‘Pili Peluquero’ deja citas pendientes y legado artístico al fallecer a los 83 años en Escuinapa
ESCUINAPA. _ Con Jesús Manuel Crespo Castro “Pili Peluquero” se va un contador de historias, un escritor empírico, un aficionado al canto, que prefirió la familia cuando su madre enviudó en lugar de hacer realidad su sueño fuera del municipio.
Este personaje del municipio murió este lunes a los 83 años de edad, dejando su legado e inspiración de más de 150 canciones en una libreta que se guarda en casa, pero también en un disco de acetato en que grabó dos canciones y en las historias que redactó para algunos periódicos y para libros como ‘Memoria Escuinapense’.
“Pili” era conocido por ser prácticamente uno de los últimos peluqueros activos, el que vivía para cortar el cabello a quienes llegaban desde las 7 de la mañana hasta las 18 horas, un horario de todos los días, en este oficio que aprendió de su tío Antonio Crespo, en la peluquería ‘Acapulco’.
“Su afición por el canto lo tenía desde chico, tenía muy buena voz, atestiguan lo que lo escuchaban desde joven”, relata su hijo Jesús Manuel Crespo Hernández.
Si algo tuvo en vida su padre es que las aficiones que tenía las perfeccionaba, las pulía, tenía que ser así como lo fue su vida desde que nació, cuando le dio poliomelitis y la venció cuando caminó a los 7 años de edad.
Cantar le gustaba y logró obtener un sitio para irse a la Ciudad de México, tenía ya una cita para registrarse en la Anda, pero quedó huérfano de padre y tuvo que quedarse a mantener la familia, era el único hombre y así le correspondía.
Sin embargo, eso no lo hizo alejarse de los micrófonos, no podía hacerlo, era lo que le gustaba, lo que amaba, así que cuanto concurso de aficionados había en la radio, ahí estaba para mostrar su voz y la admiración que nunca dejó por los boleros, por Javier Solis.
“Le gustaba mucho Javier Solís y las canciones que tiene escritas son en ese estilo, boleto, son muchísimas canciones”, expresa su hijo.
Aunque la peluquería la inició por necesidad, también encontró su pasión en eso, pues esta era un espacio para platicar largo rato con sus clientes, no solo de la cotidianidad, sino de las historias del Escuinapa de antaño, de la situación política, de temas tan diversos que simplemente no terminaban por eso también tenía el apodo de ‘Perico’.
Y para la peluquería aprendió a sacar filo a las navajas, no a comprar por comprar y en su momento hizo cursos de radiotécnico, la vida para él era aprender, aunque haya dejado truncos sus estudios primarios.
“Pili” no pensaba en marcharse pronto, ni su familia lo visualizaba así, iba solo a realizarse unos estudios médicos y pronto estaría atendiendo a sus clientes, conversando de nuevo, cantando, preparándose para la próxima reunión donde tomaría el micrófono para deleitarlos con una melodía.
No fue así, quedaron citas pendientes para recibirlos en ese espacio del que eran tan celoso por el cuidado de su silla, sus navajas y sus tijeras, el legado además por el canto lo deja en sus nietos Jorge e Irving, que son a los que animaba siempre y que participan en bandas de Mazatlán.
“Mi abuelo me animaba, cuando empecé a participar en concurso de la radio (de aficionados) ya me sentía perdido y me dijo ‘ahora sí vamos a ganar’ y me puso a vocalizar y sí gané”, relata Irving.
Pili Crespo se ha ido físicamente, seguramente se ha reencontrado con Javier Solis a quien le ha vuelto a pasar la mano sobre el hombro, como aquella vez en Mazatlán en que se lo encontró por el malecón, cuando venían las caravanas de estrellas, platicaban brevemente para recibir un autógrafo cuando observaron que la cantante-actriz Lilia Prado se ahogaba en la playa.
“(Nos pusimos) a mirar como rescataban a Lilia Prado y tuve el atrevimiento de pasarle mi brazo a Javier por el hombro y como si fuéramos amigos de siempre, Javier aceptó ese gesto fraternal de mi parte”, relató en su escrito ‘El día que conocí a Javier Solís’ y el autógrafo que recibió del cantante que decía ‘Para Jesús Manuel Crespo, tu cuate Javier Solis”.