Lulú le hace frente a los años poniendo por delante su amor por el baile y el ejercicio
ESCUINAPA._ La edad no es impedimento para bailar, correr, brincar o sentirse joven, aunque las canas delaten que los años van pasando, lo importante es llegar con éxito a una edad y que no duela nada en lo físico.
Así lo vive doña Lourdes Obdulia Barrón Beltrán, quien en los desfiles se destaca por bailar sin descanso y no es con pasos lentos, sino con dinamismo, con fuerza y música actual, como Karol G, Shakira, Miley Cyrus u otras cantantes de éxito.
“Me siento de 15, nada de sentirme viejita, no estoy viejita”, expresa sonriendo y terminando la frase con una carcajada.
Lulú como también es llamada, llega a su clase de INAPAM o a la lotería en las mismas instalaciones de DIF en una bicicleta que le regalaron sus hijos, en esta se moviliza por toda la ciudad.
Lo hace además para irse a sus clases de zumba, las dos veces en el día, en la mañana va a las instalaciones del municipio, por la tarde en una primaria donde se cobran las clases.
Hacer ejercicio es algo que le gusta, pero bailar le apasiona, por ello cuando iniciaron las clases de “zumba” en una campaña de un candidato a Gobernador hace 14 años, decidió que era el ejercicio por lo que cambiaría sus mañanas de trote o caminar, que iniciaba a las 5 de la mañana.
Recuerda que empezó a hacer ejercicio, motivada por una situación difícil en lo emocional, tenía 39 años, su día a día era acudir a su trabajo como secretaria en Sagarpa, llegar a casa a realizar el trabajo doméstico y atender a sus tres hijos, Yusset, Paola y Aarón.
Cuando vivió emocionalmente una etapa difícil, encontró en el ejercicio la motivación para volver a sentirse fuerte, motivada y lo hizo parte de su vida, indica.
También retomó ese sueño de niña que era estudiar danza y que siendo más joven no pudo, pues sus papás le dieron como opción de estudio la academia, como era lo tradicional en el municipio.
“Quería ser maestra de danza, porque a mí me gusta mucho, mucho, bailar, pero no se pudo, me dijeron mis papás ‘tienes que estudiar la academia, para secretaria’, ya con mis tres hijos, estudié para maestra de danza”, expresa con orgullo.
No ejerció como maestra de danza, pues ya tenía un trabajo establecido, pero para ella fue un sueño cumplido, después se convirtió en abuela de Yair Alejandro, se dedicó a apoyar a su hija a educarlo cuando tuvo que emigrar.
Unos años después, sus tres hijos emigraron, su nieto mayor lo acaba de hacer, el nido parece vacío, pero no lo siente así, es la oportunidad de seguir haciendo lo que le gusta, bailar y tal vez quizá irse a viajar a donde pueda.
Ama a sus seis nietos, indica, pero como una abuelita de 66 años, piensa en que también esta edad dorada es para disfrutar de este reencuentro con ella misma, para seguir bailando, para seguir sintiendo el aire en su cara con la libertad que le da circular en su bicicleta.
Su esposo está en casa, indica, no comparten el gusto por bailar, pero tampoco es un impedimento para que ella lo haga, han aprendido a equilibrar lo que desea cada uno.
Se siente feliz de ser abuela, aunque a veces se siente más mamá, no tiene pensado en celebrar el día del adulto mayor, piensa en vivir el día a día, haciendo lo que le gusta.
Lulú no piensa tampoco en pintar sus canas, no le gusta esclavizarse con pintura, hoy tiene otras opciones con shampoos que dan brillo y color a su cabello plateado.
Como abuelita de Yaur Alejandro, Zeús Tadeo, Clemente, Erik, Iker y Regina, está para amarlos, cuidarlos cuando tenga tiempo, pero también para enseñarles que se trata de vivir, de disfrutar y de hacer lo que les gusta, ella se ha jubilado de lo laboral, hoy le toca disfrutar, bailar y pasear si es posible, precisa.