"Se ensaña huracán Willa con Escuinapa"
ESCUINAPA._ El Huracán Willa cumplió estrictamente con el pronóstico que adelantaron los meteorólogos, abandonó el Océano Pacífico y tocó tierra la tarde noche del martes en el sur de Sinaloa, descargando todo su poder sobre Escuinapa, para después estrellarse con la Sierra de Durango. Pero en el camino dejó un rastro de destrucción, pasarán meses para reparar sus efectos, y quizás décadas para borrarlo de la memoria de los escuinapenses.
Su fuerza se sintió mucho antes de que el ojo del huracán tocara tierra, las primeras comunidades en sentirlo fueron Isla del Bosque, Celaya, Palmito del Verde, Cristo Rey y Teacapán. La zona del impacto es rica en granjas camaroneras, la mayoría quedó anegada y su infraestructura arrancada por el viento. El empresario Sergio Escutia lamentó las pérdidas de una de las principales actividades económicas de la región.
El viento también destrozó la tierra de labranza, miles de hectáreas de chile se convirtieron en nada y sus dueños en posibles beneficiarios de los recursos del Fonden, que se espera que aterricen en la zona.
En Escuinapa calculan hasta años para la reconstrucción
Y a unos kilómetros, Escuinapa permanecía agazapada, intentando salir lo mejor librada del impacto del huracán que se negaba a perder fuerza y conservó su categoría 3, a pesar de haber dejado atrás el mar, del que obtiene la energía para ensañarse en tierra. “Wila” llegó puntual a su cita y puso a temblar a la ciudad entera, dos horas de rachas de viento de más, de 200 kilómetros por hora, arrancaron todo lo que estaba suelto, desmadejaron la postería de la red eléctrica y sumieron a la ciudad en una oscuridad total.
Y en lo oscuro los temores se agrandan y comenzaron los rumores de escuelas inundadas y hospitales colapsados, de autos con los cristales rotos, de ventanas que no soportaban el viento y explotaban en el caos circular de una fuerza incontenible que bajaba del cielo.
Comunidades costeras de Escuinapa están incomunicadas
Una vez que se calmó el viento, los escuinapenses salieron a las calles para descubrir que el operativo de prevención instalada desde días antes había funcionado.
Había pérdidas, pero estaban vivos, había inundaciones, árboles en el suelo y la mitad de la ciudad sin luz durante horas, pero se vivía para contarlo. En el Hospital General, el área de pediatría se convirtió en zona de desastre, en el Centro Educativo Antonio Toledo Corro, donde se albergó a cientos de personas el agua entró a la planta baja, obligando a las autoridades a mover a la gente a la planta alta.
Quizá la infraestructura más dañada fue la Universidad Tecnológica de Escuinapa, un edificio plagado de cristal que el viento hizo añicos y donde los cielos falsos y la tablarroca salieron volando. Horas después, el efímero poder de “Wila” se desvaneció frente a la muralla de granito de la Sierra de Durango, donde se convirtió en depresión tropical, no sin antes descargar un torrente de agua que desbordó el Río Baluarte, como si se tratara de un último intento por causar el mayor daño posible.
Devasta huracán Willa a Escuinapa
En El Rosario el río se ensanchó hasta superar el malecón y meterse en el laberinto de callecitas de varias colonias, recordando a los rosarenses que ni sus murallas de piedra los ponen a salvo de una inundación inesperada. Incontenible, el Río Baluarte siguió su camino rumbo al Océano Pacífico, intentando regresar al mar las toneladas de agua que le había robado “Wila”, inundando en el camino a los pueblos de Plomosas, Apoderado, El Pozole, Agua Verde y Chametla.
Carolina Tiznado, Belizario Reyes, Hugo Gómez, Sibely Cañedo.