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Desaparecidos

Me arrebataron a mi hijo y también el miedo de salir a buscarlo: madre buscadora

César de 15 años desapareció el 4 de julio de 2015 y desde ese momento, Gloria, su madre, salió a buscarlo entre veredas, maleza y cerros
31/08/2024 16:34

EL ROSARIO._ Para Gloria Collazo Aragón, el día que le arrebataron a su hijo de 15 años, no sólo le quitaron la tranquilidad dejando un profundo dolor, también se llevaron el miedo de salir a buscarlo entre veredas y cerros.

“Él (me impulsa), es mi hijo, lo tengo que encontrar. No lo puedo dejar tirado, le tengo que dar paz, esté donde esté y lo que me cueste, así me arrastre y sea el último aliento que tenga de vida yo lo voy a encontrar”, sostuvo.

Precisó que ya son 9 años desde aquel 4 julio de 2015, donde perdió a César, su hijo, tiempo que se traducen a una intensa búsqueda que la llevó a convertirse en rastreadora.

“Desde que desapareció lo empecé a buscar. Yo lo quería sacar de debajo de la tierra... Era un niño, ¿Qué tanto miedo le pudieron haber tenido a un niño para hacerle lo que le hicieron?”.

La madre de familia, reconoció que al ser el mayor de tres hijos, dificulta aún más su labor de búsqueda pues cada que sale está el riesgo de no regresar.

“Y es horrible porque uno le dice a sus hijos que voy a buscar a tu hermano y me dice mi hija: ‘¿Vas a volver?’ y le digo que sí, pero no sé si voy a volver porque, pues a ellos no les gusta que busquemos, pero no lo voy a dejar tirado porque no era un animal, le tengo que dar descanso”, aseveró.

Narró que la desaparición fue en la zona conocida como “La Chalata”, en la cabecera municipal, en punto de las 22:30 horas en conocida tienda de conveniencia, llevado por unos amigos con engaños para supuestamente recoger a una persona.

“Llegó la Tacoma por él, la Tacoma negra y enfrente estaba una patrulla y yo recuerdo que esperé porque al día siguiente descansaron y al día siguiente que entraron les pregunté por qué no habían hecho nada por mi hijo y dijeron que no alcanzaba el sueldo para arriesgar la vida por él”, sostuvo.

“Es estar muerta en vida, muerta en vida pues porque me arrancaron todo”.

Gloria comentó que uno de los problemas más frecuentes que vive una rastreadora son las personas que buscan lucrar con su dolor, ya sea para pedirles dinero por dar información o jugar dando ubicaciones falsas además de peligrosas.

En esta lucha, reconoció, ha sido vital el encontrar personas que entienden su dolor y se convierten en apoyo, tal es el caso de dos rastreadoras, María de la Luz quien busca a su hijo y Johana que busca a su sobrino, con quien ha cerrado filas.

“Es estar hombro con hombro, dolor con dolor, el dolor nos tiene unidas y damos la vida la una por la otra porque sabemos que podemos no volver. Nos han encerrado, nos han acorralado en diferentes partes y seguimos de pie”, argumentó.

Con sus recursos se compraron algunas herramientas como una pala, un güingo y la varilla, además de la gasolina y el agua.

Gloria y otras madres salen de sus hogares desde las 8:00 horas para terminar hasta donde la luz lo permita, o por ejemplo que el subir a donde se encuentran antenas puede llevar cuatro horas de subida o cuatro de bajadas.

Reconoció que es difícil hacer búsquedas masivas ya que tendrían que cubrir los gastos de movilizar a las personas a la zona.

“Recursos que no tenemos, entonces es por eso que nosotras solas buscamos”, dijo.

El oficio le ha enseñado que en tiempo de lluvias se dificulta la labor por la maleza o animales muertos, por ello es en los meses de sequía cuando salen más.