Entre los rincones más antiguos de Sinaloa está Copala, un pueblo de Concordia que presume su fundación en 1565
Tan sólo a 71 kilómetros de Mazatlán, a una hora de camino, se encuentra el pueblo señorial de Copala, una comunidad ubicada en la sierra de Concordia, el cual la historia narra, que fue conquistado en 1565 por el español Francisco de Ibarra, luego de haber fundado El Fuerte, al norte de Sinaloa.
El lugar era habitado por la comunidad indígena de los Tepehuanes, quienes a los años ( en 1616) regresaron a destruir el pueblo y luchar por lo que era de ellos, sin embargo el conquistador volvió a derrotarlos.
Se cuenta que él llegó a este lugar, atraído por el oro y la plata que ahí abundaban. De hecho, se dice que el nombre del la comunidad surgió de una ciudad imaginaria llena de oro que buscaba el conquistador, leyendas que eran comunes de contarse en aquella época por los europeos cuando escuchaban a otros hablar sobre los tesoros de la “Nueva España”.
Se sabe que esta zona geográfica del país, fue una importante zona minera, cuevas que en la actualidad se siguen realizando investigaciones y algunos tours turísticos.
“Nos preguntan de las minas, pero las minas están allá abajo, antes se llevaban a los americanos a hacer recorridos para que los conocieran, pero si alguien pregunta sí se les lleva, ahorita andan explorando otra vez”, platica la señora Victoria Durán, quien vende gorditas rellenas en las faldas de la iglesia.
Hoy en día, existe un museo minero -aunque está cerrado por la pandemia- en el se recuerda el origen de la comunidad, pues sirvió como bodega de los materiales preciosos que se extraían, después sirvió como cárcel y ahora presume de una colección de artefactos que se usaron de las minas. Además, cuenta con piezas arqueológicas que los antiguos pobladores indígenas ahí dejaron.
Al caminar por el pueblo, podrá usted notar el empedrado que existe, la arquitectura con la que cuentan las fachadas de sus coloridas casas, al igual que la naturaleza y una fuente de cisne construida en la época colonial para los pobladores.
Frente a ella, se encuentra la iglesia que se construyó hace más de 400 años que presume su estilo barroco, tres portones, un altar en chapa de oro y una torre con campanas, pero además de eso la figura de un diablo y un “soldadito” que forman parte de las leyendas urbanas de la región.
“Hubo un padre que dicen que era muy ambicioso, y cuando él ya tenía una misa comenzada, los pobladores le vinieron a decir que habían encontrado una veta de oro en la mina, entonces le vinieron a avisar y entonces él salió y se fue y ahí dejó la misa. Cuando llegó a la mina, la mina se derrumbó entonces los que quedaron afuera fueron a buscar ayuda para sacarlo, pero cuando regresaron dijeron que se borró la mina, ya no había nada”.
“No sé a los cuantos días empezaron a sonar las campanadas y la gente del pueblo se vino a la iglesia porque iba a haber misa y ya llegaron y se metieron y no encontraron nada, entonces empezaron a rezar y ahí es donde se dice que las puertas empezaron a azotar, y de tanto azote se quedaron cerradas y les empezó a dar olor a azufre, entonces empezaron a rezar más hasta que dicen que el diablo se quedó atrapado”, abundó.
A un costado de la iglesia, del lado derecho si la observa por el frente, se encuentra la cabeza de un diablo, del cual los habitantes dicen que de lejos se ve su cuerpo, las creencias cuentan que una persona puede pedir un deseo, pero tienen que aventarle piedras tres veces y pegarle para que se cumpla, pero si no le pegan, el diablo viene por ellos.
Actualmente, la figura del diablo se encuentra dañada por las pedradas que ha recibido, así que está prohibido arrojarle rocas.
Otra de las tradiciones más recientes y que más le gusta a la gente, es la de poder degustar de alimentos típicos como las gorditas o el pay de plátano.
“Se hace la tortilla, se pone el plátano y una mezcla de la fruta, una crema de leche que se prepara y el coco dorado y rallado... es muy famoso el pay, viene la gente hasta aquí a degustarlo”, describió la señora Esther Orrante.
La cocinera de este tradicional postre, dice que ella es de las pocas que conocen la receta original, pues ella aprendió a hacerlo cuando era niña en un restaurante que trajo la receta hace 60 años, actualmente ella tiene 40 años realizándolo.
“Quien viene a Copala y no come pay haz de cuenta que no vino”, señala.
Recientemente, este pueblo fue abandonado por alrededor de 10 años, según comunicaron sus habitantes, pues con la creación de la autopista Mazatlán-Durango, muchos viajeros dejaron de visitarla.
Este sábado, el Gobernador del Estado, Quirino Ordaz Coppel, inauguró un nuevo tramo carretero que conecta la carretera de cuota con este pueblo señorial, con un mirador nuevo y unas escaleras que abren lugar hacia este rinconcito de Sinaloa, lleno de historia y belleza colonial.