor del puerto, y a la actriz Ana Martín, proyectando lo bello de Mazatlán en aquella época.
El libro Mujer en papel: Memorias inconclusas de Rita Macedo, subrayó la escritora, es una obra en la que trató fuera lo más natural posible, donde nadie le metiera mano, tijera, o que quisieran ordenar la gramática y la ortografía, queriendo que lo entendiera cualquier persona, en un lenguaje como lo hablan todos, manteniéndose así, sin importar cuantos errores este tuviera.
“Es un libro que tiene que decir todo lo que mi mamá decía, porque si ella lo quería decir, era por algo, cosa que me causó muchas broncas, porque mi mamá fue una niña abandonada, que mi mamá tuvo una época de prostituta, de estrella de cine, y a mí no me afecta en lo más mínimo”.
Agregó, que su madre tuvo una época de riqueza, que fue costurera, porque lo único que aprendió en el internado fue a coser ropa, y junto a Ernesto Alonso puso una casa de modas, donde figuras como María Félix y otros hacían sus vestuarios, siendo esta la casa de modas más importante que existió en esa época.
El libro, dijo, lo completó con sus propias experiencias, agregando todo lo que vivió con ellos, como las fiestas de hasta tres días en su casa, considerando que la pasaba bien, esperando que alguien convierta esa casa en museo, al haber vivido todo el nacimiento y muerte de la literatura mexicana.
Una muerte anunciada
Respecto al suicidio de su madre, Cecilia Fuentes compartió que era algo que ella amenazaba con hacer constantemente durante 20 años, algo que sabían era una acción que ella haría en cualquier momento.
“Ya sabíamos que lo iba a hacer, yo traté de evitarlo, porque era mi mamá, lo más que pude, pero era obvio que ya no había nada más que hacer, sólo le pedí que no lo hiciera dentro de la casa porque yo seguiría viviendo ahí, y no quería todo embarrado para después irlo a limpiar, optando por hacerlo en el coche, pegándose dos tiros porque a la primera le falló, algo que solamente a ella le pasaría algo así”.
Al público, pidió encontrar el sentido del humor en todo esto, porque Rita Macedo lo que quería era reírse con todos, de todo lo que le pasó, que va de lo ridículo a lo chistoso.
“El libro a mí me parece un caramelo de historia, no la sufran, que no les duela, es una historia muy bonita, tierna, hasta los horrores de mi papá son bonitos, y después de leer todas las cartas de mi papá, creo que él tenía la razón en muchas cosas”.
Recordó que nadie quería publicar el libro, principalmente porque eran muchas fotos, así como no querer meterse en líos con la esposa de Carlos Fuentes, entre otros detalles, omitiendo muchos documentos, fotos, y dibujos, publicando únicamente las cartas dedicadas a Cecilia, considerando una lástima el que no le hayan permitido usar material que nadie podrá ver nunca.
Al público, sorprendió al decir que de su papá tiene una uña que le arrancaron del pie porque se le enterró, la cual tiene guardada en un botecito, junto a unos huesitos de su mamá. “Ahora sí se chingaron para siempre”.
Las cenizas de su mamá, contó, al no poder ser sepultada en un lugar santo, con la ayuda de dos amigos, Cecilia se roba de la cripta las cenizas de su madre, las cuales coloca en un calcetín para llevarlas a su casa y ser guardadas en una bolsa de ziploc, para después repartirla entre todos sus fans, convirtiéndola en colguijes, enviándolos por correo.
“Mi madre tiene un mundo de altares por todos lados, que cada día de muertos me envían fotos de todos lados con ella, ella está feliz, por fin es libre, por fin es feliz”, resaltó la escritora.