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Día del Carpintero

Felipe y Jesús Manuel mantienen en Concordia la pasión heredada de su padre: la carpintería

La dedicación que le han dedicado a la instrucción de su padre les ha dado una pasión en la vida

CONCORDIA._ Para los hermanos Felipe y Jesús Manuel Lizárraga Garzón, realizar la carpintería es un orgullo con el que honran la pasión de su padre Felipe Lizárraga Tirado por este oficio.

Lejos de ver la carpintería como única alternativa, al ser una de las principales vocaciones del municipio, refieren que al ser testigos desde la infancia de la forma en que su padre labraba la madera, a la distancia ven la dignidad y orgullo que imprimía en cada trabajo.

Fue a los seis años, cuando ambos fueron llevados por su progenitor al taller donde laboraba, donde sólo se les asignaba la tarea de lijar los muebles, esto ante el riesgo que representan las herramientas de trabajo.

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“(Mi padre) era bueno para trabajar muy limpio, era una persona que siempre le gustaba hacer las cosas bien, nunca antepuso el dinero a la calidad; siempre prefirió dejar al cliente contento que ganar mucho dinero”, expresó Felipe, el hermano mayor y quien se ha dedicado enteramente a esta labor.

Confiesa que a pesar de que a temprana edad eran llevados a conocer el oficio su papá se negaba a enseñarle.

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“Mi padre nunca me quiso enseñar, yo me enseñé sólo porque quería que estudiara, no quería que fuera carpintero, pero como vi que la carpintería era creativa por eso me gustó”, dijo.

Felipe ha dedicado 37 años de su vida a la fabricación de muebles, ya que inició formalmente a los 16 años torneando, y sus primeros trabajos fueron un buró y un ropero.

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“Es un trabajo noble en el cual nunca acabas de aprender porque, ¿cómo te diría?, para hacer algo se pueden hacer de muchas formas y lo que se puede hacer, hay una infinidad de cosas que se pueden hacer”.

Expuso que su padre una vez que aceptó que desarrollara el oficio, le sentenció que las cosas se tenían que hacer bien desde el inicio, que después cuando quisiera hacerlas bien ya no iba a poder.

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Reconoce que ahora entiende que don Felipe fuera era crítico y estricto porque le gustaba la calidad y los trabajos bien hechos.

Entre las anécdotas que recuerda, expuso, fue cuando tenía 22 años y llevó a entregar una cocina y la cliente le preguntaba por el carpintero, ya que no creía que por su juventud fuera el creador hasta que terminó de instalar el trabajo.

Con relación a las satisfacciones, indicó que está obtener el sustento de su familia, ser su propio patrón, desarrollar habilidades, y conservar los clientes que ha tenido por año.

El hermano menor, Jesús Manuel, decidió continuar con los estudios, por lo que admitió que la carpintería pasó de ser una necesidad a un gusto.

“Empecé a lijar a los seis años, no me dejaba (su padre) que le metiera a las máquinas por lo peligroso que es; pero pues en ese tiempo que iba, no creas no me gustaba mucho ir, iba porque me llevaban a fuerza”, reconoció.

Al continuar su educación, señaló que por la mañana iba a las escuela y por las tardes, fines de semana y vacaciones al taller.

Recordó que fue en la secundaria cuando empezó a ir al taller a ayudarle a su hermano Felipe por necesidad más que por gusto, ya que en el hogar no había tanta solvencia económica, no tanto para ayudar a sus padres, como para cubrir sus gustos y sus gastos.

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Reconoció que fue el ver a su padre en primer término y posteriormente a su hermano mayor, quienes hicieron que le apasionara tanto este oficio.

“Ellos fueron los que hicieron que me gustara mucho este oficio, en cierta forma para mi es una carrera, porque siempre estás aprendiendo algo y aparte que lo haces con tus propias manos, es algo que te enorgullece las cosas que haces”, destacó.

Al igual que su hermano, también empezó a elaborar muebles a los 16 años empezando con cómodas, actividad que le permitió convertirse en ingeniero civil.

“De hecho con eso pagué mi carrera, con eso pagaba mis estudios, mis pasajes, mis comidas y todo lo que ocupaba para la escuela”, mencionó.

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Aunque se ha dedicado por completo a la ingeniería, mencionó que sus descanso acude al taller.

“Ahora sí ya vengo por gusto, a veces hago cosas de la casa y a veces le ayudo a mi hermano Felipe... Pero como te digo, ahora lo hago con gusto porque me gusta mucho la carpintería”.

Al igual que su hermano, reconocieron en su padre un gran carpintero que les enseñó valores tales como el respeto al oficio y al cliente, con la entrega de trabajos de calidad.

Los hermanos, compartieron que es un trabajo de mucha concentración, ya que tienen que manipular máquinas muy peligrosas, como la canteadora o la cinta, donde han sufrido cortaduras de gravedad, pero pese a esto no ha minado la pasión por la carpintería que les heredó su padre.