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"‘TALLA’ DE ESCUINAPA"

"El acta mexicana de nacimiento de Fidel Castro"

"Entre los relatos jocosos de ‘El Güilo Mentiras’, el escritor Dámaso Murúa utiliza la tradicional ‘talla’ para contar la ‘historia’ de Castro"
30/11/2016 10:56

Vísperas de la posible muerte del Comandante Fidel Castro Ruz, ya lo difunden el New York Time, el Washington Post, El Guardián, Los Ángeles Times, el Financial de Londres y Le Monde de París. Casi 50 años de rencores políticos, por fin se acabarán, dicen. En México, también ya lo celebran Enrique Krauza, la Anhalt, Antonio Rossi, Carlos Monsiváis, y por supuesto que El Yunque, con su capucha pinera.

Lo cierto es, que en verdad perderemos a un mexicano, porque él nació en Teacapán, Sinaloa, municipio del puertecillo de Escuinapa.

(Este escrito es un estilo jocoso, nada real, sacado de los relatos escuinapenses de “El Güilo Mentiras”, del escritor escuinapense Dámaso Murúa Beltrán, el cual retoma de Hojas amarillas, fechada en enero de 1971,)

Fidel se hizo amigo total del pueblo escuinapense, antes de irse a recorre el mundo, comprar en Tuxpan, Veracruz, EL GRANMA, barquichuelo menos que camaronero, y que utilizó para regresar a Cuba.

Le heredaron un conglomerado de payasos, beisbolista, músicos, cantantes y socialistas del amor, que tanto seducían a los gringos. Le robaron a todos los médicos que tenía la Isla y a todos los mejores hombres que con el General Batista, al frente del poder, integraban escasamente seis millones de sepias, blancos renegados.

Los gringos lo alojaron en un hotel de Harlem neoyorquino, y lo dejaron hablar en la tribuna de las Naciones Unidas. Dijo, regurgitó, toda la coprolalia que llevaba acumulada todo el pueblo cubano, porque la agringada arrebató en 1896, el último control americano de España. Y la Isla se la entregaron a la mafia asesina y droguera, de cuya influencia se sacudió Fidel en 1959,

Ahora que haya sepulturero contra el Comandante, sin duda, sin réplica alguna, será respetado como el mejor líder latinoamericano desde que Cristóbal Colón descubrió este hemisferio.

Lástima que ahora Fidel Castro Ruz muera, pensar, sólo pensar, en QUIÉN DIRÁ LAS COSAS QUE DIJO EL CUBANO CUANDO ESTO SUCEDA. La resma de presidentes latinoamericanos que, van a ser borrados, incluidos nuestros presidentes mexicanos.

Fidel, dejará la isla con casi 11 millones de cubanos. Con angustias y sin ellas. Pero de pie. Vale más morir así que hincados. 

Pero leamos la prueba literaria de su nacimiento en Teacapán, Escuinapa, Sinaloa, México.

Dispongámoslo con aplausos y sonrisas agradecidas.

Fidel Castro 

nació en Teacapán

Estábamos en el año de 1969 en la casa del Güilo Mentiras, grabándole sus tallas innúmeras y por puñados y después de oírle la del Kikirimiau, que todavía no logro escribir, me dijo muy serio:

 

-Oye Dámaso, ¿Y q´se hizo aquel muchacho apellidado Castro, un entenado de don Jesús , a quién mirujé hace más de 10 años en los periódicos de México, luciendo un rifle, barbón de las quijadas y con cachucha de béisbol?

 

(No le di respuesta porque sabía que iba a continuar hablando, y así fue).

 

-Supe que nació allí por la calle donde tiene una cantina Luis Osuna en Tiacapán; es hijo de una señora con trenzas largas, que en los años treintas, estaba trancada de las piernas y los muslos, pa’l provecho de Jesús Castro. Sí, ese señor que fue padre de más de 18 Castros y otros 20 que andan desvalagados por el pueblo de La Reforma, delante de Culiacán. El muchacho estaba grandote de alzada y era muy chupador de cigarros. Le daba por ser huizachero porque tenía buena voz y sabía palabrear. Quería hacerle la competencia a tu papá y a don Luis Quevedo, los dos únicos leídos que nos defendían de las leyes del municipio. ¡Qué leyes tan carceleras! Cómo me acuerdo de todo lo que prohibían: Que no hagas esto; que no te permitimos ver por debajo a las mujeres; no te vistas como El Bello porque te va a pesar, no amacizes pistola al cinto; no te pelees aunque te recuerden a tu madre; no te rías nomás porque sí; no comas pozole con La Mencha. Ah, que leyecitas tan molonas. El muchacho pistolero del que te hablo, creció comiendo camarones en la pesquería de Las Navajas, cerquita de donde escupe fuerte y aporrea canalets el Tamburro Aranguré, mi cuate. Eh, aquí jugaba beisbol el tan Fidel cubano. Sacó en lo grandote a su tío El Marimbas, un hermano de la Chole, su mamá.

 

-Contaban que dejó de ir por su domingo con el viejo Castro, desde que le corrieron una vez del Tangui y el Capi, y lo apareadron dándole calda, el Nero y el Arturo. Esos Castro siempre han sido muy aguerridos. Un entenado de los 20 que tenía su padre, decían, no se iba a salvar de sus indirectas. Ni de sus piedrazas. Dizque para que no se enojara la verdadera mamá de los otros hijos de don Chuy, que son un ejército con general y hasta parecen mancha de sardinas o de atunes de los que sacan en Mazatlán.

 

-Aquí en el estadio del panteón Juárez, jugó beisbol con El Cata, El Toque, El Chonillo Altamirano, Maxemín, Nacho Camacho, El Liebres y otros de su tolete jonronero. Funcionaba como tercera base cuando todavía venían los circos al pueblo y había pantomima con leones y tigres de la sierra; los que se habían salvado de los casquillos matones de los hermanos Díaz. Hasta conoció al Wailer López, pues le llegó a pegar dos jonrones una tarde en que Héctor Maxemín, el sobrino de don Nati Toledo, lo apaleó también el viejazo del mineral. ¿No te acuerdas, tú, de Fidelillo?

 

-Otra vez lo vi en un jeep igualito al del gachupín Caridad Suárez, con una máuser en la mano derecha. Fidel llevaba detrás suyo a otro flaquito que también nació aquí pero era de otro padre, porque la Chole no nomás se detuvo con un hombre, era muy intencional. Raulillo se llamaba el otro, pero estaba lombriciento por eso tomaba aceite de ricino para que se le salieran. Del padre no me acuerdo. Ahora Fidel anda barbón, según me han dicho, igualito a Tereso el Niño Rey de La Higuera. Dicen que no puede ver a los gringos ni en pintura, les ha dicho por televisión hasta de lo que se van a morir. Y cada vez que les recuerda en el radio que llega hasta por Arizona sonando vibrador, que los gringos nomás andaban robándose a las mujeres cubanas, los cuáqueros o razadores se ponen colorados colorados. ¿Pero por qué les reclama Fidel? En ese caso debería reclamarle a don Jesús Castro, porque aunque no lo mantuvo, si le dio acta civil con el apellido, razón por la que hace corajes seguidos el Ché Castro y hasta don Alfonso de lo mismo. Ahora Fidelillo tiene fama de balacero y que usa los paredones de mampuesto. Ojalá y lo hubieras conocido tú, y si vayas y lo veas en las fotos cubanas, imagínatelo sin barbas y jugando al billar en el Bule del Cuate Murúa, ese otro de tus tíos que explotaron al municipio con sus vicios sabrosos.

 

-Se fue hasta por Cuba porque aquí le ganaron con el apellido la camada de los Castro que ya lo tenían oficial y que, como tú bien sabes, suman más de 50. Esos Castro, en una asamblea familiar, votaron contra Fidel el de la Chelo de Tiacapán, porque no querían que volviera a la Isla del Palmito de la Virgen. Como era muy retobado y presumidón Fidelillo, se cambió a Escuinapa junto con su jefa. Vivía en una casa con un solar ancho y grande donde estaba echando vainas un tamarindo dulce, allí por la calle de la Estadística. Después, doña Chelo se fue para otros rumbos de Nayarit. Dejó a los hijos ya grandes, por eso no tuvo torceduras en la memoria. Dos veces fui testigo cuando Beto Garay -gordobil le ganó unos torneos de carambola de tres bandas y el Güerillo Semental le metió las 15 pelotas del pul, sin tocar baranda el mentado Fidel. ¿Así es que ahora anda siempre armado, como si debiera letras de cambio?

 

(No le contesté al Güilo, porque me comprometía y tal vez detendría su cuento que yo grababa con microfonito escondido en la bolsa de su camisa)

 

-Supe que se había ido para una isla pero yo no sabía que era la de Cuba. Yo no sé dónde queda ese islote, pero ha de ser por aquí cerquita, no se ha de haber ido muy lejos porque los camarones de la pesquería de Agua Brava eran sus preferidos. Fidel quería tener la isla para él solito. La culpa es de los Castro que lo corrieron de la querencia nomás porque ya tenían muy dinamitado el apellido con el tal Fidel. Mejor que se fuera de Tiacapán y sus cogoteras. ¿A poco no lo sabías tú, que eres tan mitotero?

 

(Hice esfuerzos para no interrumpirlo porque la vena se le hinchaba debajo del cuello, recordando. Estaba humeándole en la mano un cigarrillo, a lo mejor el mismo cigarrillo que también humea en una foto de cuerpo entero que Florencio tenía en la sala de su humilde casa, con tamarindo fresco y ciruelo para las diablas paridas que encontraba en la sierra)

 

-Así es que ahora presume de gallo grande pero cubano, como Hinogiante aquí, el mejor presidente que hemos tenido. No lo ha de hacer mal como mandón de Cuba, porque otros iguales a Pablo Hinogias lo hicieron de película en el Palacio Municipal. Algo ha de haber aprendido Fidel  Castro de nuestros desbozalados y gritones del Palacio. ¿Dónde queda esa isla, Dámaso, no me lo quieres decir?

 

(Cuando se lo dije con detalles y nombres propios, siguió insistiendo)

 

-Se fue de aquí porque los Castro lo corrieron, te lo digo sin mentira. Ellos tienen la culpa de que fuera a meter a la cárcel a esos negros cantantes que vemos en el Cine Regis, cuñados míos, porque son hermanos de la Ninón Sevilla. Los ha de tener retrechaditos con el máuser balacero. Porque nomás que se acuerde de los Castro, sus otros hermanitos, ha de hacer unos corajazos muy grandes. Por eso se desquita con los gringos sin poder calmarse. ¿Por qué los gringos no le reclamarán a los Castro de Tiacapán? Tú, has de saberlo, no te hagas. Nomás porque uno de los Castro te bautizó a ti, te haces cómplice,. Pero Fidel no lo puede negar ahora porque solito se descubrió. Se dejó crecer la barba porque nunca pudo olvidarse de los tamales barbones de Escuinapa. Allá por 1951, Fidelillo se fue en un tren desde Escuinapa hasta la capirucha mexicana, con un boleto del pullman Subpacífico que le regaló el doctor Rivera, pues don Pancho le había cobrado la cajiada de una trepanaciones a tres fogoneros de la estación del tren. Esta historia, no me dejará echar mentiras porque me la sé. El español Julio Berdegué, meromero de la empacara de Escuinapa tuvo suerte de ver a Fidelón en la cárcel de la calle de Miguel Schultz, porque allá lo tuvieron preso antes de que agarrara barco para Cuba.

Si no me lo quieren creer, mándale hasta Bolivia, un telegrama preguntón al Ché Guevara.

 

(Nota del autor: Hojas amarillas que me encontré en mi biblioteca, fechadas en Enero de 1971).