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Desaparecidos

Micaela y José se hacen fuertes el uno al otro en busca de su hijo desaparecido

Su hijo, apenas estaba por graduarse cuando desapareció, en 2014 y desde entonces no han dejado de buscarlo

ROSARIO._ El juramento de estar en las buenas y en las malas para Micaela Ramos Carranza y José Efraín Montero Viera se puso a prueba desde el 2014 fecha en la que se registró la desaparición de su hijo José Efraín Montero Ramos.

Por encima de los males que surgen con la edad se suman los de la pérdida, la cual es aún mayor a los físico, pero los esposos refieren que entre ambos se hacen fuerte para no desfallecer.

Pese a las enfermedades de ambos decidieron unirse al colectivo “Tesoros perdidos hasta encontrarlos”, y en cada búsqueda de campo o al pegar carteles de su hijo desaparecido siempre buscan hacerse fuertes.

Micaela, quien es de un carácter más expresivo, recuerda cómo su hijo se fue de la comunidad de El Espinal, en el municipio de Elota, de donde son originarios, para convertirse en maestro, sin contar que desaparecería poco antes de titularse y con tan sólo 23 años.

Sobre la desaparición, refirió que acababa de entrar a trabajar como guardia de seguridad por las vacaciones en una tienda departamental ubicada en la Marina, en Mazatlán, y fue por medio de imágenes que fue la última vez que supieron de José Efraín.

“Era un muchacho pacífico, era bueno mi hijo, no tomaba, no fumaba, nada, era un muchacho bueno. Esta búsqueda es la única con la que nos sentimos a gusto y pues si no fuera por eso yo creo que yo ya me hubiera muerto, porque yo me he sentido muy mal”, dijo.

Entre los males físico que la aquejan, tiene el corazón crecido, y estar apunto de recibir una operación de sus ojos, y tocando su pecho lo atribuye al hecho de que le arrebataron a uno de sus hijos al llorarlo mucho.

Reconoce además que en contra de lo indicado por su cardiólogo acude a las actividades del colectivo.

Cada búsqueda, reconoce, deja un dolor diferente a su corazón de madre, pues es acudir con la esperanza de encontrarlo y regresar con las manos vacías.

“Es muy duro no encontrarlo, venir y regresarnos con las manos vacías, sin tener ninguna razón y ya tengo todos estos años buscándolo y no lo encuentro”, expone.

Así como otras madres, refiere es un dolor indescriptible, ya que un hijo se vuelve un todo en su vida; “siento que me quitaron la mitad de la vida y me refugio en el otro hijo que tengo”.

Además se suma el hecho de que para buscar tienen que echar mano de la pensión de su esposo José, docente jubilado, al tiempo que tienen que costear los estudios de su hijo menor.

Don José reconoce que no es común ver tanto en la búsqueda como en los colectivos a hombres, pero para él es mayor el impulso de encontrar a su hijo como el de acompañar a su esposa.

“Me motivó el ir a buscar a mi hijo, encontrarlo, pero siempre apoyando a mi esposa, yo siempre he estado con ella, en las buenas y en las malas siempre, nunca me he quedado allá (en El Espinal)”, sostuvo.

La única forma para que él se separe de Micaela, señala, es cuando se tienen que hacer trámites o algunas diligencias que no pueden eludir.

Aunque Micaela le subraya que está enfermo de un pie él tan sólo atina responder: “Pero ni modo ya estoy bien, me tengo que aguantar, yo tengo que seguir adelante”.

Aunque reconoce que ha sido muy doloroso perder a su hijo, no se puede permitir caer ya que tiene que hacer fuerte a su esposa.

“No pues muy mal, la siento pero uno que aguanta más que mi esposa, hacerme fuerte, porque si ella cae, y los dos caemos, no, no podemos caer, uno se tiene que levantar y el otro le tiene que seguir y dar ánimos, yo le doy ánimos, y cuando yo me siento mal ella me da ánimos por eso estamos juntos”, asegura.

Ambos reconocen que seguirán juntos en la búsqueda hasta encontrar a su primogénito o hasta que la muerte los encuentre.