Eduardo García Barrios conmovió al dirigir la OSSLA tocando con maestría la 6ª sinfonía de Tchaikovski, moviéndonos a descubrir en ella enseñanzas de vida.
El Aprendizaje vivencial
Insisten en mostrarnos que vivir se trata más de sonreír, sin embargo la vida no puede comprenderse sin llorar. El sufrimiento si queremos puede enseñarnos verdades que de otro modo no captaríamos. El dolor es un maestro.
Los conocimientos no enseñan lecciones de vida, las experiencias sí por las emociones que provocan. Nadie es impasible ante ellas, avivan el aprendizaje como el oxígeno a las llamas, especialmente en los momentos felices, placenteros y dolorosos. El aprendizaje intelectual se queda en la mente, el vivencial nos abarca.
Cuando uno descubre las verdades que vienen envueltas en el dolor, como los caramelos, aprendemos vivencialmente y duelen menos. Duele más no encontrarles sentido. Las vivencias crean experiencias, la vida es un mosaico colorido de ellas.
Vivir es sentir
Sin embargo, podemos confundir la vida real con la mental sumergidos en los pensamientos e ilusiones y relegar los sentimientos, como la canción “Me olvidé de vivir”.
Luego, aprender a sentir es aprender a vivir. Y agregamos, morimos en vida por no saber sentir. Por reprimirlos, abrumarnos, atraparnos, no canalizarlos o no ser conscientes de ellos. En un curso vivencial una señora de 60 descubrió que estaba enojada con su esposo por décadas sin haberse dado cuenta, su rostro lo reflejaba pero su espejo no se lo mostraba.
Una obra maestra
Los sentimientos que más evitamos pueden traernos grandes enseñanzas. Pero los evadimos para no sentirnos mal. Los sentimientos pueden traicionarnos. Necesitan de la claridad del intelecto porque “Mi corazón es un gitano” y la mente es una cueva.
El compositor ruso Tchaikovsky afrontó, nos parece, un largo vacío afectivo, se permitió fluir en su torrente de emociones y desde su dolor poniendo toda su maestría y empeño, brotó su obra cumbre: la 6ª sinfonía. Un testimonio emocional y un regalo para la humanidad.
Le escribía a su sobrino a quien se la dedicó “se me ocurrió otra sinfonía, esta vez con un programa que sigue siendo desconocido para todos, a menos que alguien pueda adivinar el mensaje que les dejo en ella: descúbranlo... está lleno de emociones subjetivas, y mientras la pensaba lloré muchas veces”.
Desde la secundaria la obra me hechizó oyéndola cada noche una temporada, en la universidad leí intrigado lo del mensaje intentando descubrirlo por años sin lograrlo, hasta que surgió...
La magia de San Petersburgo
En octubre de 1988 vino a Culiacán la Filarmónica de Leningrado o San Petersburgo, la misma ciudad donde Tchaikovsky la estrenó en 1893, ahí en 1942, sitiada por los alemanes, Shostakóvich estrenó su 7ª sinfonía para levantar la moral en medio del crudo invierno con los músicos famélicos, apenas pudieron tocarla; años después Yevgeny Mravinsky se inmortalizó con su estilo incomparable para dirigir a Tchaikovsky con esta orquesta.
Y entonces aquí, oyéndola, el hechizo brotó naturalmente: entendí al fin el mensaje que había escrito. Desde entonces, a pesar de oírla en vivo otras veces, el 1º de diciembre del 2024 con Eduardo García Barrios dirigiendo la OSSLA la magia de San Petersburgo se repitió: como un manantial me brotaron las lágrimas.
De esto se trataba el misterioso mensaje que había dejado: de conectarse y llorar cuando hay que llorar. Eduardo trae impregnada el alma rusa en su batuta, lloraba también, los músicos y el público conmovidos.
Un sonido entrañable
Ponle atención al inicio a las 4 notas lúgubres y lentas del fagot, apenas se oyen, es algo que viene de muy dentro, una tristeza que brota de una carencia muy anhelada, las cuerdas suavizan el tema que se repite por las flautas: es un preludio de llanto, sorprendido más adelante por un forte orquestal intenso que estremece.
En el 3er movimiento el scherzo, la fiesta de la vida brilla intensamente con el pizzicato, pellizco, de las cuerdas y las trompetas escalando las alturas como los fuegos pirotécnicos, dándole dramatismo; en el 4º con sus disonancias aparece el adagio lamentoso: es un llanto inconsolable, triste, al final se va extinguiendo hasta un muy prolongado silencio. Expira. “La 6ª cierra con un dolor privado, íntimo y personal” escribió alguien.
El gran mérito
Consiste en definir lo que el compositor quiere expresar, plasmándolo y mejorándolo en el trayecto sorprendido. El del director y de los músicos es captarlo e interpretarlo con maestría lo más fielmente posible. Ese domingo el espíritu de Tchaikovski y de los grandes directores rusos como Mravinsky y Gergiev flotaba en el recinto naturalmente con el estilo de García. Notable.
Eduardo García se lució como titular de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes llenando sus temporadas con un público nuevo. Un gran mérito.
Agradecimientos.
A pesar de ser una orquesta mediana en tamaño, golpeada por la falta de presupuesto y por la violencia, faltándole varios músicos, sonaron heroica y maravillosamente. Agradecemos a los músicos fundadores su amor y su fidelidad, manteniendo su sonido distintivo. No bajen el nivel al contratar a los nuevos integrantes.
Agradecemos a su fundador Gordon Campbell atrayendo talento internacional para formarla siendo premiada dos veces; a Miguel Salmón del Real por su jovialidad, por su influencia europea incluyendo a compositores mexicanos y por su audacia de traer a Anna Fedorova sin presupuesto ni tenerlo ella misma agendado, por ella muchos jóvenes ingresaron en música.
Epílogo
Tchaikovsky al terminarla escribió “es lo mejor que compuse o que compondré”, su hermano recordó “no lo veía tan radiante desde hace mucho tiempo. La esencia de su última sinfonía es la Vida”. Murió de cólera 9 días después del estreno, tenía 53 años. Lo presagió en su 1er y último movimiento.
Vivamos los momentos como son. Lloremos cuando hay que llorar sin maldecir, se requiere mucha hombría para enfrentar las emociones que evitamos y sencillez para dejar que fluyan.