Tengo en mis manos una joya musical: la grabación del último concierto que Amparo Ochoa ofreció en Sinaloa. Y con banda: con Los Tierra Blanca, acontecido el 11 de mayo de 1991, en Costa Rica, su tierra de crianza; y me emociona sobremanera escuchar su voz con temas profundamente nuestros, como La india bonita, El huizachito, Dos seres que se aman, Rosita de olivo, Hermosísimo lucero, La Entalladita, El barzón, El sauce y la palma, El Sinaloense, Flor de capomo y Cuando dos almas.
La historia de este concierto dio principio cuando desde el Ayuntamiento de Culiacán fui invitado a coordinar el programa Viernes en el Patio, por los días en que Lauro Díaz Castro era el Presidente.
En realidad, solicité que me esperaran un poco, porque ya estaba en planes un viaje a la Ciudad de México, acompañando al doctor Jaime Rochín: estando en la capital del país, me comuniqué telefónicamente con Amparo y la invité a formar parte del programa, específicamente para el 10 de mayo de 1991 y además que cantara con banda. Por supuesto aceptó y días después armamos el programa, hice contacto con Los Tierra Blanca y empezó a tejerse lo que nadie pudo haber imaginado entonces: que serían las últimas intervenciones musicales de Amparo Ochoa en Sinaloa.
Y con banda. Inédito en sus presentaciones de por aquí, porque siempre se hacía acompañar con grupos de folklor, como el inimitable y magnífico Grupo Zazhil, de tradición indígena y mestiza.
Amparo Ochoa se presentó el 10 de mayo de 1991 en el patio del Palacio Municipal de Culiacán; y al día siguiente repitió el concierto en el poblado cañero de Costa Rica, donde pasó la mayor parte de su niñez, que justo es la grabación que tengo en mis manos y que en el instante en que tecleo estas letras, la escucho emocionado, porque la creí perdida para siempre, luego de enterarme que tampoco su familia contaba con dicha grabación. Pero yo la había regalado al señor Modesto López.
Y fue Modesto López quien, desde la Ciudad de México y vía digital, me la hizo llegar. Y heme aquí, rememorando cada instante, solazándome con su voz, con sus charlas con el público entre canción y canción, con los temas que ya no forman parte del repertorio de los cantantes y de las bandas de nuestros días, excepto para quienes gustan oír los discos de Luis Pérez Meza, el trovador del campo.
La de Costa Rica fue su última presentación en la entidad, mayo de 1991, porque hacia abril de 1992 le detectaron un cáncer estomacal y la querida Amparito no pudo hacer una tregua con la muerte: falleció a las 10:45 de la noche del lunes 7 de febrero de 1994, luego de 2 años de padecimiento.
Había nacido en Culiacán el 29 de septiembre de 1946 y a sus 47 años de edad se fue arrullada por el terso canto de los ríos de la capital sinaloense; el martes 9 de febrero, el edificio central de la UAS recibió su cuerpo para rendirle honores a la “Universitaria Distinguida”, tal como lo declaró en su mensaje el ahora Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, quien entonces se desempeñaba como Rector de la casa de estudios. De allí, el cortejo fúnebre se dirigió al panteón de La Lima, donde descansa para siempre, y en donde una noche burlamos la seguridad para cantarle sus canciones.
El 7 de febrero de 2022 se cumplirán 28 años de su partida, y será entonces cuando se proyecte el documental “Se me reventó el barzón” en torno a su vida, dirigido por el señor Modesto López. Habrá canto. Habrá exposición fotográfica. Y habrá sorpresas, téngalo por seguro. Y punto.