Doña Vicky mantiene viva la tradición en el mercado Miguel Hidalgo de Escuinapa
ESCUINAPA._ La música de “Los Tecolines”, un grupo musical de los años 60, resuena entre los pasillos del mercado Miguel Hidalgo, en Escuinapa. El sonido es fuerte, mientras doña Vicky en su local comercial espera con paciencia a sus clientes.
Está en el local en el que desde hace décadas, con su padre Remedios Polanco, llegaba a despachar a los marchantes y que por herencia lo convirtió después en cremería.
Doña Virginia Polanco Guzmán tiene 81 años pero se siente jovial, no siente que los años pasen, aunque es una de las locatarias con más antigüedad en el mercado, reconoce.
“Ya tengo aquí 57 años, tengo 81 años pero ni parece, soy buena para bailar y me gusta ‘jalar’, dos nada más al día, Modelo especial”, dice para luego otorgar una amplia sonrisa y una discreta carcajada.
Doña Vicky gusta de todo tipo de música; ya en los pasillos no están esos locatarios que hace años empezaba a ver a las 03:00 de la mañana, cuando el mercado se abría. Hoy es distinto, la gente llega tarde, los comerciantes también hasta las 06:00 o 06:30 horas, indica.
“De niña venía con mi papá, aquí ya no están Marco Reséndez, Félix Inda cerró su cremería, Demetrio, tantos, era bonito el mercado, era de palitos, ya no hay locatarios meramente, ya entraron más jóvenes y pues sí está más sucio”, señala.
La comerciante extraña ese mercado de pasillos libres, donde la gente llegaba a pasear, a observar todo sin nada que se lo obstaculizara. Recnonoce que los tiempos han cambiado, pero no le gusta lo que hay actualmente.
Lo que le agrada es ir todos los días a esa cremería herencia de su padre, pero le puso el apellido de su esposo, por no “dejarlo”, señala, pero su gusto es estar ahí en ese lugar.
“A veces vengó con mi esposo, por eso digo en que si nos ponemos de acuerdo en ordenar el mercado se vería bonito. Si me voy (dejar de trabajar) me muero, se enferma uno”, explica.
Doña Vicky cuenta que tiene tres hijos, pero todos viven fuera de Escuinapa. Su placer, además del mercado, es recibir a sus hermanos, disfrutar de unas ambarinas con ellos, celebrar la vida, con la música fuerte, con esa de antaño que aún resuena para regalarles recuerdos y momentos de vida.