El tren se llevó tres amigas que acostumbraban ir y venir juntas
ROSARIO._ Quienes conocieron a Guadalupe, Ana Cristina y Amalia, solo pueden rememorar las charlas que ellas mantenían y el compañerismo laboral que las llevó a compartir casi 20 años de un camino transitado diariamente a su centro de trabajo.
Su partida cala hondo entre los que las aman, como amigas compartieron tantas anécdotas que también partieron juntas.
Ana Cristina Durán y Lupita Zepeda, por decisión familiar fueron veladas juntas en una conocida funeraria de esta ciudad, consolaba el saber que Amalia estaba aún luchando por su vida, hasta que la noticia de su muerte llegó este mediodía.
“Ellas eran muy amigas, Ana Cristina conducía, les daba raite, se acostumbraron a irse y venirse juntas”, señala el representante sindical en la Secundaria Técnica 32, Abraham Eduardo Urrea Tirado.
La noticia impactó, no hacía mucho que se habían marchado después de una jornada laboral, cuando se empezó a correr el rumor de que se habían impactado con el tren.
Había sido un día normal, donde Ana Cristina realizó sus labores como contralora de manera eficiente como siempre, al pendiente del recurso económico de la institución.
Mientras que Lupita estaba atenta de las necesidades solicitadas como secretaria, de los grupos asignados, de igual manera lo hacía Amalia responsable como Secretaria de la Coordinación de la institución.
Era un día normal, la despedida fue como siempre, ellas partieron de regreso a la cabecera municipal donde vivían y desde donde transitaban todos los días a la Secundaria.
Las llamadas de personal de Protección Civil alertando de la posibilidad de que las personas accidentadas se trataban de personal de la institución, los movió; pero en el shock se resistía a aceptarlo, reconoce, por lo que les enviaron fotografías para confirmar que se trataba de ellas.
El tren se llevó a 3 amigas, que más allá de su profesionalismo en el ámbito laboral, son lloradas por las historias, charlas, risas y grandiosos momentos que compartieron.
A la escuela no regresará la contralora que cuidaba los recursos, ni tampoco las secretarias que estaban al pendiente de la información que se manejaba de manera institucional.
Pero en la Secundaría se queda la esencia de tres mujeres que compartieron cientos de anécdotas en las que continuarán viviendo, el recuerdo de sus sonrisas se queda también en los alumnos que estuvieron, están y vendrán a estudiar.
En Grecia Aguiar se queda la mamá ejemplar Lupita, que asumió la responsabilidad de ella y sus dos hermanos, así como la que le ayudó a formar a dos nietos, que eran su adoración.
“Mi mamá fue una mujer ejemplar, madre soltera de tres, trabajadora siempre; ayer cuando escuché las ambulancias y no contestaba el teléfono fui, la encontré y le dije que se fuera tranquila, que cumplió como mamá, que la amamos, que se fuera feliz”, relata Grecia.
No podía decirle más a la mujer que dio su vida por ellos al asumir sola una familia, solo le puede agradecer, el apoyarla en la crianza de sus dos hijos de 11 y 4 años, agradecer su apoyo incondicional.
Grecia, quien es maestra de Primaria, agradece los abrazos de sus alumnos y recuerda también cómo su madre disfrutaba su trabajo, las emociones de ir y venir cada día en esa carretera a la que nunca señaló si le veía peligro, porque ir a su centro de trabajo la llenaba de vida y energía.
“Ella disfrutaba su trabajo, lo amaba, se iba con sus amigas (Ana Cristina y Amalia), fue muy buena madre y una excelente abuela, adoraba a sus nietos”, señala.
En la funeraria, donde las dos amigas se encuentran, las flores de colores, lilis, rosas, pompones, se multiplican; en sus féretros se encuentran rosas rojas y la fotografía de dos mujeres sonrientes, felices, con una historia detrás en que la solo fueron ejemplo y amor.